Capítulo 34

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-Antes de comenzar, debo decir que me llamo Edgar.-Se presenta el chico de la batería. 

-Encantada de conocerte.-Digo con un deje de sarcasmo que aparentemente ignora. 

Aún con Elena de espectadora, quien me pregunto si permanecerá todo el tiempo del ensayo mirándonos, me entregan las partituras con las letras. Me dicen cómo es el ritmo, y antes de que yo también la cante, me hacen una demostración. La verdad es que suena bien, en realidad, no tengo demasiado interés en la música, no puedo decir que sea algo que me apasione, pero no deja de ser otro mundo, otra forma a través de la cual muchas personas escapan de sus propios mundos. 

Pronto me sorprendo a mí misma comenzando a recordar cada vez de forma más seguida algunas palabras al azar. Inconscientemente me adentro en el ritmo y cierro los ojos mientras tarareo la canción suavemente. 

Unos minutos más tarde leo la canción, pero sobretodo la canto y me dejo llevar, simplemente me muestro como soy, no me preocupo por afinar, o por cómo suena mejor una voz, porque cuando cantas sin pensar en nada más, sintiendo cada nota, no importa nada más. 

Los minutos van pasando y con ellos las melodías, pero parece ser que mi mundo se ha detenido. 

Sólo cuando ensayamos una y otra vez la misma canción y cada vez adopta nuevas melodías, el ensayo está  a punto de terminar, y veo a una Elena aún más sonriente y radiante. 

Dejo el micrófono a un lado, yo también sonrío. De algún modo difícil de explicar, me ha gustado poder cantar sin esconderme, cantar por el simple hecho de ensayar en un grupo de música, cantar porque me gusta; Porque es algo que me ha ayudado cuando los problemas me martilleaban el celebro. Aún recuerdo cuando en los días que la oscuridad se adueñaba de todo, cantaba en voz baja, en algún rincón de mi habitación, sintiéndome lentamente mejor, sabiendo que los problemas jamás desaparecen, pero por un momento sí, y eso era lo único que me importaba. 

Ahora vuelvo a ésos días de pequeña, pero en el presente me siento fuerte, puedo llegar a sentirme bien, a olvidar todo mi pasado y hacer como si nunca hubiese existido. Cuando canto de nuevo la canción, ya hace rato que he perdido la cuenta, y al llegar a la última palabra y repetir el estribillo, callo y sonrío. 

-Has estado genial.-Dice Edgar sonriendo y mirándome fijamente. 

-Todos lo hemos estado.-Replico porque sé que sin todos los instrumentos una canción no es lo mismo. 

Entre los chicos comentan, mientras me alejo hacia Elena que aplaude. 

-¿Cómo ha ido?-Pregunta con los ojos brillantes. 

-Ya lo has visto.-Dijo sonriendo sin querer. 

-¿Porqué te lo habías callado desde que te conocí?

-Porque cada cual tiene sus secretos, no me gusta rebelar mis cartas. 

-Ni a mí tampoco, pero creo que si sirves para algo, debes compartirlo con el mundo. Bueno, al menos con tu mundo. 

Me despido de los chicos y les dejo revisando las partituras y comentando en voz baja. Me gustaría poderles ayudar, sin embargo, no soy compositora, me limito a cantar sus canciones. Y debo decir que me gustan, los mensajes, la forma en la que se expresan. Pintan la realidad tal y como es, no lo adornan, y eso a veces es lo mejor. Mostrar algo tal y como es. 

Elena sigue hablando del ensayo, pero ya hace un rato que he dejado de escuchar, como si sólo fuera consciente de que habla, mientras yo no puedo evitar pensar en mil cosas que ahora no vienen a cuento. 

De camino a mi habitación, veo a lo lejos a Mateo, hablando con alguien, no me importaría, pero de repente identifico de quién se trata... y me quedo helada. Rígida, sin poder reaccionar. 

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora