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Saqué la navaja de mi muslo e intenté levantarme, pero Ximena no me dejó, haló mi pie haciéndome caer de espaldas, por segunda vez.

Estuvimos rodando la una sobre la otra durante unos minutos, paramos al llegar al final del balcón, a pocos centímetros de caer. Sentía como el suelo crujía bajo mi espalda, el balcón no soportaría mucho más.

—El balcón no durará mucho, podemos movernos de aquí y seguir peleando unos metros más allá— hablo, sujetando sus antebrazos ya que intentaba estrangularme.

—Si alguien se va a mover de aquí ¡Soy yo!— exclamó y sacó una navaja de la parte trasera de su pantalón, incrustándola en la palma de mi mano.

Por ende mi mano quedó pegada al suelo. Se quitó de encima mío y empezó a correr lejos, yo por otro lado no podía moverme mucho debido a la fragilidad del suelo y por miedo a rasgar la piel de mi mano. El suele se tambaleó e inclinó hacia abajo, deslizando mi cuerpo hacia atrás, amenazando con dejarme caer de cabeza y sin una mano.

Con mi mano libre sujeté la navaja del mango y tiré con fuerza, pero no salió. Intento de nuevo y esta vez sólo sale el mango, dificultando la tarea de sacarla. El balcón volvió a crujir, la siguiente vez que lo hiciera no debería estar aquí. Tiré de nuevo. Debido a la sangre, mi mano estaba resbalosa, cuando tiraba el metal se me resbalaba sin contar que el filo hacía pequeños cortes en mis dedos.

El balcón crujió por ultima vez y la navaja salió. Me levanté rápidamente y corrí hacia el interior del pasillo, el balcón se fue derrumbando bajo mis pies. Mi muslo se contrajo por la herida que me había hecho Ximena y caí sobre mi rodilla. Me sujeto de la barandilla que aun no caía, la mayor parte del balcón ya había desaparecido y me esperaba tres metros más abajo.

—¡Brooke!— escucho a Steve, giro el cuello de un lado al otro, mis ojos por fin dan con los de él y me lanza el escudo.

Logro sujetarlo con mi mano herida, me suelto del pasamanos y me encojo en el escudo para amortiguar el golpe.

—¿Estás bien?— pregunta Steve al devolverle el escudo, asiento disimulando el agujero en mi mano y hago un ademán con mi cabeza para que vuelva a lo suyo.

Me tomo unos segundos para mirar a mi alrededor. Lo poco que se podía ver de la parte de arriba estaba destruido, habían cadáveres por todos lados, llamas, al menos un 78% de la estructura en general estaba destruido. Y yo había contribuido a ello. Alejando aquellos pensamientos de culpabilidad, me dejé llevar por los fuertes impactos y rugidos en las afueras de la edificación.

A unos 10 metros de la puerta de cristal, destruida, estaban tres monstruos gigantes con armadura de roca volcánica. También estaban Hulk, Iron Man y Steve, al parecer eran los más capacitados para acercarse lo suficiente.

A pocos metros de donde me encontraba veo a Natasha, que observa la escena.

—¿Qué es eso?— le pregunto, llamando su atención, se gira con una mano en su mentón.

Tiene una herida en el labio y pequeñas cortadas esparcidas por todo el rostro.

—Furia de titanes— responde, volviendo la vista al frente.

Había mucha gente que sólo se limitaba a ver, lo que me inquietaba mucho, deberían haber helicópteros volando sobre ellos, tanques de guerra.

—¡Director Fury!— lo llamo al verlo pasar, corro hasta él y se gira con una ceja levantada, y su inquietante ojo—. ¿Por qué no hay helicópteros en el aire? La gente sólo observa como lastiman a los nuestros.

—Es una observación contradictoria viniendo de usted— comenta—. Ese es su trabajo— agrega y se gira hacia una camioneta negra.

—Pero los civiles..

—Aquí no hay civiles, mientras estén fuera de las calles de Nueva York el ministro de seguridad seguirá bebiendo martinis con su esposa— me interrumpe con brusquedad, mantiene contacto visual unos segundos y se sube a la camioneta.

Me alejo y el vehículo se eleva con una especie de propulsores. Fijo la vista en la pelea y frunzo el ceño.

James, Zack, Luke, Munch, Ximena y yo.. Hay tres allá.. Yo estoy aquí.. Y algo me dice que Zack no murió cuando me abandonó.

—¿Adónde vas?— pregunta Natasha cuando le paso por al lado.

—Adentro— respondo—. Puedes acompañarme— agrego y escucho sus pasos detrás de mi.

Me detengo y me inclino un poco para revisar la herida en mi muslo.

—Necesitas cubrir eso— se aleja y se agacha frente a un cadáver a pocos centímetros de mi, arranca un fragmento de tela de su camisa y vuelve para hacerme el torniquete—. Mejor.

—Gracias— le regalo una sonrisa y me devuelve el gesto.

Nos adentramos en las instalaciones de nuevo, saca un par de Thunder 380 mientras yo solo contaba con una Mini Thunder que había encontrado en el suelo. Escuchamos una bala impactar cerca de nosotras y retrocedimos, caminé en cuclillas, ocultándome tras un escritorio.

Natasha me hace señas con los dedos, indicándome que fuera por atrás que ella me cubría. Me preparé para correr y justo cuando ella salió de su escondite yo me empecé a mover rápidamente, llegué a las escaleras y las subí de dos en dos escalones.

Divisé al francotirador, le disparé en un brazo y la rodilla. El hombre cayó a la planta baja debido a que estaba al final del balcón. Me subo a la baranda y salto sujetándome del pasamanos que colgaba del piso de arriba. La mano que tenía herida me dificultaba todo, no podía sentir el meñique ni anular lo que me preocupaba.

Me muevo sigilosamente por los pasillos, cables colgando y chispeando era lo que más se veía. En algunos sectores la luz sólo parpadeaba, a diferencia de otros en los que no había electricidad de ningún tipo. El hecho que fuera de noche empeoraba la situación.

Intenté comunicarme a través del códec, pero sólo se escuchaba la estática. Llego a los laboratorios a oscuras, parpadeo un par de veces y mi vista parece adaptarse, la mayor parte estaba destruida, no había señales del Dēceptōris o alguno del equipo de Luke.

They're Gonna Need More Than a 2nd Chance (ECAYT#2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora