54. La desterrada.

3.9K 253 78
                                    

Luego de la estupenda cena nos dirigimos cada uno a nuestras habitaciones. Mahogany ya estaba acostada cuando yo llegué. Me puse el pijama y me acomodé para dormir.

—Buenas noches, rulos— le dije y ella gimoteó. — ¿Maho? — fruncí mi entre cejo.

— ¡Quiero ir al baño, demonios! — Exclamó y se puso de pie— no me esperes— dijo antes de salir.

Alcé mis hombros y apagué la luz, lista para dormirme. Había sido un día agotador y entretenido, esperaba que siguiera así por los otros dos días que nos quedaban. Sentí la puerta abrirse y supuse que Maho había vuelto, pero no me moví. Hasta que de pronto siento que alguien se acuesta junto a mí.

— ¿Maho? — digo confundida.

—No soy muy femenina que digamos— oí la voz grave de Nash.

— ¡¿Qué haces aquí?!— susurré alterada.

—Hey, tranquila— rio y se acomodó de lado, de modo que quedó mirándome fijamente.

— ¿Y ahora me vas a decir que eres el gemelo de Nash? — dije con tono serio.

—Mack, basta no tengo un gemelo— continuó riéndose.

—No me gusta que estés aquí, nos van a ver. Maho va a llegar— me alejé un poco de él.

—Ella está con Jacob, cálmate, además, no estamos haciendo nada malo, todo el mundo sabe que tú me gustas mucho, le he pedido a los chicos que hagan tantas cosas por mí para conquistarte, que ya se han enterado de todo, y si es por Matt, él ya lo sabía de antes, y aun así intentó conquistarte. — Me sorprendí con la facilidad con que dijo eso. — ¿Yo no te gusto? — sentí su respiración cerca de mi cara.

—Nash, por favor— balbuceo en una sonrisa, sonrojándome.

— ¿Sí o no? No es tan difícil.

Suspiré. Cubrí mi rostro enrojecido, él no podía notarlo, pero era más que obvio que estaba muriéndome de la vergüenza.

—Mucho, Nash— le susurré.

— ¿Mucho qué? — murmuró.

—Me gustas mucho.

Agradecía que la oscuridad ocultara mi rubor.

—Lo sabía— susurró.

—Y entonces para que me preguntaste— me reí.

—Quería escucharlo de tus labios— susurró en mi oído y yo me estremecí.

Me volteé hacia él en la cama para mirar sus ojos, eran tan claros que aun así podía verlos en la oscuridad.

—Te quiero, Mack— besó la punta de mi nariz.

—Y yo a ti, Nash.

Cerré mis ojos y sentí sus labios sobre mi mejilla dándome un corto y dulce beso, para luego acurrucarse más cerca de mí y dormirse. A la mañana siguiente, me desperté gracias a que la respiración de Nash chocaba con mi oído y me provocaba cosquillas. Sin querer le di un manotazo en la cara y se despertó.

—Lo siento— susurré— así demuestro mi cariño hacia ti— bromeé.

—Y supongo que yo lo hago despertándote con mi respiración— se rió y abrió sus ojos.

— ¿Estabas despierto?

—Más o menos— me abrazó— ¿Cómo dormiste?

—Bien— me estiré como un gato.

—Me gusta que hagas eso— me abrazó.

— ¿Estirarme? — me reí.

—Sí, te ves divertida.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora