TODOS QUIEREN AL JACK

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{JACK}

Gemidos en la noche.
Tiemblo, tiemblo de miedo.
Vienen a por mí.
Me devorarán y cuando muera, moriré siendo humano.
Aquella vez que los zombis me arañaron por primera vez en La Llama y sobreviví sin convertirme en uno de ellos no tenía claro que fuera inmune, podría ser que solo nos transformáramos mediante mordiscos.
Pero no, cuando me mordieron en Mercury y aún así sobreviví, lo tuve más claro que nunca, era inmune.
Soy la cura.
Y por ese motivo estoy aquí, ahora, en medio de un bosque, en medio de la noche, a oscuras y escuchando a los zombis acercándose.

Llevo más de un día caminando, sin verlos, hasta ahora.
Ya estoy bastante lejos del Desfiladero, o eso espero.
Espero que me dejen en paz y no acaben siguiéndome.
No he parado de llorar en casi todo el día por la mezcla de emociones que se cuece en mi interior: miedo, tristeza por dejar atrás a la mujer a la que amo, soledad.
Pero no paro y sigo adelante.
Corro por el bosque con las manos hacia delante, guiándome en la oscuridad por el tacto, como un ciego.
Y los gemidos se acercan. Tengo que salir de aquí. En la carretera se verá algo más a la luz de la luna, aquí los grandes y densos árboles lo oscurece todo.

Vienen y yo corro, jadeando por la falta de aire.
Necesito mi inhalador.
Paro un momento y rebusco en mi mochila para sacar el ventolín. Una vez que mis pulmones están saciados, sigo corriendo, chocándome con los troncos de los árboles, escapando de los zombis que se acercan.

Salgo a la carretera, lo que me permite ver algo más.
Pero lo que veo no es nada bueno.
La carretera está invadida, hay zombis por todos lados.
Y todos me miran.
Tengo que correr, antes de que me devoren y muera desangrado.
Paso entre ellos a codazos, apartándolos.
Cada vez son más, cada vez tengo que hacer más esfuerzo por apartarlos de mi camino.
Estoy asustado, aterrado.
No puedo ni gritar del miedo, solo corro.

Me rodean.
Se acercan a mí.
Pero no hasta el punto de morderme.
Se acercan y se quedan mirándome, como...
Como si fuera su Dios.
Me quedo paralizado, en medio de todos ellos.
No me muerden, me miran como a otro de ellos, como a uno más pero aún más especial, como si yo fuera la abeja reina y estuviesen esperando una orden.
Entonces lo recuerdo, el niño, el pequeño niño zombi, el cual iba a morder a Crystal pero lo paré, le ordené que no lo hiciera y me hizo caso.
¿Y si... y si ser inmune no solo conlleva que no me transforme?
¿Y si puedo dominarlos?
No, no puede ser. Antes no me pasaba esto y se supone que siempre he sido inmune...
Esto me está pasando a raíz de los mordiscos de aquellos zombis en Mercury. Tal vez me han infectado y por eso no me hacen nada.
Pero no soy un zombi, sigo siendo humano. No tengo ganas de carne y sangre... O tal vez...
Niego con la cabeza, apartando esa idea.
- Yo... soy... humano- me digo en voz alta para convencerme a mí mismo-. ¡Soy humano, putos zombis! ¡¿Por qué no venís a por mí?! ¡¿Por qué no queréis comerme?!
Pero gritar no sirve de nada, se quedan igual, rondando alrededor de mí.
La palidez de mi cuerpo es una señal.
Soy uno de ellos...
Me estoy convirtiendo en un zombi...

Me hago una bola en el suelo y comienzo a sollozar.
Que me maten.
Ahora mismo quiero que me maten.
Pero no lo hacen.
Estoy tan confuso...

Ni siquiera me dí cuenta de que me había dormido. Cuando me despierto es por la mañana y puedo verlos mejor.
Y siguen ahí, a mi alrededor.
Me levanto del suelo, con los dientes apretados, furioso.
- ¡Apartad!- grito y para mi sorpresa, lo hacen.
Los zombis se apartan a la derecha y a la izquierda, dejándome un espacio entre ellos para que pase.
Paso entre ellos, con la mochila colgada al hombro. A medida que voy pasando, el pasillo detrás de mí se va cerrando y los zombis me siguen.
Tras caminar unos minutos entre ellos, llego a un extremo en el que ya apenas hay zombis. Ahora todos están detrás mía y me siguen como esclavos.
Me doy media vuelta, de cara a ellos.
- ¡Fuera! ¡No me sigáis!- les grito y vuelvo a caminar pero me siguen, parece que esa orden no funciona.
Entonces empiezo a correr, dejándolos atrás.
Yo puedo hacer algo que ellos no, correr, así que poco a poco, los voy dejando atrás y cuando ya no notan mi presencia, siguen a lo suyo, a sus tristes vidas de caminar lentamente en busca de una presa con la que alimentarse.

Apocalipsis Zeta - Parte 4: Destinos separadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora