CARTA:

56.5K 6.1K 2.7K
                                    

Un día como otro cualquiera, en la oscuridad de mi habitación, cuando todos piensan que duermo, alumbrada por una pequeña linterna, escribo esta carta para el día en el que me vaya.

Hola Derek. No preguntaré qué tal estás porque me lo imagino: jodido.

Voy a confesarte, por muy retorcido que te suene al leerlo, que me he reído al escribir lo anterior. ¿Qué quieres? Mientras escribo esto sigo viva y me río por culpa de ese humor tan tuyo. De alguna forma, que me haya reído ha sido culpa tuya, por tener ese fetiche tuyo de estar siempre tan jodido.

Bueno, me centro, que sino esta carta será más larga que la Biblia.

Comenzaré de una manera muy clásica:

Si estás leyendo esto es porque ya no estoy con vosotros. Lo siento mucho, perdóname por haberme dejado ganar por la muerte. No me culpes, no supe cómo ganarle. Tal vez para la próxima...

Te escribo esta carta para despedirme para siempre. No nos volveremos a ver más y eso es algo que me entristece como no tienes manera. Te pido perdón, de nuevo, por haberme ido. Pero así se han dado las cosas y hay que seguir hacia delante. Sé que mi pérdida te habrá dejado mal, triste y que ahora mismo piensas en todo menos en querer seguir hacia delante. Está bien, sigue triste, llora si te sientes mejor haciéndolo, o di jodido cuantas veces quieras si eso te consuela. En algún momento eso lo dejarás atrás y continuarás viviendo sin estar triste por mí, sin estar mal y me recordarás con una sonrisa o tal vez una carcajada. Te aviso desde ya que llegará el momento donde me recuerdes y ya no sea un mal trago para ti, sino que, todo lo contrario, sea un buen recuerdo. No sé cuándo ocurrirá eso exactamente, pero te aseguro que pasará. Por el momento, haz lo que te haga sentirte mejor.

Me consuela saber que cuando me fui de este mundo tú eras un tío buena gente, porque eso significa que en el mundo se queda gente maravillosa para hacer de él un lugar maravilloso. Tú, que vives, tienes esa responsabilidad.

También tienes la responsabilidad de seguir viajando, de seguir haciendo locuras, aunque intenta que no sean con más Elbas barra Emmas barra Jones barra James por tu bien. Tienes la responsabilidad... ¡no! ¡Qué digo? Tienes la obligación de seguir aprendiendo cosas, de ir siendo cada día mejor persona y de ser feliz. Mientras viajabas por Australia conmigo, veía como hacías todas esas cosas: aprendías, mejorabas, disfrutabas y eso te hacía cada día que pasaba, un Derek mejor que el día anterior.

Como mejor amiga tuya que fui, te recomiendo que nunca dejes de hacer amigos y de querer. De querer de mil formas distintas, como la nuestra por ejemplo. Como tú me dijiste una vez, no hace falta ir clasificando el amor. Así que encuentra a otra mejor amiga, a diez más, a todas las que quieras y quiérelas mucho. También búscate amigos, que yo sé que a ti las chicas te gustan más que el pan, pillín. Recuerda: sea a quien sea, quiérele, de la manera que sea. Claro, con respeto y no de manera obsesiva e insana como algunos casos del CSI: New York. Créeme: eso siempre te llevará a la cárcel.

En definitiva: conoce a gente, haz amigos, quiere mucho, quiere bien.

Te aseguro que yo te quise bien. Tú ya sabes que eres difícil de querer (y más de soportar), pero no sé cómo logré hacerlo. Bueno, en realidad sí lo sé. Tu acento. Esa era la clave. Tú acento hacía de ti un gran partido como amigo. Es broma, en realidad te quise por la gran persona que eras, por haberme ayudado siempre y por nunca abandonarme.

Esto me lleva al momento de darte las gracias. Para hacerlo bien, debo remontarme al minuto cero de todo. Ese preciso instante donde abrí la puerta de tu coche y me lancé en el asiento del copiloto. Recuerdo muy bien lo primero que dijiste nada más verme: ¿pero qué coño...? Ahora mismo me acabo de reír al recordar ese momento, sobre todo por tu reacción. Muchas gracias, Derek, por no haberme sacado a rastras de tu coche, por haber arrancado y por haberme ayudado aquel 3 de enero. Los cuarenta días siguientes fueron lo mejor que he hecho en la vida, te lo aseguro. Gracias por no haberme dejado tirada en plena tormenta. Gracias por haberme prestado la ropa de Hanah para poder pasar los días. Gracias por seguir conduciendo hacia delante, llevándome a cada sitio diferente, por no retroceder y por no delatarme. Gracias por estar conmigo en todos esos lugares a los que fuimos. Gracias por no enfadarte, bueno, al menos no tanto, cuando descubrías que te mentía. Gracias por tenerme paciencia, o intentarlo. Gracias por no ir a la policía cuando descubriste la verdad, pese a que te la jugabas, hiciste caso a mi petición de no contárselo a nadie, solo para no hacerme daño, para protegerme. Te lo agradezco de todo corazón. También te estoy agradecida por enseñarme a ver la vida de otra manera, por haber discutido a lo tonto conmigo, por haberme hecho reír, por tu sarcasmo y tu doble sentido para todo. Gracias por ser el mejor amigo que nunca tuve, por haberme cuidado como un hermano mayor y haber sido mi secreto amor platónico (inserta risas aquí, muchas, muchas risas) (Por descontado que lo anterior es mentira, no te hagas ilusiones, amigo). Gracias por haberme animado en mis bajones. Gracias por encargarte de que mis dieciocho fueran especiales. Gracias por reírte conmigo (aunque más te reías de mí que conmigo), por haber bailado conmigo, por haber huido conmigo y por haberme querido de esa manera tan especial. Gracias por haber compartido conmigo esos cuarenta días. Y, por último, gracias por haber venido a visitarme al hospital para que no me sintiera tan sola, por animarme y por darme esperanzas aún teniendo un futuro incierto.

Te seguiría dando las gracias la vida entera, pero me temo que eso es lo que he hecho.

Bueno, bueno, sin dejarnos llevar por la tristeza, lo que quería dejarte claro con todo lo anterior es que yo te estoy agradecida infinitamente por todas las cosas que hiciste por mí. Y eso no va a cambiar aunque yo ya no esté porque te seguiré agradecida en esta vida y en la otra, si es que hay.

Te quiero pedir algunas cosas, si no te es mucha molestia, claro. Me gustaría que te quedaras con nuestra foto, esa que nos hicimos con una cámara desechable aquella vez de excursión. Te la dejo en este mismo sobre, junto con la que te hice a ti y un par más de las que hice yo. Guárdalas por mí y míralas cuando quieras, o bien guárdalas y olvídalas. Son tuyas a partir de ese momento. También te pido como favor que te quedes con mi parte del llavero, ese que ponía "soulmates". Así tú podrás tener las dos partes juntas. Igual que las fotos, mi parte del llavero podrás encontrarlo en el sobre. También quiero pedirte que escuches el disco que te regalé una vez más, al menos una vez como favor. Luego escúchalo tantas veces como quieras o refúndelo en tu casa. Me gustaría pedirte de favor que no me olvidaras, pero no lo voy a hacer. Esos favores no se piden, al menos yo no te lo voy a pedir a ti. Eso es elección tuya. Yo sé que no te podré olvidar nunca, esté donde esté. Por último, por favor nunca dejes de ser tú. Eres una persona fantástica y el mundo necesita gente como tú.

Ahora sí, habiéndote dado las gracias por todo, habiéndote pedido los favores que quería pedirte, sigo a despedirme.

Siento mucho tener que escribir esta carta, pero quería hacerlo. Es tan agridulce esta sensación. Las despedidas no son, ni por asomo, algo bonito, pero son mejor que desaparecer sin más. Ojalá fuéramos eternos, pero como eso no es posible, me conformo con saber que las amistades como la nuestra sí son para siempre. Quisiera decirte que no hay motivo para estar triste, pero es que sería una mentirosa, sobre todo porque yo estoy demasiado triste en este momento mientras escribo esto.

No es un trago fácil sujetar el bolígrafo justo ahora. Y me imagino que será igual de amargo para ti estar leyendo esta carta. Pero, ¿qué te puedo decir? Estas cosas pasan y nos ha tocado a nosotros pasarlo. Daría lo que fuera por poder quedarme aquí con todos vosotros, seguir creciendo y disfrutando de toda la vida que tengo por delante. No estoy nada preparada para no despertar más, pero no creo que sea algo para lo que alguien esté preparado a los dieciocho años. Sin embargo, vosotros os quedáis aquí, con un trocito de mí cada uno. Solo pienso en lo mucho que os queda por vivir y me alegro, porque al menos la vida solo fue injusta conmigo y no con uno de los que amo.

Pese a todo esto, Derek, soy feliz. Créeme, lo soy. Gracias a mi madre, a mi padre, a todos y gracias a ti, lo soy. No me gustaría que pensaras ni por un segundo que viví triste, porque esa no es la verdad. La vida es dura por lo que me ha dejado ver, pero no es motivo para vivir triste y eso lo he aprendido viviendo. Así que gracias una vez más, a todos vosotros, por haberme enseñado a vivir la vida de la mejor manera posible frente a la adversidad.

Ha llegado el momento, tengo que decirlo por dentro y escribirlo en esta carta. Adiós, Derek. Ha sido un verdadero placer conocerte. Si hay otra vida aparte de esta, espero conocerte en la otra también. Y si hay millones de universos paralelos a este, espero conocerte en todos y cada uno de ellos.

Has sido de esas cosas maravillosas que ocurren en la vida por pura casualidad. Espero sinceramente que también haya sido grato para ti conocerme. No te olvidaré nunca.

Te quiero mucho, Derek. Te deseo lo mejor, amigo mío.

Atentamente,

Elba barra Emma barra Jones barra James.


FIN

En las botas de DerekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora