Capítulo 40

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Ashley

El cielo lucía despejado, se dejaba apreciar por completo; lucía muy hermoso, era lo más bello que pude ver en días, como si se tratase de una señal de que todo podía mejorar. El sol causaba un calor casi insoportable, ahí, debajo de éste se sentía como un horno. Liam parecía distraído, estaba sentado en el pasto verde a unos metros de mí, concentrado por completo en los libros que tenía en las manos.

—Mira lo que traje del cielo, el día en que volvimos del infierno fui con mi padre... me los ha dado para que puedan ayudarte —dijo mostrándomelos, la sola mención de lo sucedido provocó que me tensara y los vellos se me erizaran.

Aparté los recuerdos de mi mente y dirigí la mirada a sus manos; prestándole atención a ellos: eran cafés y aparentaban cientos de años de antigüedad, en una portada aparecía una estrella atravesada de con dos círculos, el otro libros solo tenía una palabra en griego, la cual no pasó desapercibida " ξόρκια".

La mención de lo que hizo no me tomó por sorpresa; Emily me había informado que Liam se había ido después de que curó a Max.

—Creí que Dylan se llevó el libro —susurré, bajando la voz para que los ángeles a nuestro alrededor no nos escucharan.

Algunos se encontraban rodeándonos, después de lo que pasó con mi hermano, o lo que sea que fuera, Liam decidió agregar algo más de seguridad, por lo que a cualquier lugar que iba debía estar acompañada de alguien; tan sólo transcurrieron tres días de lo sucedido y apenas había decidido bajar de mi habitación para hacer lo que él me pidió.

Entrenar.

Estuve indispuesta al principio: lo de mi madre, acostarme con Max sin un motivo aparente, además del deseo que recorrió mi sistema de un momento a otro me tenían asustada y frustrada.

Estaba segura de que no quería ir con ellos; pero la verdad era que en realidad tenía miedo. Miedo de enfrentarme a la verdad, a tener que acoplarme a un sistema casi desconocido para mí, a excepción de algunas cosas que Liam y Max me dijeron sobre cómo funcionaban algunos aspectos en ese lugar.

No me agradaba la idea de cambiar todo de manera tan drástica, incluso pensé en buscar a mis abuelos y decirles sobre la muerte de mi madre, pero no creí que les importara su nieta bastarda, como ellos me llamaron en el momento en que se enteraron de mi existencia.

La única opción que tenía eran ellos, y yo decidiría si tomarla o no... al final de todo, decidí que debía aceptar; si me negaba, lo único que provocaría sería quedarme sola, y lo más probable era que los demonios siguieran detrás de mí y sin ellos, estaba casi sin opciones.

Emily fue mi compañía durante los días en los que me encerré en mi habitación; incluso, Carissa intentó entrar ahí, pero no soportaba mirarla sabiendo que me acosté con su hermano, pensaba que si se enterara de eso, me mataría. No podría verla sin sentir vergüenza de mis actos.

Liam se levantó del suelo tendiéndome un libro, el otro lo dejó en el suelo.

—Hay muchos libros, para todas las cosas que te puedas imaginar; invocaciones, hechizos, controlar la mente, sentimientos, pensamientos, entre otras cosas... aunque lo último es muy difícil, habla sólo de teoría y la verdad, funciona con seres algo débiles y si no lo son; es porque la persona que lo efectúa es demasiado poderosa. Mi padre es una de las últimas, siempre husmeando en la mente de los demás sin que se den cuenta —respondió, sus labios se curvaron dejando a la vista una leve sonrisa, carente de humor.

Los ángeles no parecían tomarnos mucha atención; en realidad, nos daban la espalda, como si algo pudiera llegar en cualquier momento a nuestro alrededor y estuviesen preparados para lanzarse contra eso e impedir que lleguen a nosotros.

Liam parecía haber olvidado las cosas que dije unos días antes, sobre lo indignada que estaba por lo que era. Agradecí que nadie hubiera hecho algún comentario inmaduro al respecto, porque estaba segura de que él le contó algunos detalles a Grace y a Carissa.

—¿Tu padre lo hace mucho contigo? —pregunté con curiosidad, Liam casi nunca hablaba de él.

—Sí, pero concentrémonos en lo que tenemos que hacer.

— ¿Entonces hechizos? —pregunté tratando de enfocarme en lo que quería que hiciera, él se limitó a asentir—. Creí que eso era de la magia negra —añadí comenzando a sentir confusión.

Durante mi vida, antes de conocer ese mundo; las personas me hablaban sobre mitos. Cosas como brujas que utilizaban hechizos invocando a Lucifer para que los ayudara a hacerles cosas malas a las personas.

Pero, después de todo lo que pasó, que las creencias o cosas que me contaban no fueran ciertas me sorprendía demasiado.

—Ashley, lamento decepcionarte pero en realidad no hay magia blanca, ni negra, sólo es magia y tú eliges como usarla —respondió encogiéndose de hombros.

(...)

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