16. Los sueños de antaño

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(Liz)


Las cosas empezaban a dejar de ser extrañas poco a poco. Había pasado alrededor de una semana, y nada parecía ser un gran cambio para mí, a excepción de Jonathan, a quien veía cada noche al otro lado de la ventana. Esos cortos encuentros se habían vuelto habituales y, casi, un secreto. No había hablado sobre eso con nadie, ni con mis amigos, ni con mi madre, ni siquiera con Aiden. Era divertido pensar en esas inofensivas conversaciones como algo que guardaba solo para mí, de alguna manera (y, a pesar de sonar un tanto infantil) me hacía sentir un poco más rebelde.

Un viernes por la noche, me di cuenta que, aparentemente, no estaba guardando bien mi pequeño secreto. Estaba terminando la tarea de Matemáticas, haciendo tiempo hasta que el cielo oscureciera un poco más, cuando mi tío Michael entró a la habitación.

—Lizzy —saludó —¿Qué tal la tarea?

—Agotadora —respondí cerrando el último libro en mi cama —. Los exámenes finales están cerca.

—Esfuérzate, tu madre estará feliz por eso.

—Quiero ser libre en las vacaciones, así que lo haré.

Él rió, pero aquel sonido parecía ajeno, casi forzado. Supe, entonces, que él no había venido aquí con la simple intensión de preguntar por mis estudios.

—Liz, hay algo de lo que quiero hablar contigo —dijo después de un tiempo. Lo sabía.

—Claro, ¿qué sucede? —respondí dejando mis libros a un lado.

—Pues, inevitablemente, he notado que hablas sola por las noches —me miró con sus ojos preocupados —tal vez deberías ir a ver a un psicólogo. Liz —puso su mano sobre mi hombro —, creo que estás demente.

Rodé los ojos cuando él empezó a reír de su propia broma. Él era igual que Aiden, pero con varios años encima.

—Oh, Dios...

—Ahora, hablando en serio —secó una lágrima imaginaria bajo su ojo —, realmente te he escuchando hablar por las noches y, aunque sé que no estás demente, eso me preocupa.

—No hablo sola —aclaré.

—Lo sé, pero lo que quiero saber es con quién hablas.

"¡Oh! Con un chico que vive al lado, con el que hablé la noche que discutí con mamá por haberle mentido." No estaba segura de cómo sonaría eso, así que dije algo diferente.

—Es un compañero de la escuela —decir aquello no fue difícil —. Acaba de mudarse al edificio de al lado.

—¿Es el tal Ben? ¿Con el que tuviste la cita el otro día?

—No es él, pero —fruncí el ceño — ¿cómo sabes sobre él?

—Mi hijo es buena persona, pero es pésimo guardando secretos —se encogió de hombros —. Pero, qué bueno que conozcas a ese chico, ¿no? —asentí mirando a lo lejos, sintiendo mi mentira pesándome en los hombros. Intenté animarme, diciéndome que Jonathan no era un desconocido —quiero decir, sería peligroso si es alguien que no conoces, y yo estaría obligado a decírselo a tu madre.

Engañar a tío Michael no era fácil. A pesar de aparentar parecer un tipo tranquilo y despreocupado, él era muy perceptivo, y siempre sabía ver a través de mis mentiras. Si yo hubiera sido una niña pequeña, ya hubiera admitido mi mentira; pero eso no pasaría ahora. Lo último que quería era que mi madre descubriera que hablaba con un chico por las noches. Así que, seguí con esa mentira, y, afortunadamente, tío Michael no había hablado sobre el tema con mi madre.

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora