(Liz)
De alguna manera me siento fuera de lugar en esta casa. Cuando esa chica, Jenn, me dio esta dirección por teléfono, estaba tan desesperada que no dudé en venir. Ahora, me sentía como una pequeña niña nueva en un jardín de niños... un muy oscuro jardín de niños malos.
La pequeña casa era acogedora, hecha completamente de madera pulida, con muebles antiguos y fotografías viejas en las paredes, parecía una casa bastante normal. Lo que me preocupaba era estar en el mismo lugar con un hombre (creo que su nombre era Erik) grandote y con un aura bastante oscura, y una chica con un parche en el ojo que me miraba como si me odiara. También había una mujer de unos cuarenta años, tal vez, llamada Lou, ella era muy agradable, me miraba como si me enviara toda su comprensión y compasión, pero no hablaba mucho.
En la sala del piso de abajo, yo tamborileaba mis dedos sobre mis piernas y estaba apoyada al pie de las escaleras, esperando ver a Alan volver. Hace algunos minutos, él se había encerrado en la habitación, con una pequeña niña que, aunque nadie lo dijo, yo sabía que era su hermana menor. La niña me había echado una mirada extraña antes de entrar por completo, recuerdo.
No podía contener mi ansiedad. Aunque no los viera, sentía la mirada del hombre y la chica sobre mí, casi podía sentir que me atacarían en cualquier segundo. No podía seguir más en ese lugar, así que empecé a caminar hacia arriba, subiendo las escaleras y esperando que nadie me preguntara por ello.
—¿A dónde vas? —escuché la voz gruesa del hombre detrás de mí. Maldije mentalmente y pensé en una buena excusa, pues no podía decirle "no quiero seguir en el mismo lugar que ustedes". Recordé, de repente, el pequeño cuarto que había visto al bajar.
—Necesito ir al baño —murmuré, y sin esperar respuesta seguí subiendo.
Casi suspiré cuando estuve lo suficientemente lejos. No había tenido el tiempo suficiente para preguntarle a Alan sobre ese lugar y esas personas. Pero sabía que había visto a esa chica, Jenn, antes, al igual que la pequeña niña que estaba con Alan. Por otro lado, aquél hombre me era completamente desconocido y, siendo sincera, daba un poco de miedo. Podía sentir que me miraba con desconfianza. ¿En serio? Yo debería de mirar con desconfianza a todo el mundo, incluso a Alan, pero de alguna manera, él era el único al que mi confianza recaía sin dudas.
Caminé en silencio por el pasillo vacío, sintiendo el sonido de la televisión desde lejos. Me detuve un par de veces a mirar las viejas fotografías en blanco y negro; en muchas de ellas aparecían niños felices, supuse que las fotos serían del hombre aterrador, aunque no supe reconocer cuál de todos los niños sería él. Habían candelabros y relojes viejos, de hecho, habían muchos artículos antiguos, me recordaba un poco a la casa de mi nonna.
Sin saber muy bien cómo, terminé frente a la habitación donde estaba Alan. La puerta estaba un poquito entreabierta y algunos susurros salían de ahí, me debatí si debería alejarme o quedarme y escuchar. Últimamente no estaba haciendo las cosas correctamente, así que decidí seguir con esa nueva forma de vida que había adoptado. Acercando lentamente mi oído a la fría madera de la puerta, escuché.
—¿Por qué no hablas? —escuché la voz de Alan, sorpresivamente suave. Ante el silencio de la niña, decidí asomarme y mirar por el espacio entreabierto de la puerta. Ella estaba sentada sobre la cama y miraba sus manos sobre su regazo, Alan estaba sentado a su lado y la miraba sin doblarse demasiado, por sus heridas.
—¿Tu... —empezó ella con cuidado —mentiste?
Él no contestó de inmediato.
—Lo siento.
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Olvídame
AksiYa nada será igual. Respira hondo, cierra los ojos, e intenta recordar. En ésta segunda parte: la clandestina vida de Alan saldrá a la luz. Mentiras y secretos guardados celosamente bajo llave, pondrán a prueba la confianza de Liz. Los amigos podrí...