Revelación

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Lucas Ribeltta 

—Tío, ¿estás escuchando? — Pregunta Mark poniendo su mano en mi hombro, me sacudo con violencia y él deja caer su mano mientras me mira frunciendo el ceño, no le hago caso y paso a atarme la bota de la pierna izquierda.

—Lucas, te estoy explicando algo importante. —Replica Dani cuando me levanto y paso por su lado para dirigirme al campo donde se llevará a cabo el entrenamiento de hoy.

No contesto y sigo mi camino, pasando cerca del cancerbero, y de uno de los suplentes que me dicen algo, pero que tampoco le hago mucho caso.

Llevo a cabo el entrenamiento tal y como nos dicta el míster, sin querer meterme en ninguna conversación con nadie, deseando terminar con esto de una vez, y poder hablar con Carillo, para ver si sabe ya algo de mi novia, la cual ya lleva desaparecida cuatro días.

Cuando terminamos el entrenamiento todos no dirigimos hacia las duchas, cuando paso por delante del míster, él me detiene.

—Ribeltta, quiero hablar contigo. —Me dice, me detengo a su lado para mirarle. —¿Desde hace cuando nos conocemos? —Pregunta, frunzo el ceño ante su cuestión. —Yo fui uno de tus entrenadores en juveniles. —Me recuerda. —Y habría puesto la mano al fuego por afirmar que serías uno, por no decir el mejor jugador de la historia. —Me dice. —Así que quiero saber si en el partido de esta noche, vas a dejar ver al Lucas que todo el mundo conoce o que saldrá a disputar el partido el Lucas que acabo de ver ahora que no atina ni una. —Me pregunta.

Suspiro mientras me cruzo de brazos.

—En realidad preferiría que me sacara de la convocatoria de hoy. —Explico, él arquea las cejas sorprendido sin esperarse mi arrebato.

—¿Y puedo saber por qué debo quedarme sin el mejor jugador de la plantilla, y tener que redistribuir de nuevo mi once ideal? — Pregunta.

—Mi novia ha desaparecido, y mi cabeza no está para concentrarme en el partido cuando nadie tiene ni idea de donde está ella. —Confieso, él suspira mientras se pasa la mano por el pelo.

—Lo siento, siento que eso haya sucedido. —Me dice de corazón. —Pero debes saber que esto puede costarte un expediente disciplinario. —Me encojo de hombros, sabía que ocurriría si le pedía al míster sacarme expresamente, pero ahora mismo me da igual. —¿Qué harás entonces mañana? —Pregunta.

—No iré. —Le digo relevando la información en la que tanto he pensado y que hasta la fecha no se lo había dicho todavía a nadie, ni siquiera a mi hermana.

—Mañana por la noche van a entregarte el premio a mejor futbolista del mundo, ¿y no vas a estar allí? —Cuestiona, me encojo de hombros.

—No me parece tan importante ese hecho, tengo otras prioridades ahora mismo. —Explico, él asiente comprendiendo.

—Debes saber que harán muchas preguntas, el mundo entero se cuestionará tu desaparición de golpe, tu caída en el partido de hoy del once titular y el hecho de que no aparezcas mañana hará que se abran los debates, lo sabes, ¿verdad? —Asiento mientras a su lado me pongo a caminar hacia los vestuarios.

—Sí, claro que lo sé, pero ahora mismo puede arder el mundo en llamas, que mi prioridad va a seguir siendo la misma, encontrarla, sana y a salvo. —Digo de nuevo intentando tragarme el nudo que se me ha formado en el pecho de solo pensar lo que debe de estar pasando Verónica ahora mismo, sea donde sea que esté.

Cuando termino de darme una ducha en los vestuarios, salgo a toda prisa para que nadie me detenga para cualquier tontería.

Llego a mi casa y después de aparcar el coche en el garaje cerca de los demás, camino hasta la habitación de mi hermana pequeña, me la encuentro sobre la cama, con las piernas cruzadas, y varios bocetos dispersos por el lecho, y ella con la mirada perdida en la pared de enfrente.

La respuesta no es la huidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora