Final

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Me dirijo junto con todo el equipo hacia el campo donde vamos a disputar uno de los partidos más importantes de esta temporada.

Mientras lo hago, pienso en como ha cambiado mi vida este último año, todo gracias a Verónica.

Realmente me alegro de haberla recuperado y dentro de todo sana y a salvo, aunque todavía se está recuperando mentalmente de lo que le hizo aquel animal hace cinco meses, el cual está encerrado en la cárcel y dudo que salga de allí, físicamente no queda rastro de las contusiones por lo que ha podido volver a su vida normal, pasó el primer mes encerrada en casa, y recuerdo lo horrible que fue, no quería salir por si la prensa se le lanzaba encima, no quería ir a trabajar, por suerte su jefe ya estaba al tanto de todo por lo que fue compasivo, no quería interractuar casi con nadie, pero eso gracias a la ayuda de una psicóloga ha podido ir avanzando y casi no queda rastro de la chica atormentada, y ahora parece volver a ser la mujer que conocí, la fuerte y luchadora mujer de la cual me enamoré.

Cuando piso el campo, dirijo rápidamente mi mirada a la primera grada donde la veo vestida con la camiseta del equipo, y sonríe mientras levanta la mano para saludarme, ese gesto me hace sonreír pero intento esconderlo mientras me dirijo hacia el medio del campo cogido de la mano de la niña que me han asignado, posamos para la foto, antes de que los niños salgan corriendo como se les ha asignado y que el equipo rival pasé a saludarnos.

El partido empieza a disputarse después de la señal del árbitro y justo en ese momento los minutos empiezan a correr en nuestra contra, teniendo noventa minutos para ganar el partido  teniendo noventa minutos para apuntar otra victoria en nuestra lista, noventa minutos para añadir otro trofeo a nuestra historia, noventa minutos para conseguir el triplete, noventa minutos para ser leyenda.

Nos jugamos mucho en poco tiempo.

Los minutos pasan y el partido es cada vez más difícil de mantener.
El Wirkilch Germany se mantiene presionando.
Maldigo mi suerte de que justo hoy Marcos Rooise juegue, siendo capitán y delantero. Cuando veo desde mi posición que recibe un pase demasiado cerca de nuestra portería sé desde ese preciso momento que solo lo va a soltar cuando haya pasado la línea de portería.

Confío en nuestros defensas pero sé que Marcos es un monstruo en el campo, y no les culpo si no pueden detenerlo.

Marcos efectivamente marca, haciendo que los ánimos, del equipo y los millones de espectadores que ven este encuentro que van a favor de nuestro equipo, decaigan hasta niveles insospechados.

Y esos ánimos decaen todavía más cuando Dani, hacia el final de la primera parte, recibe una entrada durísima que hace que termine en el suelo y no pueda moverse.
Los técnicos del equipo acuden en su encuentro, mientras parte de la plantilla le discute al arbitro para que saque tarjeta.

Me acerco a mi compañero y amigo.

—¿Puedes seguir? —Pregunto mientras me tapo los labios con la mano.  Dani hace lo mismo antes de contestarme.

—Lo dudo. Joder, siento dejaros así. —Me dice. Sonrío mientras sacudo la cabeza.

—Tranquilo, lo conseguiremos. —Le digo mientras le doy la mano.

Él se quita la cinta de capitán del brazo y me la tiende.

—Llevanos a la victoria, capitán. —Me dice con una sonrisa. Acepto la banda de capitán y le doy un asentimiento.

Me coloco la banda y me dirijo hacia Mark, el arbitro ha pitado falta.

—Colocate de barrera cerca del lado izquierdo. —Le aviso. —Lanzaré hacia ti. —Mark me mira extrañado.

La respuesta no es la huidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora