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Romero miró los boletos del vuelo a París, faltaban tres días para el gran viaje y comenzaba a ponerse nervioso

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Romero miró los boletos del vuelo a París, faltaban tres días para el gran viaje y comenzaba a ponerse nervioso. Era una noche despejada, su hermano había estado bebiendo bastante en los últimos días y él se tuvo que tomar un tiempo del trabajo para ir a verlo, sin embargo, encontrarlo en su habitación con una botella de vino vacía y diciendo tonterías no era lo que se esperaba hallar.

Su hermano pequeño era un desastre grande y molesto, se aferraba a la botella mientras murmuraba cosas. A su alrededor las cajas estaban a medio empacar, como si se negara a abandonar aquel pequeño piso de estudiante. Romero lo observó fastidiado, solo alguien como aquel chiquillo podía verse tan miserable cuando el futuro parecía sonreírle como si fuera el favorito de dios.

Negando continuo la llamada, sabiendo que Romeo no estaba en condiciones para husmear en sus asuntos.

—¿Ya se encuentra mejor? —Le preguntó Juliana al otro lado de la línea. Su voz sonaba limpia y tranquila, tenía el tipo de timbre que le resultaba relajante a cualquiera que lo escuchara. Era gracioso, porque el hermano de la chica tenía una forma de hablar muy parecida, pero era tan gritón que para nada causaba el mismo efecto que ella.

—No, le he dicho que deje de ser tan obstinado, pero ya sabes cómo es —gruñó sin dejar de mover el pie. Aquel tic nervioso lo acompañaba desde la mañana y empeoraba con el paso de las horas.

—Deberíamos dejar esto —murmuró ella bajando su tono de voz—. Si estás preocupado por él, deberías quedarte, a mí también me preocupa mucho Julian —dijo soltando un suspiro largo y cansado—. Lleva toda la noche trabajando en un plano, cada día tiene peor humor, ya no sé qué hacer con él.

—No eres su madre —sentenció Romero, quien ya estaba harto de ver a Juliana ocuparse del chico como si fuera un niño pequeño—. No tienes que cuidarlo todo el tiempo, siempre te estás metiendo en problemas por sus niñerías —agregó resoplando mientras pensaba en la cantidad de veces que Juliana había terminado sola, a media noche, yendo a un bar de mala muerte a recoger a su hermano después de que se metiera en algún lio. Ella había corrido por todo el pueblo para detener sus peleas porque Julian no podía evitar ser un busca problemas de primera categoría.

Sin embargo, luego se arrepintió del tono brusco, después de todo, el preocuparse por las personas a las que quería era parte de lo que a él tanto le gustaba.

Cuando estaban en la escuela ella siempre les preguntaba a los profesores por el chico. Su madre le pedía que no lo hiciera, pero Juliana deseaba estar al tanto de la vida de su hermano. Quería asegurarse de ser útil a sus abuelos, quienes consideraban que solo Julian podría ser un digno heredero de su apellido.

Su abuelo era una pesadilla, al igual que la mayor parte de su familia. A menudo esperaban que ella se comportara como una madre, querían que levantara los trastes donde su hermano comía, que le lavara la ropa y cuidara que no se metiera en problemas. Deseaban que tuviera excelentes calificaciones, pero ella no podía estudiar algo que resaltara más que la carrera de su hermano, era inaceptable que brillara más que el nieto favorito de la familia.

Romero solía guardarle mucho rencor a los viejos, que insistían en que su nieta, siendo tan guapa, solo debía dedicarse a trabajar unos años mientras encontraba un marido, de preferencia rico y con un apellido de renombre. Juliana era su carta de triunfo, la muchachita que podía sacarles de la "miseria" en la que estaban hundidos. Habrían puesto el grito en el cielo si supieran cuanto tiempo llevaba saliendo con un Cortez, un "simple y sucio granjero", alguien que no estaba a la altura de su niña y un miembro de una familia con la que llevaban años de violentas disputas.

—No soy su madre —dijo Juliana suspirando—. Pero soy su hermana y me preocupa —murmuró, su voz sonaba afectada, había preocupación e impotencia. Romero la comprendía, porque él también era el hermano mayor de un desastre viviente.

—A mí también me preocupa Romeo, pero no puedo vivir mi vida tratando de que haga lo que yo creo correcto y tú tampoco puedes obligar a tu hermano a cambiar. —Romero soltó un suspiro, se había repetido aquellas palabras una infinidad de veces y cada vez que las pronunciaba en voz alta, sentía que estaba traicionando a la sangre—. Si no lo hacemos ahora, no será nunca —agregó, masajeándose la sien, mientras miraba de reojo los boletos.

Se negaba a seguir siendo una niñera el resto de su vida y se negaba a que Juliana fuese obligada a actuar contra sus principios, casándose con alguien a quien no amaba, dejando el trabajo que adoraba, negándose a tener tantos logros como su hermano.

Romero la escuchó suspirar al otro lado de la línea, estaba muy nerviosa, nunca había hecho nada como eso, jamás había desobedecido de aquel modo, aunque no le faltasen las ganas; abriendo el cajón de su escritorio, Juliana contempló las dos razones por las que había aceptado aquella locura.

La primera, era un anillo de diamantes, ostentoso y caro que un pretendiente aprobado por su abuelo le había dado; Juliana rechazó al hombre frente a su familia y la mayoría actuó como si su negativa hubiera sido un guijarro en el camino.

Ese era el símbolo de una vida actuando bajo las opiniones de los demás, una vida donde sus deseos no importaban, una vida de prisionera.

El segundo era otro anillo, uno más discreto, de platino, con una promesa grabada en el interior. Una promesa que le daba fuerza, la que le ayudaba a sobrellevar la vida en casa.

—Voy a esperarte—murmuró en el auricular.

—Estaré contigo pronto —respondió Romero cerrando los ojos, contando los segundos que le quedaban antes de correr hacia su libertad.


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Pues ya es una realidad, estoy volviendo a subir Romeo y Julian, esta vez la historia (al igual que todas las que están publicadas) viene con ilustraciones que acompañarán la historia y una nueva edición (que será más de ortografía y algunos diálogos que ya no me calzan).

Sé que mucha gente estaba esperando el regreso de la saga así que recuerden darle mucho amor y compartirla, que de verdad estoy muy emocionada por el regreso del proyecto >.<.

Sobre la historia spooky (gay, obvio) que tengo en proceso, seguirá publicándose semanalmente, así que no se preocupen.

En fin ¿Qué les parece el nuevo estilo de ilustración? ¿Y la nueva portada? Estoy intentando que cada historia tenga su propia esencia, así que pruebo cosas nuevas con cada una de ellas <3.

PD: La historia se estará publicando, probablemente, de forma semanal, porque ya saben, tengo que hacer las ilustraciones y eso xD.

Romeo y Julian (LCDVR #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora