Oxford, Inglaterra
Tick... Tock... Tick... Tock
Las manecillas del reloj hacían eco en la silenciosa e iluminada habitación.
—¿Cuál es tu nombre? —la mujer detrás del escritorio habló con un ligero acento alemán.
—Elizabeth Greco —la pequeña morena contestó de forma casi mecánica. Le habían preguntado lo mismo tantas veces y ella lo había memorizado igual que memorizaba los párrafos para una prueba de historia: rápido, ligero, pero al decirlo sonaba extraño, ajeno, casi sin sentido.
—¿Cuántos años tienes?
—Tengo dieciocho años —de todas las preguntas que le hacían, ésa era la más real a sus oídos.
—¿Dónde y con quién vives actualmente?
—Vivo en Oxford, con mi madre —Liz respondió casi de mala gana, aún no entendía por qué le seguían preguntando cosas tan obvias como ésas.
—Muy bien —La mujer se acomodó los lentes y apoyó ambos brazos sobre su escritorio, un momento de silencio. Liz miró el reloj en la pared de su derecha y suspiró, aún quedaban veinte minutos antes de terminar la sesión. No era que a Liz le molestara la mujer frente a ella, en realidad la señorita Kant era muy agradable, pero tener una psicóloga personal la hacía sentir un poco demente, y sobre todo, sentía que no funcionaba —¿Hay algo que quieras contarme? ¿Algún destello en tu memoria?
Le preguntaba lo mismo en cada sesión, y siempre la respuesta era "No". Pero esta vez sí había algo.
—En la última semana —comenzó despacio —he tenido algunos sueños.
La señorita Kant pareció encantada.
—¿Qué has soñado?
—Algunos rostros. Sé que son rostros pero no los recuerdo por completo... —Se detuvo mirando la pared pálida y forzando a su mente a recordar —Cabello rojo... piel pálida... ojos azules —habló como recitando algún poema.
—¿Eso significa algo para ti?
Liz asintió no muy segura.
—Sí.
—¿Qué significa?
—No lo sé —admitió. Había algo que faltaba. Ella sabía que había algo importante que no lograba recordar.
Había pasado todo unaño intentando recobrar sus recuerdos perdidos, pero nunca lo lograba y,finalmente, se rindió. No importaba lo que había sucedido antes, Liz ya no quería recordarlo más.

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Olvídame
ActionYa nada será igual. Respira hondo, cierra los ojos, e intenta recordar. En ésta segunda parte: la clandestina vida de Alan saldrá a la luz. Mentiras y secretos guardados celosamente bajo llave, pondrán a prueba la confianza de Liz. Los amigos podrí...