53. El pacto de sangre.

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— ¿Cuantos somos? — cuestioné con mi ceño fruncido mirando a todos.

Tay comenzó a contarnos.

—Veintiuno— contestó.

—Somos casi el doble que hace cuatro años— se rió Sierra mirándonos a todos— Okey ¡Arriba pendejos, ya nos vamos!

Esa era la Sierra que yo conocía.

Nos subimos a la furgoneta tratando de acomodarnos. Yo me fui con los dos Grier a los costados y Johnson en la otra ventana.

—Como siempre, Hayes se va arriba de alguien— me reí.

—O abajo— puntualizó y todos rieron.

—Debió irse de banderín— se burló Taylor y todos reímos.

Ya me veía que Hayes se iba colgado de la antena de la furgoneta. Sierra arrancó y todos gritamos de felicidad.

— ¿Debía ser tan temprano? — Se quejó Madison— tengo sueño.

Jack la abrazó para que durmiera.

—Sí, Mad tiene razón— habla Maggie— son las 6:30 AM.

—Bueno entonces a dormir— mandé y todos se apoyaron los unos sobre los otros guardando silencio.

A decir verdad, también tenía sueño. Los chicos se habían quedado en mi casa a "dormir" la noche anterior, y las chicas habían tenido que llegar MUY temprano hoy en la madrugada.

Apoyé mi cabeza en el hombro de Nash y el me abrazó por los hombros. Era como una especie de almohada humana. Sentí que besó mi frente y me quedé dormida.

Cuando desperté fue por culpa del ruidoso Caniff. Pero no abrí mis ojos. Sólo seguí apoyada en Nash, estaba demasiado cómoda como para moverme.

— ¿Cuánto queda, Sierra? — oí la voz de Matt.

—Como cinco kilómetros, así que los demás deberían despertar pronto.

—Oye Matt— oí a Tay murmurar— ¿Que tal estuvo el beso de Mackenzie la otra vez?

—Wow estuvo... ¿Y a ti que te importa?

—Sí que te gusta ¿eh? Al parecer te la están ganando.

—Nash no me preocupa ¿Sabes?

Abrí mis ojos y por suerte estaban un asiento más adelante y no podían verme.

—Están muy cómodos allí atrás— le dice Taylor a Matt.

—Si pues eso ya se acabó ¡Ruidoso Caniff! — le grité en el oído y el hizo lo mismo.

Algunos despertaron.

— ¿Escuchaste algo? — me pregunta Matt nervioso.

—Nada más que estabas celoso porque me dormí con Nash— bromeé moviendo mis cejas.

— ¡¿Que mierda les pasa?!— se queja Carter, también gritando, por cierto.

— ¡Se pueden callar! — chilla Mahogany tapando sus oídos.

— ¡Despierten, nada de callarse! — vi que Cameron gritaba con un megáfono en su mano.

— ¡Cameron! — gritaron todos ya despiertos.

— ¿De dónde sacaste ese megáfono? — le pregunto soltando un bostezo.

— ¡Es de Sierra, ella lo trajo para esto mismo! — siguió hablando a través de él y yo tapé mi oído.

Sierra le dio un zape en la nuca.

—Dame eso pendejo— le dijo y Tay rió burlándose de él.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora