—Raffaella escucha... —Es lo primero que dice Lucas.
—¿No te dije que no quería verte por aquí nunca más? —Le espeta la mujer, y doy un paso atrás y no sé si es porque me sorprende que hable español y no italiano o por las palabras tan crudas que le dedica a Lucas.
—Escucha... —Vuelve a probar Lucas.
—No, no quiero escucharte, eres un maldito asesino, lárgate de aquí, no queremos nada de ti. —Le espeta enfadada y eso me molesta de sobre manera, sus palabras encienden una chispa de ira en mí.
—Ya vele señora, ¿no cree? —Le espeto dando un paso hacia adelante. Ella me mira y me analiza de arriba abajo y pone una mueca de asco.
—¿Qué pasa? ¿Su dinero y su belleza impiden que veas lo que en realidad es? —Me espeta. Y la ira se expande por mi cuerpo.
—Usted no sabe nada de mí, no me conoce, y aunque lo crea tampoco conoce a Lucas, así que mejor aléjese y déjenos en paz. — Le espeto enfadada.
Ella suelta una carcajada irónica.
—No tenéis nada que hacer aquí, así que volved a vuestro país y no volváis a Nápoles jamás. —Me replica.
—Perdone, no sabía que Nápoles fuera suyo. —Le digo con sarcasmo, ella arquea las cejas.
—Estás demasiado ciega por él... —Murmura ella sacudiendo la cabeza con indignación y desaprobación.
—Sí, siento que me haya enamorado de él, ¿pero a usted en que la afecta eso? ¿Acaso prefería que Lucas nunca fuera feliz? Déjele en paz. —Le espeto dispuesta a irme. La tal Raffaella se queda quieta con las cejas arqueadas mirándonos.
—¿Sabes quién tendría que haber sido feliz? —Me replica arqueando las cejas y dando un paso más cerca de mí. —Pietro, Nicolás, Lucian y Stefan, ellos deberían de haber sido felices, Pietro con el talento que tenía debía de haber sido el futbolista mundialmente famoso, él debería de haber sido el orgullo de Nápoles, no el chico que tienes al lado. —Me replica con enfado, un enfado que no me tira para atrás ya que me sigue pareciendo mal que culpe a Lucas de todo lo que sucedió, cuando son aquellos cuatro chicos quienes entraron en casa de Lucas a cometer un delito.
—En primer lugar nada de esto hubiera sucedido de no haber sido porque ellos estaban cometiendo algo ilegal. —Le espeto. Noto la mano de Lucas sobre mí.
—Déjalo, Vero. —Me replica Lucas. —Lo siento mucho Raffaella. —Le dice Lucas dedicándole una última mirada antes de ponerse a caminar en dirección hacia donde debe de estar el coche que nos ha traído.
Cuando nos alejamos de la mujer, me doy cuenta de que Lucas me mira sorprendido.
—¿Qué? —Pregunto sin dejar de andar.
—Has dicho que estás enamorada de mí. —Dice arqueando las cejas. Frunzo el ceño mientras le miro como si se hubiera vuelto tonto de golpe.
—Pensaba que era algo que no ignorabas... —Replico con ironía.
—Sí, pero lo sabía indirectamente. Nunca has reconocido delante de mí que estuvieras enamorada de mí. —Explica.
Suspiro exageradamente, como si igualmente no lo supiera ya, aunque me doy cuenta de que lo que dice es verdad, nunca hasta ahora no le había reconocido que estoy enamorada de él y que le quiero, y por cómo me mira y el hecho de que se haya dado cuenta solo demuestra que llevaba bastante tiempo esperando para estas palabras de mi parte.
—¿Quién era esa mujer? — Pregunto aunque ya sé que se trata de la famosa Raffaella, pero prefiero tocar este tema que tocar el hecho de que esté enamorada de él a pesar de que lo sepa ya.
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La respuesta no es la huida
RomanceLucas Ribeltta es un futbolista conocido mundialmente. Verónica una estudiante en último curso de periodismo. Lucas por una extraña y desconocida razón se niega a conceder entrevistas, y Verónica sabe que es porqué él guarda un secreto, un secreto q...