Capítulo 39

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Andamos por las frías calles cogidos de las manos. Aún todo me parece irreal, pero a la vez magnífico. He esperado meses, en los cuales no he sabido nada de él, en los cuales he creído que el amor es fuerte, pero al mismo tiempo es algo muy frágil que a la primera de cambio se rompe en mil pedazos, y pones punto y final a una historia.
En nuestro caso no ha sido así, hemos sobrevivido a todo lo que ahora dejamos atrás, a todas las experiencias que no nos han hecho sino ser más fuertes de lo que ya éramos.
Aún puedo ver mi llegada al internado, la rebelión que sentía con el mundo en general, conmigo misma, principalmente. Y cómo sentí que mis padres, y mi familia en general me había abandonado. A partir de ése punto, tenía dos opciones, seguir en el suelo o dar un paso al frente. A estas alturas, aún no sé muy bien qué decisión tomé, porque hay momentos en los que siento que aún sigo en el suelo, y que cada día que pasa a mi vida, es un día más de arrastrarse por el suelo del internado, pero ahora soy libre. ¡Libre! Al fin, y ¿Porqué entonces siento que algo me impide serlo completamente? Es como si pese a todo, aún tuviera unas invisibles cadenas que me atan emocionalmente y me impiden ser libre por completo.

Pensé que estar en ése internado con sus particulares métodos, era un infierno, pero ahora, el presente, aunque esté al lado de Adam, no deja de ser un poco desalentador. No tenemos casa, tampoco dinero, sé que no fue el plan mejor elaborado el escaparme del internado, y probablemente ya hayan perdido mi pista. Ahora que la pulsera roja ya no está, todo es diferente, pero a la vez no lo es. Al mismo tiempo siento que es complicado olvidar el que ha sido mi hogar por unos meses.

Es cierto que hay días en los cuales sientes que el tiempo no pasa, que se detuvo en algún momento y ahí se quedó, y que tú sólo eres una estatua. He permanecido demasiados días sintiéndome menos que una estatua. Una muñeca, alguien que se dejaba guiar, alguien que no rechistaba, que intentaba volver a ser la misma Zoe de antes, pero que ya no lo era. ¿Tanto he cambiado?

No sé si decir por fortuna o por desgracia, porque ahora mismo, no tengo muy clara la diferencia, llega un momento en el cual las barreras entre el bien y el mal se difuminan y distorsionan la realidad, yo ya no sé a partir de qué momento me he interpuesto entre ésas barreras.

-¿Estás bien?-Me pregunta Adam, y consigue abstraerme de los pensamientos que me preocupan y me impiden ver su hermosa sonrisa, la que durante tantos días había buscado, pero que entre toda la oscuridad no había encontrado.

-Te mentiría si te dijese que lo estoy... Y ya me he cansado de mentir, de fingir que todo es bonito, que detrás de toda la oscuridad y las sombras que me acompañan aún hay días en los cuales sale el sol.

-Zoe... ¿Qué ocurre?-Comienza a preocuparse y le comprendo, el problema está en que no me entiendo ni a mí misma. Me siento en medio de un espiral de emociones en el cual predomina la confusión y la angustia de no saber qué será de nosotros. Si sólo fuera de mí no me importaría, ya encontraría alguna solución, pero no es sólo de mí, está él y ha sido una de las pocas personas a las que le he importado, siento que él no se merece todas las desgracias que pueda llevar conmigo.

-No deberías haber venido a por mí...-Empiezo a decir, pero de repente se me quiebra la voz ante todas las emociones que no soy capaz de expresar.

-Ya no me quieres, ¿verdad? Bueno, si es así, déjame decirte que yo sí te amo y no me importa nada más del pasado. Si nuestros caminos deben separarse que sepas que seguiré soñando contigo y te seguiré buscando a pesar de que la oscuridad sea lo que predomine en nuestras vidas.

-No se trata de eso, Adam, te sigo amando, de algún modo igual de inexplicable e irracional que hace tiempo, pero siento que no te quiero hacer daño con todos los problemas que acarreo yo. Espero que me entiendas.

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora