29. Sangre y despedidas

5.5K 492 70
                                    

(Liz)


Mi mente viajó de inmediato. Todo se desvaneció y me sentí nuevamente en el pasado. Con nueve años no entendía muchas cosas, no sabía muchas cosas, y tampoco me importaban muchas cosas

Me recordé a mí misma corriendo por el jardín de mi madre, con Aiden persiguiéndome y yo pisando las queridas flores de mamá. Recordé la cálida mirada de mamá cada noche antes de ir a dormir. Recordé las divertidas bromas que mi padre solía compartir con mi tío, y la suave mirada de éste último.

Siempre pensé que tío Michael era muy diferente a mi padre, él siempre fue más ligero, más bromista, más jovial... o eso era lo que yo creía, lo que él nos hizo creer.

Siempre había nada más que tranquilidad en su expresión, pero ahora había algo diferente. En este momento, en plena madrugada y bajo la tenue luz de un faro, el rostro de tío Michael estaba inundado por una diversión fría y casi morbosa, tan fuerte que tuve que hacer un esfuerzo para no desviar la mirada.

—¿Cómo es posible? —dije antes de poder detener mis palabras. El hombre frente a mí, que alguna vez me pareció familiar, rió secamente.

—Estaba esperando ver la reacción en tu rostro cuando supieras la verdad —confesó —. Debo admitir que te ves muy divertida ahora mismo, deberías ver tu expresión de confusión.

Negué con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras correctas para una respuesta. Él rió una vez más y se agachó hasta estar a la altura de mis ojos.

—No tienes idea de lo que sucede, ¿no es verdad? —sonrió, una sonrisa que me había dedicado incontables veces mientras era una niña —. No te preocupes, yo te iluminaré. Fuiste mi pieza en el juego, Lizzy.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Cómo es que... —miré más allá de él, viendo llamas incandescentes ardiendo y deseando tocar el cielo. Una catástrofe de gritos y terror —estas con ellos?

Él no contestó de inmediato, miró hacia atrás, hacia el mismo lugar que yo había estado mirando y luego volvió la vista hacia mí.

—Mi decisión estuvo tomada desde hace años —dijo con una voz sepulcral —. Pero ellos decidieron mantenerte bajo mentiras. Una mentira tan hermosa y efímera como las flores que nacen por las noches y mueren en la mañana.

Escucharlo hablar en este momento, era algo que no había experimentado antes. Su voz sonaba tan carente de emociones y su mirada parecía desviarse entre momentos. Parecía una persona diferente.

—¿Ellos?

—Tus padres.

¿Mis padres? Los latidos en mi pecho se intensificaron y repercutieron en cada parte de mi cuerpo. Era como si, de alguna manera, supiera que lo que venía no iba a ser nada bueno. Mi cabeza empezó a dar vueltas.

—¡Basta! —volteé hacia la voz que había dicho eso. Aiden estaba medio sentado y medio acostado con una mano sobre su pierna ensangrentada y una expresión de dolor contenido. Tío Michael lo miró también, con una ligera diversión en sus ojos.

—Hijo, no deberías esforzarte —dijo fingiendo preocupación descaradamente —¿o es que acaso no quieres que ella sepa la verdad?

Aiden no miró a su padre, mantuvo su mirada clavada en mí, no dijo una palabra, pero sus ojos casi parecían rogar, se veía cansado y arrepentido, casi... derrotado.

Tío Michael se levantó y soltó una carcajada que envió un escalofrío a mis nervios. Caminó tranquilamente alrededor de nosotros. Pude ver a Kevin detrás de él, como un soldado cabizbajo esperando órdenes, no supe si sentirme enojada o compadecida por él.

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora