9. Esta inquietud

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(Liz)


Oxford, Inglaterra

***


Mis ojos no veían nada. Mis pies parecían caminar sobre algodón, y nada parecía real.

Yo no tenía más opción que correr, escapar de lo que sea que estaba siguiéndome. No podía escuchar sus pasos, no podía sentir su respiración, pero aún así sabía que estaba cerca. No sabía si era una persona o un monstruo, pero aún así sabía que no iba a dejarme vivir para averiguarlo.

Respiré profundo, el aire cargado de tierra y sangre entraron por mis fosas nasales, y se instalaron en cada centímetro de mi cuerpo. Los gritos lejanos de desesperación me desgarraban los oídos. No estaba pensando con claridad, no estaba segura de nada, ni siquiera de mi propia vida, lo único que sabía era que alguien estaba detrás de mí.

Pude sentir mis piernas aflojarse, entonces estaba caminando, y luego me detuve. Todo aún estaba oscuro, el aire aún tenía ese desagradable sabor metálico de la sangre, y los gritos aún se escuchaban. Pero mi corazón ya no latía con la misma fuerza, mis pies ya no se movían, y, simplemente, esperé.

De repente, un fuerte estruendo hizo callar los gritos, y un viento violento golpeó a mi lado, mi cabello voló hacia adelante y noté, vagamente, un objeto pequeño y brilloso volando junto al viento; una bala. La bala iba increíblemente lento, como si estuviera cortando a través de agua. No me moví, y de repente, una lluvia de balas en cámara lenta pasó a cada lado de mí.

Liz... una voz me llamó. Y luego, una imagen me atacó como el encender y apagar de una luz, pero no era tan clara como para entenderla ¿Lizla voz volvió a decir mi nombre, y la imagen ahora fue un poco más clara, aunque lo único que recuerdo fue cabello, largo y pelirrojo ¡Liz!

La urgencia en su voz, me hizo voltear. Una silueta a contraluz estaba parada frente a mí, era un chico, aunque no podía ver su rostro, lo sabía de alguna manera. Sin perder más tiempo, el chico levantó su arma cargada contra mí y disparó una última vez.


***


Abrí los ojos de golpe, solo para darme cuenta de que ya había amanecido y la alarma de mi celular había estado sonando por horas. Sin mirar, alargué mi mano para alcanzar el celular, pero lo que toqué luego fue cabello suave y despeinado. Me asomé entre mis sábanas y vi a Mei desparramada en gran parte de mi cama. Cuando me dí cuenta, yo estaba en la orilla y casi pisando el suelo. ¿Cómo había pasado esto? ¡Ah!, por supuesto, habíamos pasado toda la noche mirando películas de terror, hasta quedarnos dormidas acurrucadas bajo las mantas y en la oscuridad.

Cuando logré alcanzar mi celular, apagué la alarma y sacudí a Mei para despertarla. Ella gruñó y despertó, mirando hacia cada rincón de mi habitación.

—Esta no es mi casa —murmuró. Reí.

—Claro que no, nos quedamos dormidas —bostecé, y luego me acurruqué aún más entre mis sábanas —. ¡Qué bueno que es sábado!

—Liz... —Mei se sentó —hoy es viernes.

Me senté de un salto, fue tan rápido que mi cabeza dio vueltas y mi visión se nubló por un segundo.

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora