SED TRAICIONERA

3.1K 225 4
                                    

[Leo, Ian y Rupert]

{LEO}

- ¡¿Por qué cojones le has quitado sus ataduras?!- le grito furioso a Rupert.
Estaba durmiendo sobre la hierba mientras Rupert hacía guardia y cuando me he despertado, Ian ya no tenía las manos atadas.
- ¡Ya llevamos dos semanas y te puedo jurar que es él, mi amigo de toda la vida! No sé en que momento, ni siquiera él lo sabe muy bien, pero ya vuelve a ser el mismo. Dale una oportunidad- me dice Rupert seriamente, defendiendo a su amigo-. Si no aceptas esto, déjanos, iremos por una parte y tú por otra.
- Está bien- suspiro, al fin y al cabo Ian ya hace un tiempo que no da señales de ser el chico que habían convertido en La Llama-. Pero su rifle me lo quedo.
- Vale- asiente Rupert y mira a su amigo que sonríe, agradecido.
- Puedes estar tranquilo, Leo, soy yo, el Ian de verdad- me dice Ian, y parece sincero.
Pero no confío del todo en él, puede ser una trampa.

Ya llevamos dos semanas caminando. A los pocos días nos encontramos una granja por el camino. Estaba deshabitada de humanos pero no de zombis. Nos los cargamos a todos con la única arma que teníamos, un rifle. Esperamos un rato a que vinieran más zombis, atraídos por el ruido, pero no vinieron más. Nos quedamos unos días, hasta que la comida empezó a acabarse y tuvimos que salir de la casa para cazar y esto fue atrayendo a muchos zombis. Tuvimos que salir porque la granja estaba siendo invadida por demasiados de ellos.
Tuvimos suerte, nos dimos cuenta y escapamos a tiempo. Le quité la cuerda a Ian para que pudiera correr mejor y evitar a algún zombi si se le acercaba pero después volví a ponérsela.

Hasta ahora, que ya lo hemos dejado libre. Hace dos días que salimos de la granja y ahora solo caminamos, en busca de otro hogar en esta tierra desolada.

Ni siquiera sabemos hacia dónde nos dirigimos. Nuestra principal preocupación ahora es estar a salvos, o por lo menos yo.

El agua se acaba, a la única botella que conseguimos sacar de la granja ya solo le queda unos sorbos. En cuanto a la comida no estamos tan preocupados, esta es una zona con algunos ciervos y muchas liebres.
Me he hecho una lanza con un trozo alargado de madera y la hoja de un cuchillo que cogí de la granja. Esto me servirá para cazar y matar zombis más silenciosamente que con el rifle.

Esta tarde he cazado un jabalí y ahora estamos montando una hoguera para comer.
Cenamos hasta llenarnos y nos bebemos el resto del agua que quedaba.
- ¿Qué vamos a hacer a partir de ahora?- suspira Rupert.
- Tengo más sed...- suspira Ian.
- Os veo muy negativos. No estéis así, seguro que mañana encontramos algo de agua- digo dándoles esperanza pero ni yo mismo lo creo.
- ¿Quién va a hacer guardia?- pregunta Rupert-. Yo la hice la última vez, le toca a otro.
- ¡Yo la haré!- se ofrece Ian.
- No- niego con la cabeza-. Siento decírtelo, pero sigo sin confiar en ti. La haré yo.
- Como quieras...- suspira Ian y se recuesta sobre el incómodo suelo, al lado de su amigo.
No tardan en quedarse dormidos.
Ian parece tan normal... Parece el Ian que conocí en Mercury pero puede que esto sea puro teatro y nos dé una puñalada trapera cuando nos despistemos.
No puedo permitirme confiar.
No en este mundo.

Sumido en mis pensamientos, noto que los ojos se me cierran. El aburrimiento y el silencio están pudiendo conmigo, a este camino acabaré dormido.
Pero no puedo, necesito despejarme.

Un ruido. Gemidos. Pasos. Se acercan. Me levanto de la piedra en la que estaba sentado y empuño la lanza. Al oír que se acercan cada vez más, intento despertar a Ian y a Rupert pero no despiertan, es como si estuvieran... muertos. Compruebo la respiración de ambos, siguen vivos pero no abren los ojos a pesar de mis gritos. Les doy un tortazo a cada uno, les doy una patada suave en el costado pero ni siquiera con eso se despiertan y los zombis cada vez están más cerca.
Ya llegan al claro en el que nos encontramos, en las afueras de un bosquecito.
Todos se dirigen a mí, vienen de todas partes. Pasan por encima de mis dos compañeros, olvidándose de ellos, dirigiendo toda su atención a mí.
Estoy acorralado, no tengo escapatorias, voy a morir.

Apocalipsis Zeta - Parte 4: Destinos separadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora