Azazel

270 30 2
                                    


 Alguien entró en mi habitación.
—¡Tú! ¿No es hora de levantarse, dormilón?
Gruñí mientras levantaba los párpados. Era Darkia.
—Pero Darkia...
—¡Nada de Darkia! ¡Tienes mucho que explicarme! —dijo como si estuviera molesta.
—¿Qué? —pregunté atónito.
—¿Que significa la fea bestia que oculta la sala del Creador, insolente?
—¡Lo primero, no me insultes! —le contesté enfadado.
—¡Te insulto porque quiero! —me gritó.
—¡Idiota!
—¡Creído!
—¡Alitas negras!
—¡Cerdo!
Seguimos así un buen rato hasta que ella pataleó mi cama.
—¡Eh!
—¿Quieres que te vuelva a reventar la boca, comandante? 
—Mejor sería que te la reventara yo a ti, "reina".
Nos cruzamos de brazos gruñendo.
—Esa bestia la dejó Satanás antes de irse a la Tierra. Me dijo que la dejara allí para que nadie salvara al Creador —me levanté de la cama.
Darkia me tiró a la cama y se me echó encima cogiéndome de los hombros.
—¿Sabes lo que has hecho? —me miró con sus ojos negros—. Yo sola no podré ganarle y estoy segura que será el monstruo más poderoso que ese maldito demonio.
Me sentí incómodo teniéndola sobre mí. No quise apartarle 
—Pues nunca verás al Creador. Ni yo lo he visto nunca. Solo han podido mi padre y los anteriores comandantes.
Ella se apartó y se sentó.
—Pues ya que eres el culpable de todo esto, vas a ayudarme a ganarle.
—¿Cómo? —me tapé media cara.
—Vas a luchar conmigo a esa bestia.
—¿Estás segura? No sé si...
—Hay que salvar al Creador, que no tuvo culpa de nada.
—Entregar un libro sagrado a una humana.
—¡Eso es mentira! Ese libro ahora mismo lo tengo en posesión y conozco su historia.
—¿Lo tienes? Es el libro...
—De la creación. Pero también habla de un ángel. El libro se titula "El ángel caído". Fue escrito por una humana por encargo del Creador. Después de escribirlo, Satan fue a por él y no lo consiguió, aunque mató a la autora. Ésta se lo entregó a su hermano antes de morir y escapó. Pero durante la huida, lo perdió.
—Y lo encontraste tú —añadí.
—Todo ha venido tan inesperadamente...
—Encuentras a tu madre que es un demonio, tu padre... Y te enteras de la verdad de ese libro. Y encontré a Diana.
—¿Diana? —me miró sorprendida.
—Tú eres Diana —le abracé muy fuerte—. Sé que no te acuerdas de mí, ¿verdad? Me odias por haberte encarcelado y haber estado compinchado con ese... Pero todavía no paraba de buscarle. Hice el trato con él porque sabía que estabas viva y que te encontraran...
—Eso es imposible...
—Diana... Darkia... —corregí—. Fui un idiota en el pasado. Yo dejé que cayeras por la grieta. Intenté salvarte, pero llegué tarde.
—El pasado, pasado está.
—Has cambiado tanto...
—No entiendo porque me odias y ahora me explicas todo...
—Déjame hablar, por favor —le interrumpí poniendo un dedo sobre sus labios—. Tengo algo que entregarte. Sígueme.

Le llevé hasta la sala donde guardábamos las armas. 
—Hala... Cuántas hay...
—Es gracioso, tu espada se las ingenió para volver contigo. Tu padre te la regaló al morir en la guerra. Yo no soy el verdadero comandante, tú eres la heredera de los cielos. Toma, coge la mía, todo ángel puede portarla. 
—No puedo...
Insistí.
—Pero si eres un ángel, como yo —la sujetó, sin pasar nada. 
Yo lo conseguí. No entendía que pasaba. Pero me di cuenta de una cosa que podría explicar el problema: su aureola azulada.
—¿Sabes por qué tienes la aureola?
—No lo sé —dijo mirándosela—. Me apareció justo cuando derroté a Satanás. 
—No puedes coger esta espada. No eres un ángel —dije muy serio.
—¿Qué?
—Tienes el poder de Satanás, es decir, eres Satanás. Creía que la aureola era una leyenda. Dia... Darkia, eres una diosa...


Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora