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Sandra se despidió de su hijo como si no fuese a verlo nunca más

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Sandra se despidió de su hijo como si no fuese a verlo nunca más. Se había puesto tan sensible que incluso se le escaparon un par de lágrimas; nada más verla, Julian se sintió muy mal por ofrecerse a llevarlo, porque luego de lanzar la propuesta no hubo poder humano que convenciese al muchacho de quedarse en casa.

Se notaba a leguas que ella no se separaba mucho de su retoño y que este, estaba ansioso de salir del nido.

—¿Llevas tu cepillo de dientes? —le preguntó Sandra, en tono de preocupación.

—Sí, mamá, me compré uno nuevo —dijo golpeando su mochila, cuya enormidad dejaba ver que era apta para llevar el mundo dentro.

—¿Ya hablaste con tu tío? ¿Te dijo a qué horas va a estar para recibirte? —continúo interrogándole, mientras su cabeza se llenaba de razones por las que no debería dejar ir a su hijo ¡Había encontrado a Romeo y Julian en la cárcel! ¿No era eso muy peligroso? Sin embargo, Sandra también tenía una vocecita en la cabeza que le decía que estaba exagerando, que si no dejaba ir a Giordano el chico encontraría la manera de escaparse. No quería verlo robándose un auto o algo así.

—Me dijo que me fuera en burro si quería, pero que tenía que estar allá lo más pronto posible —aseguró recordando las palabras del hombre. El tipo se puso como loco cuando se enteró de que había perdido su autobús, al parecer estaban bastante ocupados por allá y necesitaban un nuevo cantante pronto.

—¿Y si mejor te esperas a mañana? Yo te llevo a comprar un boleto nuevo y tu tío que se aguante —argumentó cruzándose de brazos.

—¡Mamá! —se quejó Giordano.

—¡Está bien! ¡Está bien! —Ella miró a Romeo y Julian, con una mueca de súplica—. Cuídenlo mucho ¿Sí? Es un poco travieso así que ténganle paciencia.

—No se preocupe, lo dejaremos en la puerta de la casa de su tío —comentó Romeo para tranquilizarla. Se notaba que era de esas mamás que parecían duras por fuera, pero eran muy permisivas con sus retoños. Debía ser parte del síndrome del hijo único.

—Vamos ma, tienes que acostumbrarte, de todas formas, el próximo año me voy a la universidad y me vas a tener que dejar salir —se quejó cruzándose de brazos. Gio tenía muchos ademanes infantiles, que solo salían cuando estaba cerca de su madre.

Sandra hizo una mueca de desagrado ante el comentario del muchacho.

—Mira, que si se me pega en gana no te vas y haces la carrera aquí —lo amenazó, pero Giordano parecía acostumbrado a esa clase de riñas, porque la frase no hizo demasiado por amedrentarlo.

—Pues entonces reprobaré todos los cursos hasta que me expulsen de la escuela —dijo girando el rostro.

Romeo casi suelta una carcajada, su madre le hubiera metido la cabeza en el lago hasta que se desmayara por contestarle así. No cabía duda que había de todo en las familias.

Romeo y Julian (LCDVR #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora