Cap. 23

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-Uno...dos...tres. Son tres gremios hasta ahora, Oz.- Oz y Germain estaban en la habitación privada de Oz. Nadie, además de ellos, podía entrar a esa habitación.

La pared estaba hecha de ladrillo negro al igual que el piso, había antorchas con fuego verde sujetas a la pared. A la derecha de la habitación, había un escritorio tallado con madera de sauce llorón, el árbol favorito de Oz. El escritorio estaba lleno de pergaminos abiertos y cerrados, libros desordenados, un mapa de Utemn y varias piedras brillantes de diferentes colores. A la izquierda de la habitación, la pared estaba llena de pergaminos con dibujos, dibujos de todas las criaturas que Oz sabia invocar, entre ellas había un minotauro, Abismo, un esqueleto con ocho brazos, un esqueleto con un cetro de mago y otras criaturas que solo se pueden encontrar en los rincones más oscuros del infierno. En el piso al centro de la habitación, había pergaminos tirados con runas escritas, cada pergamino llevaba una mancha de sangre y la firma de Oz al final, eran sus contratos de sangre con demonios. En el techo, había un gran agujero perfectamente circular. Oz podía dormir a la luz de las estrellas, pues al final de la habitación, estaba su enorme cama desordenada y con varios libros abiertos y cerrados sobre ella.

Germain señalaba varios puntos en el mapa que estaba encima del escritorio de Oz- Sé que no son fuertes, pero el número casi siempre gana las guerras.

Oz se le quedo viendo al mapa, frunció el ceño, apretó sus dientes y dio un fuerte golpe al escritorio- Bastardos, cobardes- susurró, recargó su espalda sobre la silla y dio un gran suspiro-. Elfos bastardos y cobardes, ¡Elfos bastardos y cobardes!- gritó y lanzó una patada hacia una de las patas del escritorio, algunos libros y pergaminos cayeron del escritorio.

-Los elfos saben cómo engañar, si hay una guerra, y ambos sabemos que la habrá, ellos buscaran ser los únicos sobrevivientes. O tal vez ni siquiera se atrevan a luchar, se quedaran viendo la batalla desde atrás.

-Sí, lo sé, así son todos los elfos- volvió a suspirar-. Se acerca una gran guerra, posiblemente la más grande que haya habido, y no sabemos cuándo llegará.

Oz sintió una señal en su cabeza, era Jake. El bárbaro le estaba dando las buenas nuevas a Oz. El trío Fénix y los hermanos Darkaxe y Bor habían llegado al gremio.

-Ya llegaron- Oz se levantó de su silla-. Germain, hay algo que no te he dicho.

-¿Algo que no sé?, es la primera vez que escucho eso- dijo un tanto impresionado pero excitado por la idea de saber algo que solo él y Oz sabían.

-No te puedo decir que es exactamente, pero quiero que vayas al norte.

-¿Que tan al norte?

-A Olaf, El grande. No quiero que busques algo en especial, solo quiero que vigiles esa zona. Si vez algo que no cuadra, no hagas nada, ven aquí de inmediato y dime lo que viste.

-¿Qué se supone que estoy buscando, Oz? ¿Qué me ocultas?

-Sólo es curiosidad. Y te lo repito Germain, si vez algo extraño, huye. No quiero que hagas algo estúpido.

Germain dio una risita y retrocedió hasta donde estaba el agujero en el techo de la habitación, se convirtió en una lechuza blanca, para ver mejor de noche, y salió volando por el agujero que Oz llamaba "La puerta verdadera".

Oz salió por la puerta de su habitación hacia el pasillo, al cerrar la puerta tras él, con su dedo anular de la mano izquierda, dibujó una triqueta verde debajo de la cerradura, era un sello para que nadie entrara a sus aposentos. Con un poco de prisa, Oz recorrió el pasillo de las habitaciones del gremio para bajar a la sala del trono. En las escaleras, Jake lo estaba esperando.

Secreto de NigromanteWhere stories live. Discover now