LA CORONACIÓN

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{LIAM}

- ¿Cómo?- le pregunto, escéptico, al Faraón-. ¿Yo reinando este sitio?
- Exacto- afirma El Faraón-. Según la tradición el siguiente Faraón es la persona que le siga en más edad al actual y ese eres tú. A no ser que te niegues pero en ese caso tú también serás expulsado de La Tribu.
- ¿Y no podéis cambiar las normas así por que sí? Quiero decir, por ejemplo, aumentar un poco más la edad límite o que el sucesor sea elegido por votación.
- Imposible. Llevamos ya un año con estas normas y para cambiarlas haría falta una clara mayoría que estuviera a favor. Y créeme, lo intentamos hacer una vez pero ya los niños lo han aceptado así y no van a cambiar de opinión, eso te lo aseguro. Por ahora nos ha ido estupendamente así desde que nos reunimos por primera vez y decidimos que las cosas serían de esta forma- me informa El Faraón.
- Pero... ¿y si por ejemplo el trono cae en malas manos?
- En ese caso, los niños se darían cuenta y la gran mayoría votarían por un cambio de sucesión- me explica.
- ¿Ha habido más faraones antes que tú?- le pregunto, curioso.
Espero su típica respuesta de "las preguntas las hago yo" pero no llega.
- Uno. Yo soy el segundo. Tú serás el tercero.
- ¿Puedo pensármelo?
- Claro pero dime la respuesta como máximo en dos días, tenemos que preparar La Coronación y todo ese rollo- dice El Faraón con un bostezo de aburrimiento.
- Vale- asiento con la cabeza y comienzo a marcharme.
- ¡Liam!- me llama antes de abrir la puerta del salón de actos.
- Dime.
- Antes de irte, déjame decirte que he estado observando tus actos estas semanas y veo a un líder potencial en ti. Si aceptas este puesto, confío en que hagas de La Tribu una comunidad mejor, de que innoves. Tengo mucha fe puesta en ti, harás grandes cosas- me dice sincero y yo le sonrío agradecido por sus palabras.
- ¿Puedo decir esto de que podría ser el próximo Faraón? Para que me aconsejen y eso...- le pregunto.
- Claro. Ya algunos saben que eres el más mayor después de mí y que serás el próximo Faraón.
Asiento con la cabeza y salgo de la habitación real.
Voy a buscar a mi mejor amigo de este lugar, el chinito Han.
Lo encuentro en su habitación conversando con otros chicos sobre chicas.
- Han, ¿puedes venir un momento?- lo llamo.
- Joder, ¿ahora que se pone interesante la conversación?
- Es importante, por favor.
Han suspira y se dirige hacia mí en el solitario pasillo.
- ¿Sabes que puedo ser el nuevo Faraón?- le comento.
- ¡¿Qué?!- grita llevándose las manos a la boca y dando saltos de alegría-. ¡Oh, dios mío!
- ¡Tranquilo! Shhh. Tampoco hace falta que montes un drama de los tuyos- lo tranquilizo.
- Es que no me lo puedo creer. ¡Tú Faraón! ¡Es increíble, amigo!
- El problema es que... no sé si aceptar el puesto.
- ¡¿Cómo que no?! ¡Tío, tienes que aceptarlo! ¡Sí o sí!- me insiste Han.
- ¿Tú crees que podré hacerlo? Con todos estos niños pequeños... Me ponen nervioso...
- ¡Pero es una oportunidad que no puedes desaprovechar! Sé que conlleva mucha responsabilidad pero tú podrás con ello, colega. Eres el mejor cazador, estás centrado en todo, es que no me imagino a otro Faraón mejor que tú.
- Vaya, gracias. Pero es que hay otros motivos...- suspiro muy indeciso.
- ¿Cuáles?- me pregunta.
- Da igual, ya me has ayudado bastante. Vuelve a la habitación a hablar de tías- le doy una palmada en el hombro y me alejo de allí.
Quiero estar solo, lo necesito.
Necesito pensar.
Salgo de La Escuela y me doy un paseo por la ciudad, acompañado de mi lanza por si me encuentro a algún zeta por el camino.

Por una parte, no quiero el mando, no quiero que me pase como a mi padre y se me suba el control a la cabeza, que me vuelva un obseso del poder pero si no lo hago tendré que irme de este lugar y si así fuera, sería un Solitario, viviría a solas en uno de los edificios de la ciudad y me las apañaría por mi cuenta, no sería difícil pero prefiero vivir acompañado.

Por otra parte, gobernar, estar en el puesto más alto de La Tribu... es muy tentador...
Me gusta estar en lo alto y se me dará bien, de eso estoy seguro, siempre se me ha dado bien manipular a la gente, ese era mi trabajo en La Llama.
Y puede que aceptando el puesto pueda demostrarme a mí mismo que puedo gobernar sin ser un monstruo como mi padre, que puedo ser responsable y justo.
Será fácil, la mayoría de los niños son tontos, apenas saben de la vida, aunque sí que saben pelear contra los zetas, los han enseñado bien.
Todo esto es como un juego, un juego de niños.
Y aceptaré el trono, estoy decidido.
Pero no por jugar al juego de tronos sino para que sea algo más que un juego, para que sea una realidad, algo más serio. Y para conseguir eso debo unir a Los Mayores y La Tribu, ambos bandos pueden aportar cosas los unos a los otros y nos necesitamos. Pero sin reglas, esto no será una dictadura, las cosas se decidirán por una democracia entre ambos bandos, tanto La Tribu como Los Mayores tendremos los mismos derechos, seamos o no más pequeños.
Y si Los Mayores no lo aceptan, lo conseguiré a la fuerza.
- No, Liam, no, muy mal pensado- me regaño a mí mismo por mi forma de pensar.
Eso sería lo que haría mi padre, atacar. No puedo seguir su modo de hacer las cosas, tengo que cambiarlo.
Y lo conseguiré, mediante el diálogo.
Estoy destinado a hacer grandes cosas, estoy destinado a ser el nuevo Faraón.

Una vez aclaradas mis ideas, regreso a La Escuela.
Por el camino me topo con un zeta pero lo mato sin dificultades al atravesarle el cráneo con la mortal y afilada punta de la lanza.

Voy directo a la habitación real.
- Vaya, poco has tardado- se ríe El Faraón-. Dime, Liam, ¿cuál es tu respuesta?
- Antes quiero preguntarte una cosa.
- Adelante.
- Quiero que me aclares la función del Faraón.
- Bueno, El Faraón es como un líder, no manda sobre nadie, solo juzga y toma decisiones. Cuando decidimos independizarnos de Los Mayores, hicimos una votación para ver quién sería el líder que se encargaría de esas cosas. Todos querían serlo así que decidimos que cada vez que alguien llegue al límite de edad, pasaría el siguiente y así sucesivamente para que todos pudieran serlo algún día y si nos parecía malo algún Faraón, se votaría y si hay mayoría de votos, el nuevo Faraón es expulsado y pasa el siguiente de la lista. Pero hasta ahora no ha ocurrido nada de eso y confío en que tampoco te pase si aceptas el puesto.
- Dices que no mandas pero te comportas como si lo hicieras. Además, llamas "súbditos" a los niños- le recuerdo.
- Ellos estuvieron de acuerdo. El Faraón puede referirse a los demás como él quiera siempre que lo haga sin ofender, con buena intención. Pero el mote de "Faraón" sí que no se puede cambiar. Y además, debo informarte de que puedes escoger un consejero personal, como mi hermana- me dice El Faraón y pienso directamente en Han-. Solo podrá aconsejarte pero algo es algo. ¿Tienes tu respuesta ya o necesitas saber más?
- Seré el nuevo Faraón- le digo decidido.
- Estupendo- sonríe el actual Faraón-. En una semana justamente se realizará La Coronación. Será una ceremonia sencilla, subes al escenario, yo te coloco la corona, la gente me despide y te da la bienvenida con aplausos. Luego se celebra una pequeña fiesta en el patio donde todos comemos alegramente. Fin.
- Perfecto- asiento con la cabeza y salgo de la sala.

Cuando veo de nuevo a Han, le comunico que he aceptado ser el nuevo Faraón y este estalla en saltitos y gritos de alegría.

Pasa una semana que se me hace eterna, cada día queriendo más que llegue el día de mi coronación.
Hasta que llega.
Hoy es el gran día.
Ya todos saben la nueva noticia, que yo seré el nuevo Faraón.

Me preparo para la ocasión con unos tejanos negros, la sudadera más formal que encuentro y unos guantes que me dejó El Faraón hace unos días para este momento.

Camino con la cabeza bien alta hasta la que será mi próxima habitación, la habitación real.
Todos me esperan repartidos por el inmenso salón de actos.
Cuando llego, todos me miran ilusionados ante la nueva coronación.

Subo hasta el escenario sonriendo ampliamente.
El actual Faraón revela su nombre, se llama Caine.
Le doy un apretón de manos.
Caine, el antiguo Faraón me mira orgulloso. Alza una corona nueva y me la coloca sobre la cabeza. Es de cartón pero parece muy real.
- Liam, yo te proclamo el nuevo Faraón de La Tribu- me coloca la corona y todos me aplauden y me silban.
Me tapo la cara con una mano, fingiendo modestia, mientras Caine sonríe al público.
Luego, este último se quita su antigua corona y la deja en el suelo.
Los niños vuelven a aplaudir.

Hoy es un día de alegría, un día de fiesta, un nuevo día.
Hoy es el comienzo de algo grande.

Apocalipsis Zeta - Parte 4: Destinos separadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora