Salida.

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Estoy abajo.

-Lucas está abajo, me ha enviado un mensaje. -Aviso. Marta pone una mueca.

-¿Dónde está el romanticismo? -Se burla. -Si fuera un caballero subiría hasta aquí, te entregaría una flor, o mejor, un ramo de flores, te ofrecería su brazo y te acompañaría abajo. -Natalia se ríe por las palabras de mi hermana mayor.

-¿Pero en que siglo vives? Existen las aplicaciones de mensajería instantánea. -Se queja mi mejor amiga.

-Dejala Nat, Marta le parece mal todo lo que haga Lucas, si él hubiese hecho lo que dice ella, habría dicho algo como que no vivimos en el siglo XX. -Me río, mientras guardo el móvil en el pequeño bolso que me llevaré. -¿Estoy bien? -Pregunto. Marta me dedica una sonrisa y levanta el dedo pulgar.

-Estás preciosa. -Me alaga a lo que Nat asiente dándole la razón.

-Estás guapísima. -Me dice mi mejor amiga.

Llevo un vestido blanco que me llega por encima de la rodilla, y tiene la espalda abierta. Las mangas se adaptan a mis brazos y son de un color más transparente.

-Entonces me voy. -Digo sonriente.

-Si necesitáis alargar la velada en casa de alguno, mejor que optéis por la de él, porque nosotras no nos vamos, vamos a quedarnos a esperar a que llegues. -Oigo que grita mi hermana antes de cerrar la puerta. Sonrío mientras me dirijo hacia el ascensor.

Cuando salgo de mi bloque de pisos veo a Lucas apoyado en su coche, con la mirada puesta en la pantalla de su teléfono.

Se me corta la respiración.

Lo que estoy viendo no se compara nada con el cartel de la campaña de Adidas, me gusta incluso más ahora que va vestido.

Lleva unos pantalones tejanos y una camiseta blanca, sencilla y con una americana de color azul oscuro, por encima.
Y su pelo igual de despeinado que siempre.

Le ordeno a mis rodillas que dejen de temblar antes de empezar a caminar hacia él.
Levanta la mirada y le clava en mi, me sonríe antes de guardar su teléfono.

-Estás preciosa. -Me dice antes de inclinarse y darme un beso en la mejilla.

-Tú bueno... tú, no sé que decir. -Digo dedicándole una sonrisa inocente.

-¿Qué tal, igualmente? -Sonríe, me muerdo el labio, por dios que deje de sonreír así.

No, guapo, tú no estás igual que yo, tú te superas.

Camino hasta la puerta del copiloto y me subo en su coche y él hace lo mismo.

-¿Dónde vamos? -Pregunto una vez me he puesto el cinturón.

-A un restaurante que hay fuera del centro. -Dice tranquilamente. -No nos molestarán, solemos ir varias veces para celebrar alguna victoria y esas cosas y es un lugar bastante bueno. -Me explica adivinando que no me gustaría para nada que alguien empezara a echarnos fotos mientras comemos.

-Hoy he visto uno de tus carteles de la campaña de Adidas. -Le dejo caer.

-Yo aún no he visto ninguno. -Me dice.

-Pues si, estaba rodeado de adolescentes alborotadas haciéndose fotos con él. -Lucas se ríe con la mirada fija en la carretera.

-¿En serio? -Sonríe.

-Sí, y menudas tonterías soltaba una de ellas. -Me quejo. -A parte de que no dejaba de decir que te haría de todo si se encontraba contigo, va la muy idiota y suelta que las chicas nos gustan los futbolistas y no el fútbol en si. -Lucas se ríe.

La respuesta no es la huidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora