" Comienzo..."

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-¿Es ésa de allí?

-Sí, es ella una de nuestras compañeras - Agrega un joven de cabellos negros.

-Es bonita - Dice uno de pircings.

-Es hermosa. Ahorrense la molestia, ella es mía.

-Salamander, todas las chicas son tuyas - Comenta el de pircings con desagrado.

-No pueden evitarlo, siempre caen.

-Gray dile que-

-Es imposible pararlo, ya lo ha decidido - Le responde.

Gray, Gajeel y Natsu se encontraban recostados por la pared observando a los que ingresaban a su colegio. Para tan solo tener 17 años ya aparentaban de mayor edad y aún siendo "pequeños" ellos ya contaban con la experiencia en todo el término de la palabra.

Observaban como una joven de cabellos dorados se adentraba hacia el colegio con el ceño fruncido. Para Lucy esto era una molestia, empezar en este colegio en vez de estudiar y darse la oportunidad de hacerlo en el extranjero, hizo que aunque aún no habia dado una oportunidad a este colegio ya lo odiaba.

Miro de reojo a su alrededor y la verdad, sólo incrementó y empeoró lo que pensaba de este lugar. Chicos y chicas presumidos y vanidosos, la observaban de pies a cabeza.

Y los entendía, más o menos. Era una chica que no salía de su casa y era prácticamente una desconocida para la sociedad. No es que sea así por un motivo en particular, no le gustaba las fiestas, salir, hacer algo fuera de la rutina. Punto.

La conocían por verla salir del colegio del que había pertenecido llamado Mermaid Heels, un colegio para personas humildes y altruistas, desarrollaban más los valores o hacían resaltar o pulir las partes artísticas de los alumnos. Era un sueño estar allí, lograba demostrarte lo mucho que valías y lo importante que eres para los demás.

Y ahora se topaba con todo esto. Realmente este año no tendría suerte y ya lo aseguraba, porque desde hace cuestión de minutos se había percatado que Natsu Dragneel la tenía en la mira.

El era uno de los más conocidos o resaltantes de la sociedad ¿Por qué la fama?

Pues era uno de los más vagos, haraganes y mujeriegos que conocía o eso es lo que había escuchado.

Aunque ella recuerda haberlo conocido antes, unos tres años atrás, cuando en ese entonces se realizaba cada fin de semana un curso de dibujo y se encontraban en primer año.

El tenía 14 al igual que ella, era mas bajo de lo que era ahora, sus cabellos color rosa resaltaba más de lo que debería y ni que decir de sus ojos color jade.

Sus ojos la observaban, con tanta intensidad que lo sentía durante todo el transcurso de esa clase y cuando sus miradas se encontraban él no apartaba la mirada. Los segundos la sofocaban y la incomodidad se hacía presente en ella, pero para él no.

Y eso la confundía y la molestaba.

Habría tratado de controlarse y olvidar a ese pelirrosa, pero era imposible. Sus ojos se desviaban hacia él sin razón (o quizás por la razón de sentirse acosada) y ahí estaban de vuelta. Él y su mirada perdida hacia ella.

Una vez le sonrío tratando de demostrar simpatía, y ahí fue donde finalmente aparto la mirada. ¿Qué era la única manera de sacarle de su trance? Porque para ella no era ni de desagrado ni de esas de las mariposas en el estomago, no. Ninguna de las dos.

Pasaron asi dos años y el seguía con esa manía, el problema era que a ella ya le gustaba ser su atención y el miedo de acercarse a él e iniciar conversación evitaba todo acercamiento.

Y así...como le había costado acercarse, decidió que por e-mails conversaría con él.

Al principio fue fácil, luego cayó en cuenta en que no sabía como proseguir en una conversación-chat con una persona con quien no interactuas.¿Y si lo molestaba? ¿Y si la creía una chica busca...?

Entonces decidió dejar de hablar con él a través de eso. Se saludaban cada vez que se encontraban y luego ella empezó a evitarlo. Ya no lo quería cerca. Le tenía miedo.

¿A qué?

A lo que comenzaba a sentir.

"Sólo una chica más"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora