El dolor en la cabeza y espalda despertó a Ashley de repente; era como si hubiese recibido un golpe en ambos al mismo tiempo, provocando la sensación de haberse partido en dos. Se incorporó en la cama llevándose la mano derecha al pecho, debajo de ésta sintió su corazón correr deprisa, un dolor agudo invadió su estómago, comenzó a sentirse mareada y con ganas de vomitar. Inmediatamente al percatarse de que pronto comenzaría a devolver la cena, se levantó y corrió al baño de su habitación lo más pronto que pudo.
Se arrodilló en el retrete y comenzó a vomitar; tardó unos cuantos segundos en recomponerse y terminar de hacerlo. Jaló la llave provocando que sus desechos se fueran por el desagüe. Hizo una mueca con los labios, dándose cuenta de lo que había ocurrido y se levantó de ahí, caminó en dirección al lavamanos y abrió la llave; tomó algo de agua con sus manos y se la llevó a la boca, enjaguándose ésta para quitarse el mal sabor de boca. Miró su reflejo en el espejo que tenía frente a ella, dándose cuenta de lo pálidas que se encontraban sus mejillas.
Se lavó los dientes con el cepillo que le dieron al llegar y salió del baño sintiéndose algo mareada, tomó asiento a la orilla de su cama y suspiró pasándose las manos por el rostro. Era la primera vez que algo así le pasaba.
Pensó que lo ideal era salir de su habitación para tomar aire fresco y tratar de dejar de pensar en las cosas que la hacían sentirse aturdida; deseó que Max estuviese ahí para decirle cosas que la tranquilizaran como lo estuvo haciendo antes, hasta que de un momento a otro dejó de visitarla, e incluso, de asistir a la mansión para preguntar cómo se encontraba.
Se le formó un nudo en el estómago dándose cuenta de que de manera inconsciente lo extrañaba demasiado; la preocupación e interés que demostraba cuando ella se sentía mal, o simplemente cuando ella quería contarle alguna cosa. Suspiró apartándose a Max de la mente; si él no estaba ahí, era tal vez porque no quería verla o porque tenía cosas más importantes que hacer. Recordó el vínculo que decía Max que ambos compartían y se preguntó si cuando ella despertaba de esa forma, él también lo sentía, pues, cuando aún se encontraban en casa de Carissa y despertaba gritando, Max decía que podía experimentar las mismas emociones que ella cuando las soñaba, pero que no podía ver más allá de eso.
Se colocó de pie y buscó una bata con la cual cubrirse, al encontrarla se la colocó y salió de su habitación tratando de quitarse de la mente todo lo relacionado con su ángel guardián, su madre y Scott. Caminó intentando hacer el menor ruido posible ya que aún era de noche, tal vez de madrugada, pensó. Observó con detalle el lugar que le rodeaba; en los días en lo que había permanecido ahí nunca lo hizo, el lugar parecía una verdadera mansión, todo estaba impecable y hermoso. Los muebles de madera parecían finos y costosos; roble tal vez, pensó. Los adornos de metal no parecían ser de cualquiera, sino de oro y plata.
En las paredes colgaban cuadros en los que se representaban ángeles pintados, cayendo del cielo o simplemente con las alas extendidas, como si inclusive estuvieran presumiendo que las tenían, sus poses emanaban seguridad y determinación, en su mayoría se trataba de hombres.
Velas iluminaban los pasillos, tomó un candelabro pequeño con tres velas y continuó su recorrido por el lugar. Siguió su camino hasta que notó que había llegado a la biblioteca donde vio a Liam cuando le dio el libro, los recuerdos de ese día golpearon su cabeza como una ráfaga de viento, que decidió apartarse sacudiendo la cabeza; aún tenía el libro, debajo de su colchón, porque tenía demasiado miedo de perderlo y estropear todo en lo que estuvo trabajando.
Abrió la gran puerta de madera que estaba frente a ella, al hacerlo la oscuridad la invadió, la única fuente de luz parecía ser el pequeño candelabro que yacía en su mano izquierda. Pareció ver una silueta ahí por lo que se tensó, parecía ser un hombre y, por alguna razón que incluso ella desconocía, creyó que podría tratarse de su ángel guardián.
— ¿Max? —preguntó con incertidumbre—. ¿Eres tú? —añadió buscando con la mano el interruptor para encender la luz. Al encontrarlo, presionó el botón provocando que las lámparas iluminaran el lugar.
Sus hombros parecieron caerse levemente al darse cuenta de que no era Max quien se hallaba en el lugar, sino Dylan, sentado en el escritorio de Liam.
— ¿Tienes problemas para dormir? —preguntó de repente, parecía haber ignorado el hecho de que lo confundieron con Max.
Ashley asintió con la cabeza, sin apartarse de la puerta; no sabía por qué pero algo le hacía permanecer ahí. Tal vez se trataba de la historia que Grace y Carissa le contaron lo que la alteró, pero sabía que no podía juzgar a alguien solo por su origen. Además, pensó, él había sido amable durante su estadía en el lugar.
— ¿Has vuelto a tener pesadillas? —preguntó con cierta curiosidad.
—No, fueron náuseas y dolor de cabeza —respondió sin entrar en detalles, cerró la puerta detrás de ella y comenzó a caminar hacia él, en cuando Dylan le indicó con la mano que tomara asiento al frente.
— ¿Embarazada? —dijo él en tono de broma, Ashley negó con la cabeza; sintió que el calor subía por sus mejillas, sintiéndose avergonzada.
—No, ni siquiera he... —La carcajada de Dylan interrumpió su torpe habla, le provocó risa el que sonara demasiado nerviosa al excusarse.
—No te preocupes, sé que no has tenido tiempo para nada y muchísimo menos para esas cosas —dijo en tono de broma.
Ashley permaneció en silencio bajando la mirada; sentía como poco a poco el calor de sus mejillas iba disminuyendo.
—Escuché que estás entrenando con Liam —dijo el chico de repente, cambiando de tema—. Él dijo que estabas haciéndolo muy bien, eso quiere decir que eres buena alumna —prosiguió.
Ashley sonrió de lado y asintió algo nerviosa, si él supiera el porqué de su empeño en aprender tan rápido, no estaría muy feliz.
—Espero que continúes con tus avances, nosotros también tratamos de encontrar pistas sobre el paradero de tu madre, lo último que supimos es que Scott la atrapó cuando estábamos en el centro nocturno, hemos buscado más, incluso Liam ha invocado dioses para hallar su paradero, pero parece que han bloqueado nuestras alternativas. Conseguimos a un chico llamado James, parece tener información para nosotros pero no podremos verlo hasta dentro de una semana.
— ¿Quién es él? —preguntó Ashley de manera precipitada.
—Ciudadano de Ándem.
— ¿Qué es ese lugar?
Tan solo la mención de una persona que podría darles información sobre el paradero de su madre había provocado que su corazón latiera lleno de esperanza; incluso pensó, que tal vez ya no hiciera falta entregarse a Scott para recuperarla.
—Hay tres lugares; cielo, infierno y Ándem. En el infierno es donde están los demonios, ya sabes, los malos; en el cielo los dioses, con legiones de ángeles para servirles y después se encuentra esa ciudad o dimensión, en la cual se encuentran los que nos traicionaron, pero se arrepintieron; ellos crearon su propio lugar llamado "Ándem". Es una combinación de ángel y demonio, ¿original, no lo crees? —preguntó en tono de broma, Ashley frunció el ceño sin entender por completo.
— ¿Por qué no los dejaron volver? —dijo inclinándose hacia delante—. Es decir, ellos se arrepintieron.
—Un perdón no basta, querida —respondió, ella pareció ignorar el hecho de que la hubiese llamado de esa manera—. Tienes que elegir un bando, o eres bueno o malo; no hay punto medio. Caliente o frío.
—No hay tibio —susurró ella, recordando algo que había escuchado de la biblia, aunque no era una devota sabía algunas cosas.
Él asintió.
—No puedes tener un pie en lo mundano y otro en lo divino. Como sea, lo veremos en una semana.
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SAVE ME | PAST LIES I
ParanormalLa guerra por el alma de Ashley ha comenzado. Los demonios la encontraron, y la quieren bajo su cargo. Los ángeles saben que la necesitan si quieren ganar la batalla. Pero al final del día, sólo uno la tendrá. ¿Quién se quedará con ella? (...) En fí...