Epílogo

3.2K 242 40
                                    

Pasaron mil años desde mis días en La Academia Cross, mi vida había cambiado.

¡Ja!, era difícil de creer que para un vampiro eso no era nada.

—¿Qué dices si me dejas beber ahora un rato? —pregunté—. Se me seca la garganta.

Me encontraba acostada en el suelo con los brazos y piernas separadas mirando el techo.

—Lo debiste haber pensado antes —dijo, fulminándome con la mirada desde ese sofá con el libro en la mano.

Qué injusto.

Me acerqué hasta donde estaba y luego me senté en sus piernas.

—Tengo sed —gruñí. Como no vi respuesta, continué—. No es mi culpa que seas irresistible. Pero tal vez pueda llamar a Ichijou, acorralarlo contra la pared y beber su sangre.

Me levanté despreocupada y comencé a irme.

Con eso siempre cae en la trampa. Era jugar sucio, los celos no son algo con lo que se deba meter seguido alguien en una relación, pero ahora sólo lo hacía descaradamente para salirme con la mía, y Kaname lo sabía, por eso le gustaba más.

Justo antes de que saliera por la puerta de la sala, cerró su libro y velozmente apareció frente a mí. Me tomó por las muñecas y me acorraló contra la pared en un segundo.

—Eres poco original, yo dije que haría eso —musité, intentando no sonreír.

Acercó sus labios a los míos y me besó. Como siempre, nuestros besos comenzaban despacio hasta desenfrenarse. Subí mis piernas y me sujeté a su cintura con ellas. Mis manos se enroscaron en su nuca fuertemente, atrayéndolo hacia mí. Su brazo izquierdo rodeaba mi espalda y me pegaba a su pecho mientras que su mano derecha se posaba en mi muslo izquierdo. Desabotoné como siempre su camisa y deslicé mi mano por su abdomen.

Kaname separó nuestros labios y bajó hasta mi cuello, dónde lamió y mordió. Cuando decidí tocarlo, tomó mis muñecas con sus manos y las aprisionó contra la pared sobre mi cabeza. Con su torso empujó al mío hasta que quedé inmovilizada por completo entre la pared y su cuerpo.

—Yo era la hambrienta —susurré.

Estábamos tan ocupados que siquiera nos dimos cuenta de la presencia de los demás hasta que hablaron.

—Tsk... —Sonó la lengua contra su paladar—, se suponía que debíamos venir a cenar, pero ya lo están haciendo —dijo Zero—. Debieron pedir que vengamos mas tarde.

Oh, olvidé la cena...

A Kaname no pareció importarle en lo más mínimo, así que me separé rápidamente de él y acomodé y la ropa justo en el momento en que Yuuki entró seguida de sus niños y los míos. Kaname lamió la sangre de sus labios y se acomodó la camisa. Por mi parte, puse una mano en mi cuello mientras esperaba que la mordida desapareciera.

Mis niños se habían quedado a dormir en la casa de Yuuki y Zero.

Luego entraron Kain y Ruka, detrás de ellos, Ichijou junto a Rima y Shiki. Por último entró Aidou junto a Sayori y sus hijas.

¿Aidou y Sayori? Si, ambos rubios estaban enamorados. Aún no me olvido ese día en el que Sayori vino convertida en vampiro junto a Aidou. Y pensar que ella, quien se negaba rotundamente a los caprichos del rubio y a la idea de convertirse en vampiro, se enamoraría y transformaría por amor. Amor a él, pero más que nada por sus hijas. Quería vivir eternamente para verlos días tras días vivir también. Cuando llegara el momento, se iría, eso había dicho.

Vampire Knight: Memorias de un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora