(Liz)
Nunca me gustaron los cambios. Cuando era pequeña, odiaba cada vez que me transferían de escuela, odiaba salir de mi zona de confort, donde me sentía segura y feliz.
Mis oídos ya se habían acostumbrado al ruidoso sonido del agua que, al caer, hacía eco en las cuatro paredes del pequeño baño. Me di cuenta, entonces, que había estado bajo el agua por demasiado tiempo. De inmediato escuché tres golpecitos en la puerta.
—Liz, ¿estás bien? —escuché a Alan desde el otro lado.
—Estoy bien —hablé fuerte, para que me escuchara por sobre el ruido del agua.
Miré cada rincón del pequeño cuarto mientras me vestía. Todo era igual al resto de la casa, tenía cierto aire antiguo, y pensé que tal vez el hombre aterrador (que luego descubrí que se llamaba Erik) era un aficionado por las cosas antiguas.
La casa era muy tranquila y cómoda, pero aún así no podía evitar sentirme intranquila. Todo era demasiado nuevo para mí, hasta hace un día yo estaba en casa, con mi familia y amigos. Nuestro piso de departamento no era tan cálido como esta casa, pero aún así lo extrañaba. Empecé a preguntarme si había hecho lo correcto al quedarme aquí con Alan.
Cuando salí del baño, el pasillo estaba completamente vacío, probablemente todos se habían encerrado en sus habitaciones para pasar la noche. Yo no demoré en hacer lo mismo, cerré la puerta detrás de mí cuando entré a la habitación donde encontré a Alan tendido sobre la cama y mirando el techo, probablemente pensando en todo lo que había pasado hasta ahora.
La pequeña Ellie se había negado a dormir aquí, así que estaba en otra habitación con Erik y Lou, seguramente ese era también uno de los pensamientos que cruzaban por su mente. Además, la noticia de que buscaban a Alan por mi supuesto secuestro no era un detalle menor, y yo no había podido sacarme la sensación de culpa del pecho.
—No pienses en eso —dijo como si hubiera leído mis pensamientos. Suspiré y me senté al borde de la cama, a su lado.
—Aunque lo intento, no puedo —admití —. Mi mamá... debe estar pensando lo peor.
Él se sentó a mi lado.
—Buscaré una manera de acabar con esto.
—Buscaremos —corregí y lo miré —. No pienso ser un estorbo para ti...
No quería ser la damisela en peligro. Yo había decidido quedarme a su lado, por lo tanto tendría que aprender a pelear a su lado también.
—No tienes que enfrentarte a esto si no quieres...
—Deja de tratarme así —dije sintiéndome un poco irritada.
—¿Cómo?
—Como si fuera demasiado débil.
—Pero lo eres.
—¡Claro que no!
Alan rió irónico, y mi irritación creció un poco más.
—¿Debería recordarte que te secuestraron y casi mueres, de nuevo?
—¿Debería recordarte quién te trajo hasta aquí?
Ambos nos quedamos en silencio, solamente mirándonos a los ojos, e intentando descubrirnos el uno al otro. La intensidad de su mirada era tanta que estuve a punto de desviar la mirada, y entonces él suspiró y, solo un poco, pareció bajar la guardia.
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Olvídame
AzioneYa nada será igual. Respira hondo, cierra los ojos, e intenta recordar. En ésta segunda parte: la clandestina vida de Alan saldrá a la luz. Mentiras y secretos guardados celosamente bajo llave, pondrán a prueba la confianza de Liz. Los amigos podrí...