Capítulo 21

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A medida que pasan los días, siento que Adam ha desaparecido, ya no sólo al saber que él está en otro lugar, sino también al no recibir noticias de él. El pasado domingo me sentí levemente inquieta al no recibir ninguna llamada, (ya ni mis padres me llaman) pero lo que me hizo daño de algún modo fue saber que cabe la gran y probable posibilidad de que se haya olvidado de mí. A pesar de que el diga lo contrario, sé que le será muy fácil olvidarse de mí, por la causa de que sólo nos hemos encontrado en algún momento en nuestra existencia, ha sido como abrir un paréntesis en la vida para más tarde volverlo a cerrar. 

Mientras los días empiezan y acaban, siento que la vida avanza, y no solo la vida en general, también lo hacen los estudios y aumenta la incertidumbre de saber qué será de mí y de mi vida. ¿Cuáles son mis sueños? Lanzaron una pregunta al aire, un día cualquiera, y entonces reflexioné, pero antes de saber cuales eran mis sueños debía pararme a pensar en quién soy yo, cuales son mis gustos y mis afinidades, sólo así lograré saber qué rumbo tomarán mis sueños, o tal vez no lo sepa, muchas veces surge algo inesperado que altera todos tus planes antes siquiera de ponerlos en marcha. 

Al volver aquel día a mi habitación, saqué una hoja en blanco y escribí la pregunta: ¿Quién soy? Una cuestión parecida me había hecho la psicóloga en la primera visita, no supe qué responderle, y ahora sinceramente, tampoco lo sé del todo. 

Aún así, logré escribir un poco mis gustos, como si sólo fuera un ejercicio más. Después volví a mirar todo aquello que había escrito, y me sorprendí porque llegué a expresar cosas que ni sabía que tenía en mí, unas inquietudes que no había manifestado hasta la fecha, o quizás sí, sólo que todos esos días de tensión, de tener los ojos nublados por velos de sangre, me habían impedido mirar más allá de la ira. No es que aquí haya dejado de sentir dolor, pero al mismo tiempo, saber que he salido de casa, de forma provisional, me ayuda a saber que soy un poco más libre. Sí, sigo estando en ésta cárcel, con los vigilantes a quienes debo dar explicaciones aunque sólo vaya a la biblioteca, pero con el paso de los días, lo encuentro más soportable. Y lentamente me doy cuenta de que más que sobrevivir a los días, los comienzo a vivir. Hay una diferencia entre vivir y sobrevivir o resistir. Lo distinto es que mientras vives, sigues adelante, marcas diferentes pautas en tu vida, puede que algunas te gusten más, otras menos, pero logras despertarte y mirarte al espejo para pensar que ha llegado otro día, y de algún modo sonríes, porque tienes planes y objetivos que no te importan que sean reales o que no lo sean, sólo necesitas saber que están ahí. En cambio sobrevivir es lo que he hecho toda mi vida, ir arrastrándome por la vida, por decirlo de alguna manera. Arrastrarme junto con periodos de rabia en los cuales la ira es mi amiga. 

Ahora sigo siendo así, pero desde que he visto que a la mínima pueden castigarme, y por tanto no es la mejor solución estoy más calmada. Han logrado apaciguar un poco toda la carga de ira, de rabia, de dolor que se mezcla en mí y que crea tormentas explosivas. 

Por otra parte, dejando de banda los días, se encuentran las noches. La otra cara de la moneda. Hace ya un mes desde que todo comenzó, ni yo misma me explico cómo he podido aguantar tanto, pero finalmente ya no resisto, ahora sólo dejo pasar el tiempo, y no me martirizo más pensando en el día en que me vaya. 

Ya las noches no son pesadillas, ya no las veo como tal, quizás es que he cambiado un poco o que ya me he acostumbrado a la repetición de la situación. Como ahora estoy más calmada, Mateo ya no se muestra tan agresivo como antes, ya es distinto, no deja de aprovecharse de mí, pero ya se ha convertido en una rutina. No puedo olvidarme de que sea una rutina horrible, siempre he pensado que llegadas situaciones así lo primero que debes hacer es buscar ayuda, sin pensarlo dos veces, pero yo me siento atada, condicionada. No le temo, no temo que se me gire en contra, sólo es que de algún modo ya siento que es como si hubiéramos firmado un pacto que no debería ni de existir. 

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora