CAPÍTULO 4

150K 11K 7.8K
                                    

—Te dije que sonaba raro —me recuerda mientras se cruza de brazos mirando el humo que sale del coche.

—Y yo te oí en su momento.

—Pues no lo parece.

—Obviamente no iba a salir del coche a revisar algo que no sé cómo funciona. Sería un poco estúpido por mi parte ponerme delante del coche mirando algo por minutos cuando no tengo ni la más remota idea de cómo arreglarlo, ¿no crees?

Me aparta la mirada y mira todo nuestro alrededor, quizá preocupada. Ya no nos rodean tantas montañas pero el cielo sigue gris y no ha pasado más de cuatro camiones y dos autobuses en todo lo que llevamos de trayecto. Estamos literalmente perdidos.

—Bueno, ya no sale tanto humo —dice después de un buen rato colocándose a mi lado para mirar con la cara arrugada al motor.

—No sabemos cuánto queda de aquí hasta la ciudad más cercana —resoplo y me restriego la cara con ambas manos.

—No creo que quede mucho, ¿no tenías un mapa? Además, has conducido por un buen par de horas, ya debemos estar cerca de... algo.

Asiento buscando alguna solución por la arena de la carretera o intentando recordar si alguna vez arreglé un coche, pero nada. Miro a Elba que no para de repasar el vehículo de arriba abajo y supongo que no tengo más opciones que recurrir a la idea que acabo de tener.

—¿Sabes arrancar un coche?

Ella me mira dubitativa por unos segundos como si se lo tuviera que preguntar a sí misma por dentro para estar segura, pero al final asiente lentamente.

—¿Dónde vas tú?

—A empujarlo —le digo cerrando el capó.

Me mira de arriba abajo como si me estudiara y asiente. No sé que acaba de pasar por su cabeza pero creo que quiero saberlo. La sonrisa que se está tragando me deja con curiosidad.

—¿Qué pasa?

—Nada.

—Vale.

Te has rendido rápido, Derek.

Camina hasta el asiento del conductor y se sienta antes de levantarme un pulgar. Suspiro fuerte, no sé si de verdad puede hacer lo que le acabo de pedir pero espero que no me haya mentido y de verdad sepa hacerlo o sino estaré empujando el coche como un idiota. Tampoco es que sea lo más difícil del mundo, pero supongo por lo joven que es que no sabe conducir.

—Bien, a la de tres —le aviso.

Para mi sorpresa, ella sabe hacerlo a la perfección. Repito: tampoco es tan difícil, pero eso ha sumado un punto para ella. Corro al lado del coche y ella se ríe quitando las manos del volante y gritando:

—¡Vamos, Derek, tú puedes!

—¡Sostén el volante, Elba!

—¡No vamos a chocar con nadie! —Touché—. ¡Vamos, salta!

—¿Quieres que salte cuando tu culo sigue en el asiento?

Creo que acaba de murmurar touché o no sé si ha sido mi imaginación, pero rápidamente se aparta mientras sostiene el volante con una mano desde su asiento.

—Guau, ¿sueles saltar dentro de coches en marcha regularmente? —pregunta poniéndose el cinturón cuando ya estoy maniobrando el volante entre mis manos y posiblemente también jadeando.

—No, solo me he visto obligado hacerlo contigo.

Y no pienso repetirlo en mi puñetera vida. No soy alguien que hace ni grandes ni mínimos esfuerzos.

En las botas de DerekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora