Sublatti

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—Entre, consejera —me dijo el demonio con educación.
—Gracias.
Su guarida era grande y espaciosa llena de libros y objetos extraños. El brujo se sentó en un taburete y me ofreció uno.
—Muéstreme ese libro, si no le importa.
Se lo entregué. Observó detenidamente cada detalle. Con sus arrugadas manos acarició la portada y las páginas que contenía.
—Es bastante antiguo y está en mal estado, pero las letras se entienden. El escritor parece ser que es un humano, y deduzco por la elegancia y belleza de la caligrafía, es de una mujer. Es curioso... —Nunca pensé que alguien podría escribir esto...
—¿De dónde lo has sacado? Estas cosas no son muy comunes.
—La reina Darkia lo encontró —contesté.
—La reina... —murmuró—. ¿Usted lo ha traducido?
—Sí —afirmé—. Ha sido fácil. Viene aquello que Satan nos comentó...
—¡Una leyenda! Yo creí que se lo inventaron los ángeles. También hay algo que me sorprende... —Se acarició su barba.
—¿Qué es, viejo sabio?
—Esa energía que desprende. Parece ser que ha sido bendecido por un dios. Supongo que es la del Creador, porque dudo que Satan lo haya hecho.
Todo lo que decía me sorprendía.
—¿Los humanos no tenían una creencia distinta?
—Sí. Según ellos, el Creador es llamado "Dios", que creó sólo la Tierra. Él intentó ocultarles la verdad, pero parece que no a todos.
Leyó un poco del libro en voz alta y lo cerró después de un rato.
—Toda historia ha tenido un periodo de escritura. Tengo un hechizo que puede hacer imágenes que proyecten el pasado...
—Una pregunta... —interrumpí—. ¿Esto es correcto que lo sepa la reina?
—Yo creo que sí, y entregarlo al Creador.
—¿Por qué hay que hacerlo?
—Si tiene parte de su energía, le pertenece y las cosas hay que devolverlas a su dueño. Voy a buscar lo que necesito.
Rebuscó entre todas las cosas y sacando libros, desordenándolo todo.
Mientras, miraba sin decir nada al anciano. Al rato, en sus manos tenía cinco libros y un vaso con forma alargada. Lo puso todo en la mesa.
—Ya tengo todo lo que necesitamos. Ahora, echaré un líquido mágico y diré unas palabras, y luego el conjuró mostrará lo que queremos. ¿Preparada? —dijo con nerviosismo.
—Lo estoy —asentí.
En los cinco libros venían cinco trozos del hechizo, y gritó muy alto leyendo las partes:
—¡Zarcarum osaru, catras jor ti pasadu! (Espíritus verdaderos, muéstranos el pasado).
Al decir las palabras, toda la sala comenzó a temblar, sobre todo el vaso, y me levanté del asiento. El líquido que era azul cambiaba de color constantemente.
—¿Funcionará? —pregunté gritando.
—Estoy seguro de que a si —contestó.
Los libros y sus páginas volaban por todo el lugar y algún que otro objeto. De repente, todo se quedó quieto y dejó de temblar. El líquido no era de color azul, sino rojo.
Yo tenía la cara tapada, por si algo me diera en la cara.
—¿Ha... Funcionado? —dejé descubrir mi rostro.
—Los espíritus nos han dejado un mensaje.
—¿Entonces?
—Tranquila, consejera, voy a descifrar el mensaje—cogió uno de sus libros—. ¡Aquí está! —Leyó mentalmente unos símbolos— Dicen que necesitan un ser con un símbolo u objeto que representen santidad como aureola, objeto bendecido... —leyó.
—¡La reina tiene una aureola! —exclamé.
—Tienes razón. Ella tiene que recitar las palabras que yo he dicho antes para que funcione.
—Se lo diré. Pero ya creo que han pasado tres días —repuse.

Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora