Capítulo 37

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Liam se fue de la mansión sin comunicárselo a nadie a excepción de Max. Salió de ahí y abrió un portal para llegar al cielo, necesitaba hablar con su padre con urgencia, callarse lo que había estado ocurriendo desde un inicio fue un grave error, pero en esos momentos creyó que podría tenerlo todo controlado, pero estuvo equivocado. La desaparición de la ahora muerta madre de Ashley había sido un claro indicio de que no era así; en ese momento tendría que enfrentarse a la furia de su padre.

—Acompáñeme, su padre lo espera en sus aposentos —dijo un ángel apareciendo de la nada frente a él, apenas el portal lo envió al cielo.

Laab sintió la presencia de su hijo y enseguida envió a alguien en su búsqueda. El chico frente a él no se veía muy grande, calculándolo bien no aparentaba más de quince años, Liam notó que tenía una cicatriz en la mejilla, pero no comentó nada al respecto, pues, sabía que no era de su incumbencia.

Se encontraba en el reino de los cielos, era de una especie de ciudad entre las nubes, pero un millón de veces mejor que la Tierra. Más al sur estaban los apartamentos de entrenamiento para ángeles lo bastante fuertes para poder bajar a la Tierra. No todos los ángeles contaban con esa oportunidad, sólo los mejores lo hacían, puesto que los demás se quedaban ahí a servir a los dioses.

No se permitía que cualquiera fuera abajo, debían tener un entrenamiento previo y gozar de buena salud para hacerlo; de lo contrario, serían presas fáciles para los demonios. Aunque había ocasiones en las que los ángeles decidían quedarse ahí por voluntad propia a pesar de que reunieran esos requisitos; preferían servir a los dioses que a los humanos.

El lugar donde se encontraban era parecido a un castillo, solo que más majestuoso, los detalles de cada habitación por las que caminaban tenían una apariencia angelical, cuadros sobre lienzo de ángeles volando o de los dioses durante la creación del mundo de los humanos; a su lado, mesas en las cuales se encontraban copas de oro y plata.

Caminaron unos metros más hasta que el ángel dejó de hacerlo ante una puerta de metal, parecía ser de oro bañado con plata, la abrió y se hizo a un lado para que Liam pasara.

—Padre —susurró al verlo detrás de un gran escritorio, en su voz se notaba el nerviosismo, aunque lo trató de ocultar, falló.

Laab lo miró y luego se sus ojos se dirigieron al ángel que lo acompañaba, éste hizo una pequeña reverencia.

Liam esperaba que el dios no se pusiera histérico cuando le contara lo que le había sucedido a la sobrina que tanto estuvo buscando, durante más de dos siglos; como si supiera que reencarnaría a pesar de haber pasado más del tiempo común para los dioses que mueren. El ángel que lo acompaño, salió sin hacer ruido, de manera discreta, lo que hizo que ninguno de los dos se diera cuenta de que se marchó, cerró la puerta tras él.

—Hijo —respondió en tono distante—. ¿Dime cómo han estado las cosas ahí abajo?

Liam miró a su alrededor, como si buscara una manera de alargar el tiempo para no responder; la reacción que imaginaba tendría su padre, lo atemorizaba, trataba de controlarse, después de todo, había vivido con el temperamento fuerte de Laab durante toda su vida. Se preguntó si era verdad que su padre no conocía lo que ocurrió ésas últimas semanas, él siempre investigaba todo antes de que cualquiera se enterara de las cosas, por lo que pensó que tal vez él ya sabía acerca de eso. No estaba seguro de que debía responder, la mente de su progenitor era misterio para él por lo que optó por decir la verdad, supuso que su padre lo estaba poniendo a prueba.

—Tienes razón —dijo éste interrumpiendo sus pensamientos—. Estoy enterado de lo sucedido, sólo quería saber qué cosas formulaba tu cabeza. —Aclaró.

Liam bajó la mirada ante su padre, él le leyó los pensamientos en su propia cara. Se preguntó como lo hacía, él ni siquiera lo sintió, y eso era mucho, normalmente cuando alguien entraba a la mente de otro ser, por más grande que sea su poder, se podía sentir la presencia de esa persona.

—Es sólo cuestión de práctica —respondió a la duda mental de su hijo.

—Sólo deja de hacer eso —susurró Liam.

—Dime exactamente lo que ocurrió. —Ordenó Laab, provocando un suspiro por parte de su hijo.

—Ya debes saberlo.

—Tienes razón —dijo Laab señalándolo con el dedo—. Pero quiero sabes tú versión. —Prosiguió.

—Secuestraron a Ashley —respondió Liam.

—Eso lo sé, pero quiero saber exactamente cómo fue qué sucedió —respondió su padre—. ¿Acaso Max no estaba con ella? —preguntó sobándose la frente con los dedos.

Parecía que ese día sería de malas noticias.

—Dylan la secuestró —respondió, Laab abrió los ojos con sorpresa, apretó la mandíbula.

— ¿Dylan? —Espetó con odio, Liam asintió.

—Después de todos estos años, resultó que él era el traidor.

—Pero esa no fue la primera vez que sucedía algo así, cuando fueron a ese centro nocturno y la llevaron, ¿en qué pensaban? —susurró Laab lo suficientemente fuerte para que Liam lo escuchara—, ¿acaso Max no sabe para qué lo envíe a la Tierra? —añadió de forma violenta— ¡Y tú! —dijo señalándolo—, ¿es que eres un inútil?— preguntó—. Te envíe con el mismo objetivo que a él.

—Padre, ¿no lo entiendes? Dylan era el traidor, él sabía cuál eran todos nuestros movimientos, él los anticipaba y los analizaba justo antes de que los lleváramos acabo, era imposible hacer algo sin que él lo supiera —respondió sin alzar la voz o faltarle al respeto a su padre, no podía gritarle, ya que si lo hacía lo pagaría muy caro.

—De todas maneras eso no debería de ser una excusa —respondió Laab de manera tangente—. Se supone que envíe a los mejores y ahora resulta que un maldito híbrido los ha engañado, vaya estupidez —prosiguió, Liam abrió los ojos al escuchar la confesión de su padre.

Con lo último confirmó que conocía acerca de la verdadera identidad de Dylan.

— ¿Tu lo sabías todo? —preguntó su hijo sin creerlo, el dios desvío la mirada y asintió con la cabeza—. ¿Porque jamás nos lo dijiste?

—Él nunca fue alguien deseado, nadie quería que naciera, pero Laix era una mujer necia, se aprovechaba de su poder y no dejó que nadie se acercara a ella durante su embarazo; algo inapropiado como para andar divulgándolo —respondió con la mirada perdida—. Su terquedad terminó matándola —añadió soltando un suspiro—. Eso pasó hace más de seis siglos, jamás creí que él pudiera hacer algo en nuestra contra, fui demasiado bueno con él, es decir evité que lo asesinaran —prosiguió.

—Él quiere venganza, quiere demostrar que es más fuerte que Laín —dijo Liam.

—Es algo estúpido, no podría con el poder de Laín —respondió su padre dando un paso hacia él.

—Exacto, no podría con Laín, pero recuerda que ella es Ashley; ella está aprendiendo a controlar y usar su poder

—Entonces estrénala mejor de cómo lo has hecho, haz lo que sea pero ella debe vencerlo —respondió su padre, se levantó de su escritorio. Lo que provocó que Liam diera un paso hacia atrás—. Enviaré algunos ángeles contigo —añadió a unos metros éste—. Ella vendrá aquí después de vencerlo —prosiguió.

— ¿Aquí? —preguntó Liam, su voz estaba cargada de inseguridad.

—Por supuesto, es a este lugar al que pertenece.

— ¿Y si ella no quiere venir?

—Haz lo que sea para convencerla —respondió su padre encogiéndose de hombros, señaló la puerta indicándole que podía marcharse.

Liam asintió y caminó en dirección a ésta pensando en lo que haría a partir de ese momento. Después de todo, tal vez lo que Max estaba haciendo le facilitaría el trabajo de convencerla.

(...)

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