UNA NUEVA ERA

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{IAN}

- ¡Corred!- le grito a mis amigos.
La anciana que está a mi lado intenta retenerme pero le golpeo con el puño en la cara y me suelta, dolorida.
- ¡Niño malcriado!- me dice furiosa mientras corremos hacia las grandes puertas.
Todos se han levantado de sus sitios para atraparnos pero nosotros estábamos los últimos así que contamos con algo de ventaja.
Solo si conseguimos deshacernos de los dos guardias que nos bloquean la salida.
- ¡¿Qué hacemos?!- grita Orazio.
- ¡Corred!- grito.
- ¡Y luchar!- grita Fet.
Un guardia se abalanza sobre mí, dirige un bate de metal contra mí pero me agacho y lo esquivo.
Logro llegar hasta las puertas y las abro, dejando ver la oscuridad del exterior.
Miro un momento hacia atrás.
Fet también ha conseguido salir pero no los gemelos, a los cuales retienen los ayudantes del cura.
- ¡Tenemos que volver a por ellos!- le digo a Fet.
- ¡No! ¡No podemos! ¡Vámonos!- me dice corriendo colina abajo.
A Fet no le importa esos dos. Si fuera un amigo de verdad, no dudaría en volver a por ellos, yo no dudaría en volver a por Rupert, aunque me costara la vida.

Suspiro y sigo a Fet, echando una mirada hacia atrás.
Al principio nadie viene tras nosotros pero unos minutos después se escuchan pasos, todos salen de la iglesia pero no corriendo, no nos persiguen.

- ¡Vamos, tenemos que llegar a la ciudad antes que ellos y decirles a todos lo que está pasando!- dice Fet y asiento con la cabeza, corriendo hacia Tonopah.

Una vez llegamos, nos encontramos con que los guardias no nos permiten entrar por no tener nuestra documentación.
- ¡Se nos ha caído, de verdad!- le digo desesperado.
- ¡Dejadnos entrar! ¡Es importante! ¡Se avecina tormenta!- dice Fet.
- Pues yo veo hoy buen tiempo- se burla un guardia y el otro se ríe.
- ¡Volved por donde habéis venido!- nos ordena un guardia.
Con un suspiro de frustración, nos largamos de allí antes de que aparezcan los religiosos.

- ¡¿Dónde habrá ido a parar mi puta documentación?!- grito desesperado.
- Creo...- susurra Fet recordando algo-... creo que me la quitó un guardia de la iglesia.
Entonces lo recuerdo, el guardia intentó atacarme y lo pude esquivar fácilmente... Su ataque era una distracción, aprovechó para quitarme la documentación del bolsillo... Pudo haberme atrapado si hubiera querido, sabía que no nos dejarían entrar sin la documentación y así no nos chivaríamos a los habitantes de Tonopah.
- Era una trampa- le digo a Fet, asombrado.
- Ya me había dado cuenta- replica este-. Pero no van a salirse con la suya, entraremos.
- ¿Y cómo?- le pregunto, escéptico-. ¡La valla tiene más de tres metros de altura y es imposible pasar por encima sin que te hagas daño con el alambre de púas!
- Conozco un sitio... Solía escapar y entrar en la ciudad por allí para evitar a los guardias- me dice Fet.
- Te sigo...
- Pero está bastante lejos- suspira Fet.

Caminamos a ritmo rápido algo más de un cuarto de hora hasta que llegamos al otro extremo de la valla de la ciudad.
Un gran árbol se alza a muy poca distancia de la valla.
- Ya veo...- asiento con la cabeza mirando hacia el enorme árbol-. Tío, yo no sé escalar.
- Pues es hora de aprender- me contesta el Ken-. Mira y aprende, chaval.
Fet comienza a poner un pie tras otro en diversos huecos del tronco del árbol e impulsándose a través de las diversas ramas. En poco tiempo llega hasta la cima.
- ¡Vamos! ¡Ahora tú! ¡Te espero al otro lado!- me dice Fet gateando por una rama gruesa, pasando de un lado a otro. Luego se oye un salto y Fet ya está en el suelo de nuevo.
Miro hacia arriba, indeciso.
Está muy oscuro, no sé si podré hacerlo.
Me caeré, me mataré.
- ¡Oye, Fet, yo mejor como que te espero aquí! ¡Avisa tú a los demás!- le grito pero no oigo ninguna respuesta, ya se habrá ido.

Al final me decido e intendo escalar, no seré un cobarde.
Un pie tras otro. No debo dejarme llevar por la inseguridad. No debo mirar hacia abajo.
Pero es lo primero que hago.
Ya estoy demasiado arriba y si cayera de mala manera, como mínimo me rompería una pierna.
Inspiro profundamente y sigo escalando colocando una mano y otra en diversas ramas.

Apocalipsis Zeta - Parte 4: Destinos separadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora