"En Blanco".

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Al llegar a casa, me di cuenta de la gravedad del asunto.

La abuela estaba seria. Mamá ponía un rostro que conocía bastante bien, estaba frustrada.

Papá parecía igual.

Mis hermanos no se encontraban en casa, de seguro ni enterados estaban. Aún con la edad que tienen, para mis padres tienen 6 añitos.

Más frustrados están ellos.

-¡Lucy! Gracias a Dios, no sé qué sucede con tu hermana. No quiere hablar conmigo.-.

-Ya mamá, me lo explico papá. Iré a ver que sucede. -Me fijé en la mujer más maravillosa que existe en este mundo- Hola abuela, ¿Cómo estás? ¿Quieres algo para comer?-.

-No, gracias mi corazón. Deberías ver a tu hermana, pero háblale con cariño. No seas muy ruda con ella.-.

-Sí abuela.-.

Ella era la heroína de mi vida.
Mi ejemplo a seguir.
La amo más que a mi madre.

¿Podría ser eso posible?

Subí los pequeños escalones y observé la puerta de mi habitación cerrada. Suspiré.
Me vendría bien encerrarme un momento como Michelle, pero ahora debo ver si ella está bien.

Su habitación se encontraba cerca de la mía. Recuerdo el tiempo en que, cuando ella se sentía tan sola, venía a dormir conmigo y hablábamos por horas.

Mamá nos retaba por los rostros que teníamos luego por las mañanas.

Michelle no está acostumbrada a estar sola.

Yo sí.

MENTIRA.

¡Basta!

Recogí todo el aire que podía y...
Mente en blanco.
Mente en blanco.
Mente en blanco.

Toqué la puerta.

-¿Michelle? ¿Michelle estás bien? ¿Quieres abrirme la puerta por favor?-

-No quiero. No hasta que me digan que no es verdad.-.

-¿Qué cosa? A ver, déjame pasar. Papá y Mamá no están conmigo. Tampoco la abuela.-.

Sabía que estaba dudando. Pero no le mentiría, y ella lo sabe.

Mentiras.

-¿Michelle? La puerta. Ábreme la puerta.-.

Sentí mi pecho arder. La desesperación empezó a nacer.

Tenía miedo de estar ahí parada. Sentía que el único lugar seguro era donde estaba mi hermana.
Debía entrar ahí.

Ábreme la puerta.
Ahora.

-¿Lucy?-.

Ya, hazlo.
Ábrela de una vez.

Escuché cómo se destrababa la puerta y apoye mis manos a ella. Empecé a empujar.

-¡Luce! Espera... no puedo abrirla si-

La puerta golpeó la pared y Michelle pudo retroceder antes de que la golpeara.

Salté a su cama.

-¡CIERRA LA PUERTA!-.

Asustada, sólo hizo lo que le dije.
Su almohada, necesitaba su almohada.

La tomé y la apreté a mi pecho.
El dolor me consumía.
Sentía a mi corazón a punto de salir y tenía que ahogarlo con ella.

Pensé que me desgarrarían por detrás.

"Sólo una chica más"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora