XI. Hambre de aprendizaje

3.8K 330 16
                                    

—¿Te quedarás allí todo el día? —preguntó. Miré a Aidou exasperada. Estaba ayudándome a estudiar la clase de Historia Vampírica.

—Quiero comer... —dije, soltando el bolígrafo y tirando mi torso sobre los libros.

—A decir verdad, yo también. Creo que tengo mucha sed —Aidou se relamió los labios.

Forcé una sonrisa en su dirección, soltando un «ja, ja».

—Pensándolo bien, es mejor estudiar un rato más, ¿no crees? Además, si tengo mucha hambre me puede acompañar... —Miré en todas direcciones en busca de alguien en el salón de clases— ¿Rima? —pregunté al verla—. ¡Si, Rima!

—¿Qué? —preguntó Rima, unos bancos más abajo.

—¡N-Nada, no te preocupes! —dije levantándome del asiento.

—A veces no te entiendo. —comentó la rubia por lo bajo.

—¡Por favor Aidou! —Me quejé mirándolo—. Tengo hambre. ¿Sabes lo que es estar cuatro horas sin comer?

—No. —Aidou se levantó del asiento y se acercó a solo centímetros de mi rostro—. Pero sé lo que es estar cuatro años sin comer.

—Bueno, es casi lo mismo. —Volví a sonreír—. Sólo que lo tuyo serían años y lo mío horas. ¡Pero a pesar de eso es prácticamente lo mismo! Es decir, tienen el número cuatro...

—Tú ganas —dijo tomando mi mano y tirando de ella hacia la puerta—. Pero con una condición.

—¡Cualquier cosa por comer!

—Luego de comer iremos a estudiar, y lo harás sin oponerte a lo que yo diga, ¿está bien?

Lo dijo en un tono que no me convenció del todo. Algo tramaba, de eso estaba segura. Lo miré desconfiada.

—¿Qué es lo qué..?

El rugido de mi estómago me interrumpió. Bajé la mirada hacia éste y coloqué mi mano allí mismo. Me moría por un pedazo de... cualquier cosa comestible.

—Está bien, lo que sea, tengo hambre —dije mirando nuevamente a Aidou, quien no dejaba de arrastrarme por los pasillos para llegar a el comedor.







Una vez que terminé de comer, nos dirigimos a los dormitorios para concentrarnos mejor. El resto de los estudiantes nocturnos permanecieron en el centro de estudios. No nos estábamos salteando las clases, esta noche era libre.

—Comencemos... —dije lanzándome en la silla de mi escritorio, lista para seguir estudiando.

Aidou entró a mi habitación y cerró a puerta. Se acomodó en la cama con los brazos debajo de la cabeza, las piernas cruzadas y los ojos cerrados mientras resaltaba una sonrisa.

—¡Ah, cierto! —Salté de la silla y miré a Aidou—. Dijiste sobre una condición. ¿Cuál es?

Aidou abrió los ojos y se levantó rápidamente sin quitar esa sonrisa de su rostro. Caminó hasta mi ventana y miró hacia afuera, dándome la espalda.

—Bien, esto es lo que haremos. Te daré media hora para que leas bien el libro y luego te preguntaré...

—¿Sólo eso? Bien. —Me senté una vez más en la silla y abrí la página. Aidou se acercó y la cerró de golpe.

—Cada vez que te equivoques, me darás un poco de sangre.

—¿Qué? —pregunté, tratando de digerir su condición. Cuando lo hice, me enfadé—. ¡No haré eso!

Vampire Knight: Memorias de un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora