36. Las lagrimas no se hacen solas.

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[Nash]

Había quedado de esperar a los chicos ya que iríamos juntos, incluidas las chicas, a buscar a Nate al aeropuerto. Lo habíamos llamado para avisarle y decidió viajar para apoyarnos a nosotros y a su hermana, Lina.

Salí sólo con mi móvil en mano y me quedé mirando la casa de en frente, la que antes era de Mackenzie. ¿Vivía alguien ahí? Al menos la casa no se veía desocupada.

Crucé hacia el otro lado de la calle y observé la casa con curiosidad. Decidí llamar a la puerta, a pesar de mi insistencia, nadie salió. Me rendí y cuando me volteé para volver a mi casa estaba ahí, frente a mí. Me quedé perplejo observándola, mi móvil resbaló de mi mano cayendo al piso mientras que ya casi podía sentir mis rodillas doblarse de tanto temblar.

—Ma... Mackenzie— tartamudeé.

Mi corazón estaba a mil por hora y la verdad no sabía si correr a abrazarla o restregarme los ojos para comprobar si es que era un sueño o no.

Ella me miró nerviosa y caminó lejos de mí hasta llegar a la puerta.

—Mackenzie— repetí y me acerqué a ella impidiéndole entrar a su casa.

—No— balbuceó ella respirando algo agitada y extrañada— No soy Mackenzie.

Entonces fue ahí cuando recordé el audio que Luke nos mostró, ella era su gemela. Todos mis sentimientos se mezclaron. La ilusión de que tal vez Mackenzie no estuviera en esa clínica casi muriéndose, se desvaneció.

Pude haber hecho cualquier otra cosa con ella en otra situación. Pero no lo hice... ella literalmente es su copia viva en carne y hueso.

—Tú fuiste— susurré apuntándola.

Ella negó respirando agitada.

— ¡Tú fuiste, tú me la quitaste! — le grité apuntándola.

—Yo no sé de qué estás hablando— susurra ella nerviosa.

— ¿Cómo que...?

—Ahora debería estar contigo ¿No? — Me interrumpió volviendo a su estado normal— yo ya dije toda la verdad, ustedes ganaron ¿Por qué no estás con ella?

La miré con odio.

—Porque está en una clínica, en coma, y ninguno de nosotros... ni tú, sabe si va a despertar, por eso es tu culpa y por eso no está conmigo en este momento— su rostro casi se desfiguró al informarle— porque... tu eres la que merece todo el odio de mi ser y no ella, ella no lo merecía.

Ella se encogió de hombros mirándome de pies a cabeza.

—Eso ya no es mi culpa— dice con sencillez— tú y tus amigos se encargaron de lo demás.

Apreté mis puños intentando controlarme. Tenía razón... y como dolía.

—No se va a quedar así, cuídate de tu propia sombra Mackena, por que el apellido Jackson... no te queda.

Dicho esto, recogí mi móvil y ella entró en la casa. Me di media vuelta y caminé hasta mi casa para segundos después sentir la bocina del auto de Cam. Me volteé y me subí a la parte trasera junto a Carter, Taylor y Matt.

— ¿Estás bien? — me pregunta Cameron desde el asiento de piloto.

Guardé silencio.

— ¿Pasó algo, Nash? — Pregunta Lina desde el asiento de copiloto— te vimos salir del jardín de la casa de...

—Lo sé— la interrumpí antes de que la nombrara— fui a dejarle las cosas claras a esa chica.

— ¿Cómo es? — me pregunta Taylor con voz melancólica.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora