El frío viento chocaba contra su cara, y sus alas de lechuza, mientras volaba en la gélida noche del norte, a veces tenía que transformarse en un fénix, sólo para sentir el calor de su cuerpo. Nunca había ido más allá de Moirt, nunca hubo la necesidad de ir más allá, a los congelados territorios de Olaf, El grande.
Moirt era un gran terrirotiro cubierto de nieve con algunas aldeas pequeñas distribuidas en todo el territorio, es el último territorio que pudo ser poblado por el hombre. Olaf, El grande era muy diferente, los hombres sabían poco de Moirt, pero no sabían nada de Olaf, El grande. En Moirt había nieve, en Olaf, El grande había puro hielo, en Moirt había lobos, en Olaf, El grande había huargos, Moirt era territorio del rey Leó III, Olaf, El grande era hielo sin dueño. Olaf, El grande no había sido nombrado hasta que Leó III le puso el nombre de una leyenda, la leyenda más famosa de Utemn, un bárbaro que salió de Moirt y murió en el territorio del norte, Olaf era su nombre y "El grande" su título.
Germain era conocido por tener la capacidad de transformarse en cualquier animal que él quisiera, pero no era verdad, el nunca había matado a una criatura marina ni a un huargo.
El huargo era la criatura terrestre más salvaje de Utemn. Era una especie de lobo varias veces más grande que un hombre, y Germain quería ser el primero en matar a un huargo. Oz le había ordenado a Germain que explorará Olaf, El grande, era una gran oportunidad para buscar un grupo de huargos y matar al menos a uno, pues sólo se mueven en grupos.
Las ventiscas se hacían más frías y fuertes. Germain tuvo que descender, ya había llegado a Olaf, El grande. Sus patas de lechuza no podían soportar el frío intenso del hielo, tuvo que transformarse en alce apenas aterrizar. Su pelaje blanco y grueso podía protegerlo de las ventiscas de frío, sus pezuñas eran duras y pesadas, sólo tenía que tener cuidado con no resbalarse, sus astas tenían una dureza particular, podían destruir un muro de piedra. Comenzó a caminar, inclinaba un poco la cabeza hacia adelante, hacía mucho tiempo que no se transformaba en algo que tuviera cuernos en la cabeza. No podía ver nada, el viento mezclado con nieve formaba una especie de neblina helada que sólo lo dejaba ver dos metros frente a él, sus fosas nasales estaban empezando a escurrir por el aire helado. Una gran capa de escarcha ya había cubierto la parte izquierda de su cuerpo, tenía que sacudirse para poder quitarse la nieve de sus ojos. Miró al cielo buscando una luz que lo guiará, pero no encontró nada, era de noche, no había estrellas ni lunas, Germain iba a su suerte. Escuchó un aullido, otro le siguió y después se escucharon más.
-<<Huargos>>-pensó Germain-<< ¿Me habrán localizado?>>- comenzó a correr en la misma dirección en la que iba, resbaló, perdió el equilibrio y cayó. Un gruñido se escuchó cerca de él, volvió a su forma humana y sacó su cuchillo. Su cuerpo estaba ya casi congelado y entumecido, si lo atacaran, no sentiría dolor alguno. Veía hacia todos lados buscando al huargo, pero el gruñir venía de todas partes.
-¿Donde estas maldito?- susurró.
En medio de la neblina, unos ojos amarillos y brillantes se asomaron, se podía ver el aire caliente que salía desde su hocico mostrando sus afilados colmillos, su pelaje era gris y estaba cubierto de sangre, había dos metros de distancia entre el suelo y su cabeza, era el huargo. La bestia se impulsó y se lanzó contra el chaman, abriendo su mandíbula. Una luz café cubrió el puño de Germain y, mientras estaba en el aire, golpeó al huargo en la cara, el cuerpo pesado de la bestia cayó sobre él. Sujetó fuertemente su cuchillo y lo encajó en el lomo del huargo, la bestia dejó salir un chillido de dolor. Con sus dos brazos, rodeo el cuello del huargo y lo empezó a estrangular, el peso de Germain no era suficiente para el huargo, la bestia se levantó y comenzó a correr, Germain estaba montado sobre su lomo y seguía sujeto a su cuello. El frío estaba congelando sus pulmones y ya no sentía sus piernas, tomó su cuchillo y lo empezó a encajar varias veces sobre el cuello del huargo. La bestia corría y se sacudía violentamente para tirar al chaman, el huargo empezó a perder el equilibrio y a tambalearse, cayó. Germain había matado al huargo, el primer chaman en matar a un huargo. Estaba tirado en el suelo, sus brazos y piernas estaban entumecidos y apenas podía respirar. Un gruñido se escuchó, otra más se unió y se fueron multiplicando poco a poco. Estaba rodeado de huargos y no sabía qué hacer, no podía moverse y apenas podía respirar, y de repente, fuego. Germain, en forma de ave fénix, se alzó en el aire y formó un gran remolino de fuego encerrando a los huargos. Las llamas eran tan calientes que el hielo se empezaba a derretir y formaba una depresión en el suelo, sólo se escuchaban los aullidos de los huargos quemándose y muriendo, y de repente, nieve. El pilar de fuego había desaparecido junto con los huargos, Germain descendió y se transformó en el huargo que había asesinado. Su pelaje era cálido, se sentía más rápido y salvaje, era exactamente como se quería sentir. Comenzó a correr. El viento rozando su pelaje lo hacía sentir como un ave, su rapidez lo hacía sentir como un caballo, su tamaño lo hacía sentir como un elefante y su fuerza lo hacía sentir como un rinoceronte, era el animal perfecto. Sus ojos tenían visión nocturna así que la neblina invernal había desaparecido para él. Sin saberlo, estaba teniendo otra vez esa sensación, la sensación que adquieren todos los chamanes, sentir que en realidad era un animal salvaje y libre. Mientras corría, la luz se iba extinguiendo, sólo podía sentir el hielo en sus patas y el viento acariciando su pelaje, y luego, el hielo se acabó, dedujo estaba frente a un acantilado y se quedó paralizado. Era oscuridad absoluta, no podía ver ni sus pies, parecía como si estuviese flotando, pero pudo ver otra cosa. Un castillo verde en medio del abismo a varios metros de él, brillaba con mucha intensidad. Era como ver una vela con llama verde en una habitación oscura.
-<<Vete>>- una voz sonó en la cabeza de Germain, una voz femenina-<< ¡Vete, Germain!>>.
El castillo desapareció y en su lugar aparecieron unos ojos, dos puntos verdes y brillantes en medio de la oscuridad, se encendieron llamas, sin embargo, el ambiente seguía estando oscuro. Germain dio medio vuelta y corrió. Los ojos lo seguían, estaba corriendo sobre las llamas en diferentes direcciones, quería quitarse esos ojos de encima. Corrió y corrió, hasta que los ojos desaparecieron y las llamas también. Se transformó en lechuza y voló hacia donde él creía que era el sur.
-<<Esto era lo que Oz ocultaba>>-pensó-<<Pero...ninguna criatura se puede meter en la mente de alguien. Oz, quiero que me digas que rayos era eso>>- frente a él, podía ver luz nocturna, pero si miraba atrás, sólo veía dos puntos verdes y llamas en la oscuridad.
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Secreto de Nigromante
FantasyLas cosas en este mundo como las conocemos cambiaron radicalmente. La ciudades se convirtieron en bosques, las fábricas en castillos, los parques en valles, los lagos en mares, las colinas en montañas, las aves en dragones, los peces en leviatanes...