Parte 1: Encerrada, oculto y recuerdos. Darkia.

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Esto era muy aburrido... Llevaba mucho tiempo como reina de los demonios. Cada vez que pedía que hicieran una misión y quería ir con ellos, no me dejaban. Me encerraban en la sala del trono y en la entrada estaban un montón de demonios vigilando que no saliera. Me sentía agobiada. Sólo era: reunión de consejo, ordenar la misión y esperar. Yo no nací para ser una reina que no hacía nada. Alguna vez he intentado escapar, pero cuando me he dado cuenta, tenía veinte guardias acorralándome. Cuando regresaban, le preguntaba a Sublatti:
-¿Por qué no me dejáis a ir a las misiones? ¿Por qué vas tú en vez de yo?
Ella me respondía:
-No queremos que nuestra reina sufra daños.
Era todo un asco. Estar encerrada en el castillo era un verdadero caos.
Un día, reuní al consejo enfadada por tal comportamiento.
-Hola a todos -saludé cortésmente.
Ellos contestaron al saludo.
-Hoy os he reunido aquí para una misión muy importante que me he planteado durante mucho tiempo. La Tierra no está reconstruida y hemos encontrado a los humanos supervivientes de esta destrucción. Hace un tiempo, decidí hacer un viaje al cielo, en busca de respuestas. Ellos estarán de parte de Satan, así que necesitaré gente. ¿Alguna objeción?
Hubo un pequeño silencio.
-Yo, mi reina -dijo Sublatti-. No puedes venir.
-Tengo que ir -repuse.
-Yo iré por ti. No queremos que esté desprotegida.
-¡No pienso permitir que me dejéis encerrada siempre! -me levanté molesta-. ¿O me estás ocultando algo para no ir, consejera? Soy tu reina, como tú dices. Así que harás lo que yo ordene, ¿vale?
Ella cruzó los brazos y suspiró.
-Sugiero que dejemos un tiempo para preparar el viaje. Hay algunos de aquí que han estado en el cielo o saben el camino -sugirió con más calma tras notar mi enfado.
-Excelente. Ya podéis retiraros.
Todos salieron por la puerta excepto la diablesa. Se quedó observándome. Mientras, yo estaba sentada en mi trono, con la cabeza apoyada en una mano.
-Sublatti, retírate por favor.
-Lo que he dicho es...
-Márchate. No quiero cabrearme más. Ya que somos familia, deberías apoyarme.
-Pero... Lo que usted diga -hizo una reverencia y se marchó.

"¿Qué me escondes? Ya no eres la Sublatti que conocí. ¿No somos familia? No lo entiendo... ¿Tanto le cuesta decir la verdad?" -Resoplé aburrida de mi soledad.

Salí camino a mi habitación y me tumbé en la cama. Miré al colorido techo. Giré por un momento para el pequeño mueble. La piedra. Extendí el brazo para cogerla y observarla. Seguía tan brillante y dorada desde que Marfil me la regaló antes de marcharse. La guardé entre mi puño y me la llevé al pecho. Quería y deseaba salir de ese lugar. Desde que estaba aquí los recuerdos me molestaban. Algo me decía que debía ir al cielo. Era... como si alguien me llamase.

¿Era ese chico? ¿Él ángel que estuvo presente en mi caída?

Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora