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—Oye, oye, espera ¡¿Tres días?! —exclamó Romeo con la boca abierta y el ceño fruncido

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—Oye, oye, espera ¡¿Tres días?! —exclamó Romeo con la boca abierta y el ceño fruncido. Habían pasado seis horas de viaje ya habían cambiado de lugares un par de veces. Era evidente que comenzaba a desesperarse. Siendo sinceros Julian estaba en las mismas, Villa Rueda no solo estaba lejos, también se encontraba ubicada en carreteras bastante complicadas, que los llevaban por un sinfín de curvas a un largo y prolongado camino de terracería, más curvas, más terracería y así, hasta llegar a la ciudad.

Probablemente habría sido más fácil que viajaran en avión, pero Julian le tenía un miedo terrible a volar y Romeo había tenido la delicadeza de no sugerirlo... O quizás solo era demasiado tonto como para pensar en la posibilidad. En cualquier caso, el miedo a loa aviones era algo compartido, por lo que se imaginaba que Juliana también había decidido prescindir de ello. Además, ambos tenían tarjetas complementarias a la de su padre, habría sido imposible comprar un boleto de avión sin que el hombre se diera cuenta. Con bochornosa nitidez recordó la llamada del hombre a media noche una ocasión que salió de fiesta y no fue capaz de regresar a casa cuando era debido.

"¡Que estás haciendo en un motel!" y luego una charla embarazosa sobre el uso de condones. Eso había sido durante su primer año en la universidad y era algo que todavía lo atormentaba. Su hermana quedó advertida desde que regañaron a Julian por eso, la chica le llamó riéndose para decirle que no fuera tan tonto.

—¿Tienes amigos Julian? ¡Compra las cosas por ellos cuando tengas la oportunidad! Así tendrás un poco de efectivo libre para gastar en ti mismo —había dicho, con un humor impropio de ella. Nunca se imagino que Juliana fuera una tramposa, ella estudiaba diseño de modas en otra ciudad, así que sus padres le depositaban un montón de dinero para sus materiales y cualquier cosa que se le ofreciera. La chica solía ser juiciosa con el dinero, gastaba lo mínimo, en ropa, calzado, incluso la comida y su departamento era pequeño y estaba en un bloque de estudiantes cerca de la escuela, así que no tenía idea de porque o para que se guardaba el dinero.

En su momento solo se dijo a si mismo que por fin estaba tomando el valor para vivir un poquito, pero probablemente era una forma de tener fondos para escaparse de vez en cuando con Romero en alguna parte de la ciudad.

No quería ni pensar en eso.

Nervioso miró a su acompañante. Ellos iban a permanecer un largo rato vagando antes de finiquitar su viaje, el destino no les auguraba nada bueno hasta ahora y tampoco parecía que las cosas fueran a ponerse más fáciles en un futuro cercano.

Resoplando, Julian tomó su móvil.

—Son tres días viajando con luz de sol y parando a dormir en algún sitio durante la noche —murmuró revisando el estado del aparato. No es que se subestimara, pero no pensaba que pudiese resistir todo el día en el auto—. Esta cosa va a quedarse sin batería, pero tal vez podamos reducirlo a dos si no nos distraemos y tomamos la desviación por las montañas.

Romeo y Julian (LCDVR #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora