25. El pasado que no conocía

6K 515 22
                                    

(Liz)


No recuerdo en qué momento volví a dormirme, pero cuando desperté otra vez la luz de la mañana entraba por las ventanas y se escuchaban algunos ruidos abajo.

Me levanté casi de un salto y salí de la habitación, recordando lo que había visto más temprano esa mañana. Alan se había ido, probablemente ya habían pasado horas, así que bajé esperando verlo en algún lugar, pero él no estaba ahí. 

Al bajar solo encontré a Erik y Lou desayunando. Intenté disimular lo más que pude mi decepción, aunque no estaba segura de haberlo logrado. En cuando Lou me vio, sonrió hacia mí.

—Liz, ven siéntate y desayuna —ella señaló una silla vacía a su lado.

Me acerqué lentamente, Lou se levantó y caminó hacia la cocina, y Erik levantó la vista hacia mí. El hombre aún seguía asustándome un poco, sus expresiones eran duras y sus ojos eran ilegibles, no pude saber con claridad qué era lo que él pensaba de mí, me pregunté si también me odiaría, como lo hacía Jenn.

En cuando tomé asiento frente a él, Lou regresó con una taza de chocolate caliente y, casi de inmediato, mi estómago empezó a gruñir. No me había percatado de lo hambrienta que estaba, pues no había comido nada ayer. En la mesa había pan dulce y salado, jalea de frutilla y la mitad de un esponjoso bizcocho. Intentando mantener la calma, empecé a comer. Mis movimientos eran lentos y silenciosos, y evité todo contacto visual, me sentía como una pequeña niña que no quiere ser visible.

—¿Cómo has dormido? —preguntó la mujer amablemente, seguramente deseando hacer desaparecer el ambiente tenso.

—Bien —asentí, mirando el chocolate humeante en mi taza —. ¿Dónde está Alan?

Erik no parecía querer responder, ni meterse en la conversación, así que Lou suspiró.

—Él fue a conseguir medicinas para Ellie.

De alguna manera sabía eso. Pero no quise divagar mucho sobre cómo conseguiría esas medicinas, porque dudo que simplemente fuera a comprarlas.

—¿Cuándo va a regresar? —sabía que era una pregunta estúpida, pero no podía dejar de preguntármelo.

—Se supone que ya debería haberlo hecho —Erik habló por primera vez desde que entré a la habitación. Sentí un apretón en mi pecho.

—¡Erik! —Lou lo regañó en susurros.

—Ahora yo tengo una pregunta para ti —él ignoró a la mujer a su lado y sentí su mirada tan pesada que tuve que levantar la vista —¿Qué es lo que tú piensas hacer?

No percibí ninguna mala intensión en su pregunta, pero su tono de voz tenía una firmeza de la que no estaba acostumbrada a escuchar. No contesté, porque no lograba entender del todo la pregunta.

—¿A qué se refiere? —me animé a preguntar.

—¿Qué es lo que piensas hacer? —repitió —. Supongo que, al tomar tu decisión, sabes lo que te espera.

—Yo... —balbucee y, graciosamente, tuve la misma sensación como cuando no sabía la respuesta de la pregunta que me hacían en la escuela —en realidad... no pensé mucho en eso.

La habitación se quedó en completo silencio por los primeros segundos que siguieron, lo cuales parecieron eternos, y pude sentir la vergüenza en toda mi cara.

—Deberás estar preparada —dijo finalmente Erik —para lo que sea que tengan que enfrentar. Podrías morir mañana, Alan podría morir si no sabes qué hacer. No puedes no pensar en eso.

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora