Si pudiera parar el tiempo y dejarlo estancado en algún momento de mi vida, lo haría. Hay días en los cuales siento que no cambio para nada, como si todo siguiera igual, como si no hubieran diferencias entre los días. Son esos días los cuales me gustaría encerrarme en mi habitación, pero sobretodo en mí misma. No ir a clase, como hacía cuando de pequeña no quería ver la realidad que vivía, pero no puedo hacerlo, ésa no es ninguna forma de enfrentarse a los problemas.
Soy una chica que intenta aparentar que es fuerte, pero en realidad no lo soy. Soy muy débil, más de lo que me permito consentirme a mí misma. Si pudiera llorar, pasaría todo el día rodeada de piscinas de lágrimas, pero no puedo, al menos mis ojos no cooperan para hacerlo realidad. Así que contrariamente, vivo con el dolor, que me invade y me paraliza. Intento seguir andando por los monótonos pasillos en los cuales veo a la gente andar, pero ésta a penas pasar por mi lado es consciente de que existo. Poca gente conoce mi nombre, pero habrá algún día en que sí que lo harán. De algún modo lo sé, porque termino estando en boca de todos.
A menudo reflexiono, pienso en que sólo cuando estás a punto de perder a alguien le dices que le amas. Entonces, ¿De qué sirve si sabes que vas a perder a alguien? Yo ahora estoy intentando hacer las paces con mi pasado, pero temo que nada de eso sirva de algo.
Desganada salgo de la habitación, arrastro los pies, tengo sueño, he pasado una terrible noche. Después de interminables reflexiones, cierro los ojos, sólo para vivir rodeada de pesadillas que desearía que no existieran. Es terrible sentir ésto cada noche.
Sufro y en realidad no debería hacerlo, debería estar bien. Aquí tampoco estoy tan mal a excepción de cuando recuerdo que no tengo ninguna escapatoria para lograr salir de éste lugar.
Me vuelvo a ver reflejada en una superficie de metal. Me he visto en el espejo pocas veces, al final mi rostro, mis rasgos se comienzan a borrar.
Otra mañana más, ¿A caso alguna vez pasarán los malditos años que me separan de la libertad que tanto ansío? Me siento al lado de Elena, a penas le saludo. No comprendo cómo después de saber cómo soy, aún hablamos, aún tenemos confianza la una con la otra. Tal vez ella sea una mejor amiga, alguien que tampoco merezco.
Voy a clase, allí las horas a veces parecen eternas y otras son demasiado rápidas.
Al llegar la tarde, me vuelvo a encontrar con aquella insufrible chica que habló mal de mí. La ignoro cuando veo los guardias que me siguen de cerca. Me voy a mi habitación, pero voy tan distraída con mis propios pensamientos que ignoro que alguien me sigue.
-¿Qué le ha pasado a la chica violenta del internado?-Dice su odiosa voz. Me está provocando, sólo eso. Inspiro profundamente mientras abro la puerta de mi habitación. De algún modo me coge por el hombre con más fuerza de la que creí que tuviera y me enfrenta.
-¿Ahora no hablas?
-No es que no hable, simplemente no hablo con estúpidas.-Le suelto sin ningún tipo de vergüenza, tampoco me importa el tono de mis palabras. ¿Qué más da lo que piense de mí?
-Seguramente te preguntarás qué hago aquí.-Comienza a decir.
-La verdad es que no me lo pregunto.-Vuelvo a intentar abrir la puerta, ignorando su tono de voz. Sinceramente no me importa una mierda lo que me tenga que decir. No me cae bien, y yo tampoco le caigo en gracia, así que mientras que cada cual siga por su camino todo irá bien, al menos ella no terminará sin dientes. Intento calmarme porque siento que la furia me invade cada vez que recuerdo sus palabras, cada momento en el que escucho cuando me decía que era una desgraciada. Enrojezco de rabia.
-¿Qué ocurre? Aún no te he dicho nada.
-Pues no tengo todo el tiempo de vida.-Digo intentando disimular mi enfado.
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Sombras a mi alrededor
Teen FictionRabia, Rencor. Lágrimas que no aparecen Pero que están en un interior. Miradas salvajes, nubladas por velos de sangre que cubren los ojos. Gritos y palabras hirientes. Arrepentimientos después. Puños cerrados, y sonidos ensordecedores. Alg...