Maremoto

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—¿Lucas? — Pregunto caminando por su casa, que se siente totalmente en silencio, en principio, Lucas no debería de tener ningún compromiso hoy, es domingo, su día de descanso.

Y no me ha avisado de que iba a salir por lo que tiene que estar en casa, cuando llego a la sala de la televisión y no le veo, frunzo el ceño, he revisado toda su casa y no está, miro a mi alrededor pensando donde puede estar, dedico mi mirada a través del cristal mirando hacia el jardín, mi mirada recae en las escaleras que bajan a la piscina interior y del gimnasio, asiento decidida a bajar allí porque conociendo a Lucas es capaz de estar cumpliendo su tabla de ejercicios incluso en su día especial.

Salgo al jardín y camino hasta las escaleras que bajan a la parte inferior de la casa, bajo despacio y sin prisa, teniendo por seguro que Lucas debe de estar allí, paso por el lujoso gimnasio, mirando por todas partes sin verle, y termino caminando hasta la piscina de interior, y le veo haciendo unos largos.

Al principio me quedo paralizada mientras veo sus musculados brazos moverse ágilmente por el agua, mientras sale a la superficie cada dos segundos, cuando llega al borde emerge como una criatura fantástica del agua que te cautiva con solo mirarla, se pasa las manos por la cara y por el pelo.

Ay Dios, nunca había visto algo tan hermoso.

Mira mis zapatos parados delante de él y sube su mirada  inmediatamente hacia mí y cuando me dedica una sonrisa completamente alegre y sincera, mi pulso ya no puede ir más rápido porqué sino explota.

—No deberías estar aquí. —Le replico. Intentando que mi voz no salga temblorosa.

—Me aburría esperando que llegaras y he pensado que podía venir aquí. —Me dice mientras sale de la piscina.

Aunque debería de estar más que acostumbrada a su belleza, a su casi desnudes y a su altura, eso no evita que tiemble como gelatina cuando le tengo a menos de medio metro, atractivamente mojado.

—Hoy es tu día, Lucas, no deberías estar trabajando. —Le regaño de nuevo intentando encontrar mi voz y no dejar que su cercanía y su atractivo me impidan regañarle por el hecho de que esté trabajando el día de su cumpleaños.

Lucas sonríe y se inclina para coger la toalla que hay en un banco de mármol que hay cerca de la piscina.

Se seca el torso, bajo mi atenta mirada, se quita el bañador y rodea su cintura con la toalla, y luego con otra se seca el pelo.

Ay mi madre, con el chaval.

—Feliz cumpleaños. —Le digo cuando me dedica su ardiente mirada. Lucas sonríe mientras se acerca a mí.

Me besa y yo le sigo el beso, mientras siento como sus manos me rodean la cintura y me apretujan contra su pecho, que ya no está mojado.

—Gracias. —Me dedica un guiño, antes de separarse de mí. Le sigo fuera.

—Te espero en la cocina. —Le digo mientras él se dedica a ir a darse una ducha y a vestirse. Me encamino hasta la cocina donde cuando he entrado, he dejado un pequeño pastel, antes de dedicarme a buscarle.

Le pongo las velas con el número veinticinco y espero que Lucas haga acto de presencia mientras gasto el tiempo haciendo zumo natural.

Lucas aparece cuando estoy terminando, vestido con un solo pantalón de chándal de color gris y con una pequeña toalla sobre el cuello mientras intenta secarse el pelo.

¿Por qué es tan atractivo?

Arquea las cejas y una sonrisa se desliza por sus labios cuando ve el pastel con el numero de años que recién cumple.

La respuesta no es la huidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora