Capítulo 19: Ashley

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Ashley.

El aire fresco de la carretera golpeaba mi rostro , provocándome una leve sensación de paz y tranquilidad. Una música que desconocía en lo absoluto se escuchaba en el estéreo de Liam, llegando hasta sus oídos. Él le había dado su camioneta a Max para llevarme a un lugar más a salvo.

Había pasado una semana y media desde el secuestro de mi madre, y en todo ese tiempo no pude dejar de pensar en ella. Desde eso, Dylan, Max y otros ángeles habían comenzado una búsqueda que los llevaba directamente a la nada, tal como me dijo Scott entre sueños; no podían dar con su paradero.

Max me dijo que el primer lugar al que intentaron encontrar información fue el hospital en el que trabajaba, una de sus compañeras les informó que lo último que hizo fue atender a un chico que encajaba con los rasgos físicos de Scott, por lo que no tuve que pensar demasiado para saber que efectivamente, él la tenía y no mentía en todo lo que me dijo y como recordatorio, a diario se metía en mi mente para decirme lo mal que se la pasaba mi madre en donde la tenía secuestrada.

A diario despertaba a causa de los gritos que comenzaba a hacer, con la respiración agitada y el corazón latiéndome con fuerza contra el pecho. Max llegaba a la habitación en cuestión de segundos, con la misma pregunta de siempre sobre qué era lo que soñé. En todas esas ocasiones respondía que había tenido pesadillas sobre mi madre, aunque no era del todo cierto, Scott siempre tenía algo malo que decir, como que mi madre gritaba mi nombre durante horas hasta quedarse dormida entre lágrimas.

Me mordí el labio intentando ocultar las lágrimas que amenazaban con salir y observé el paisaje; en ese momento estaba en el auto de Max camino a la casa de entrenamiento, como la llamó él y los demás. En la parte de atrás estaba Carissa quien, al igual que yo, se encontraba mirando los árboles de nuestro alrededor.

—Estoy pensando seriamente en comprar un auto —dijo tomándonos por sorpresa—. Me gustaría moverme por mi misma, hermanito —añadió mirando al frente, por el espejo lateral que se encontraba a mi lado podía ver cada uno de sus movimientos.

—No sabes conducir —respondió Max sin apartar la mirada del frente.

Pasaron dos horas desde que inicio a conducir, la carretera parecía desierta por esos rumbos, ni siquiera me quiso decir la ubicación del lugar.

—Si aprendí a asesinar demonios, dudo no poder aprender a conducir —objetó su hermana, si hubiese estado en otra situación habría sonreído, pero no era así.

Mi mente estaba enfocada en hacer que todo eso acabara por fin.

Aparté la mirada de los árboles llevándola al frente, un gritito de angustia brotó de mis labios sin poder evitarlo: frente a nosotros se encontraba un imponente muro de cemento, al cual Max parecía estar yendo directamente, sin importarle una mierda lo que podía sucederle a su auto y a nosotros.

— ¡Cuidado! —exclamé sin ocultar mi terror, Max no pareció inmutarse, ya que me ofreció una sonrisa ladeada.

Susurré una maldición en cuanto hizo eso, él estaba loco si creía que iba a dejarnos morir estrellándonos contra un maldito muro de cemento. Grité su nombre intentando hacerlo parar, pero él jamás me escuchó.

Después de intentarlo varias veces, me di por vencida y cerré los ojos esperando un impacto que nunca llegó, mi cuerpo comenzó a temblar ante la idea de morir de esa forma pero después de unos segundos en los cuales no ocurrió nada, los abrí.

— ¿Cómo demonios pasó eso? —pregunté, miré hacia atrás pero el muro ya no se encontraba, ahora eran nada más árboles y césped, como si se tratase de un bosque, cuando hacía segundos habían carreteras.

SAVE ME | PAST LIES IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora