21. Tu voz lejana

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(Alan)


Me pregunté si lo que estaba haciendo era lo correcto. Aún así, no podía detener los malos pensamientos en mi mente. Me repetí que Jenn estaba de mi lado, nunca me había traicionado y ella juraba que nunca lo haría. Éramos un equipo.

Aceleré, el viejo motor de la camioneta que había robado rugió. Había varios lugares donde Jim podría estar escondiéndose, lo revisé en el archivo que tenía en mi computadora. Debía intentarlo y buscar en todos esos lugares, a pesar de que la probabilidad de encontrarlo era mínima. Era momento de acabar con esto, no podía seguir perdiendo el tiempo.

Recordé en mi cabeza los tres lugares (de cinco) que debería revisar. Mientras iba de camino al tercer lugar, Jenn estaba de camino a Londres, rastreando la ubicación de Ellie, y me encontré volviendo a ese pensamiento una y otra vez. Ellie conoce a Jenn, me recordé, estará bien.

El tercer lugar era una vieja mansión en las afueras de Brinxton. Jim tenía muchos lugares donde almacenaba armas, explosivos, y personas, la mansión Hamilton era uno de ellos. La mansión estaba alejada de todo, pero en un punto estratégico, lejos de las fuerzas armadas, pero en el punto correcto de donde se podría escapar sin problemas. La mansión Hamilton era el centro de una red de túneles subterráneos que se conectaban con todo el país, pero también era totalmente desconocido para la sociedad.

Tuve que detener la ruidosa camioneta a varios metros de la casa, pues ésta se encontraba escondida entre árboles frondosos y vegetación descuidada. Sin estar seguro si saldría de ese lugar, tomé la mochila que había cargado y me preparé con nada más que una navaja.

No me sorprendí al ver las puertas y las ventanas del piso de abajo, todas estaba cerradas para mantener alejados a los ojos curiosos. La única ventana abierta estaba en el tercer piso. Toqué la pared, analizando la resistencia de la casa, estaba fría y húmeda, había una gran planta prendida a ésta, y los ladrillos parecían querer escapar. No encontré otra opción, así que empecé a subir, sosteniéndome de las ramas de la planta vieja, y metiendo mis pies en el espacio entre ladrillo y ladrillo.

Cuando estuve a un poco más de un metro de altura, la pared pareció humedecerse aún más, mientras más arriba estaba, la estructura parecía menos estable. Las ramas de la planta se hacían cada vez más pequeñas y menos fuertes, así que tuve que arreglármelas para encontrar algo de loq que sostenerme.

Cuando mis manos llegaron a la ventana, me asomé lentamente y miré hacia adentro. Pude ver a dos tipos haciendo guardia (o, más bien, perdiendo el tiempo) en el interior. Sosteniéndome solamente con la mano izquierda, intenté alcanzar el bolsillo de la mochila en mi espalda, lo abrí intentando no hacer ningún ruido fuerte, y busqué tentativamente en el interior hasta sentir el frío metal que buscaba.

Sacando la pistola de dardos, apunté a uno de ellos, el más cercano, y disparé, de inmediato el hombre cayó al suelo, su compañero pareció un poco desconcertado y cuando volteó hacia mí, le disparé, encontrando el Angulo correcto.

Con ambos tipos en el suelo, entré al lugar. Estaba en el piso tres, y todo estaba en completo silencio, lo cual prácticamente me confirmó que Jim no estaba aquí. Aún así, tal vez encontraría algo que podría usar, así que empecé a caminar por el ancho pasillo, esforzándome para evitar el eco de mis zapatillas en el suelo.

—¡No te muevas! —dijo alguien detrás de mí. Lentamente volteé y vi a un chico de, tal vez, dos años menor que yo, sosteniendo fuertemente un arma frente a mí. Un novato, pensé. No sería difícil deshacerme del chico. Él pareció aún más nervioso cuando empecé a avanzar —¡Dije que no te muevas! —probablemente, el chico aún no había matado a su primera víctima, me pregunté cuál habrá sido la razón por la que se unió a Jim.

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora