Capítulo 11

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Le doy un suave toque en el hombro, pero no reacciona, sigue hundido entre sus emociones. En algo que no conozco. Me siento a su lado, incapaz de decir nada. No quiero incomodarle, y después de lo que ha pasado, sé que estar a su lado aún es peor. 

—Zoe...—comienza a decir, con una voz que no parece la de el chico que conozco. 

—Dime—le digo en un murmullo. 

—Mi vida es un infierno. —Estoy a punto de decir algo, pero callo, porque no sé qué ocurre, y no quiero estropearlo todo otra vez así que dejo que siga hablando y no le interrumpo.—Prácticamente he pasado mi vida de un lugar para otro, rodeado de pandillas, gente que me ha empujado de mil maneras a cometer crímenes que a pesar que nadie conozca, yo siempre conoceré. No tengo un lugar fijo en mi vida, o algo a lo que pueda considerar mi hogar, ahora estoy en éste internado, y el año que viene, cuando cumpla los dieciocho me iré de aquí. El motivo por el cual no me fugo antes es porque no vale la pena, si volveré de nuevo, y porque aquí, es otro hogar, pero la familia es muy amplia, hay muchas personas. Hace apenas unas horas que te conozco, pero ¿Sabes algo?—dice bajando el tono de voz.-Estoy obsesionado contigo. 

Parpadeo sin entender sus palabras, comprendía de algún modo todo lo que decía, pero ahora, cuando habla de mí, no sé qué es lo que me quiere decir. 

—Sé que suena verdaderamente enfermo el decir que me he obsesionado contigo. Pero lo cierto es que... Desde la primera vez que te vi, supe que algo pasaba en mí. Desde entonces, pienso en ti, estoy estudiando y de algún modo comienzo a componer canciones que por lo general desprecio con toda mi alma. Seguramente no conozcas todas esas odiosas canciones, canciones que no soporto escuchar, en las cuales se habla de amores imposibles, reales e irreales y también mágicos y trágicos. Sé cómo eres, bueno, lo sé todo lo que podría saber en el poco tiempo que nos conocemos, pero desde que llegaste vienes envuelta en una aura de misterio que lejos de inquietarme me agrada. 

 —¿Por qué llorabas?—le pregunto porque me empieza a incomodar que siga hablando de mí, y no quiero escucharle. En realidad sí que quiero, pero no creo que eso deba ser lo correcto. 

—Llorar a veces ayuda a expresar todo lo que en el fondo sientes y sabes que no puedes decir en voz alta. 

—Aún así no encuentro la relación que todo esto tiene conmigo... 

—Es muy simple, Zoe. Acaparas mi atención, me robas todos los pensamientos, intento ayudarte y aún así..., ¡te vas de mi lado! Está claro que no puedo obligarte a estar a mi lado por la fuerza, pero realmente no dejamos de estar compartiendo habitación. Ya te dije que no seríamos amigos, porque yo no nos veo como tal. Sé que somos reflejos el uno del otro. Somos la misma persona, dividida por distintos mundos. Tú perteneces a un mundo, yo a otro, pero nuestra historia es la misma. De todo esto me duele como no te puedes ni imaginar saber que jamás podremos estar juntos. Me gustaría que cuando me fuera vinieras conmigo, que te fugaras, sé que quieres salir de aquí, y juntos lo podemos conseguir. 

—Pero... ¿No decías que no querías irte antes de los dieciocho?—me muestro confusa por el cambio de parecer. 

—Desde que te he conocido siento que quiero irme contigo ya. Que nadie sepa nada de nosotros, y podamos ser felices. 

—Es tan irreal lo que dices...—miro por la ventana, la luna llena nos ilumina. 

—Déjame soñar, algún sueño debo tener cuando la vida es un infierno. 

—Escucha, Adam... No sé qué ocurre, o porqué dices que te has obsesionado conmigo, sinceramente no le encuentro lógica, ni explicación, pero sea lo que sea, me estás empezando a intimidar...—digo sin tenerlas todas conmigo. 

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora