Darkia

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"—Diana... —me dijo alguien.
Abrí mis ojos. Había un chico joven, con ojos azules y cabello rubio. Era un ángel. Me incorporé.
—Yo... No soy Diana. Te equivocas —dije confusa.
—¿Cómo? —soltó unas lágrimas —. Porque tuviste que desaparecer... Ella era... Lo que más quería.
—Yo también perdí al ser que más quería.
—¿Tú también? —se sentó a mi lado.
Asentí con la cabeza. Él era un ángel normal con sus alas blancas, aunque no le vi con armadura.
—¿Cuál es tu nombre? — me preguntó con una sonrisa.
—Me... Llamo Darkia.
—¿Darkia? Pues yo...".

~~~

—¡Darkia! ¡Arriba! —interrumpieron mi sueño, sin saber el nombre de ese chico.
—Mmm... —gruñí.
—¡Darkia! ¿No recuerdas que eres reina? —Era Sublatti.
Me levanté de golpe.
—Tienes que ir a la sala del trono, tienen que informarte de algo importante.
—Está bien. Ahora voy.
—Yo... Estoy muy ocupada, así que no podré ir contigo.
Dijo esto y se marchó. Me rasqué la barbilla, sospechando.

"Aquí hay algo que se me va de las manos...".

Fui a la sala del trono y me senté. Esperé y esperé... Y nadie venía. Cuando fui a salir de la sala, cerraron la puerta. La golpeé sin saber lo que pasaba.
—¿Hola? ¡Abrirme la puerta! —le pegué puñetazos muy fuertes.
—No podemos abrirle. Orden de la consejera —hablaron dos voces desde el exterior.
—¿Qué? —dije atónita—. ¿Por qué no queréis que salga?
—Se han ido a la misión del cielo, y la consejera nos dijo que hiciéramos lo que ella dijera.
—No me lo puedo creer... —me senté en el suelo enrabietada.

"¿Y ahora qué? Sublatti me acaba de traicionar. Me dice que falta mucho para el viaje y va y se marcha sin mí. Tengo una misión que hacer y si no voy, no podré hacer nada...".

Miré por toda la sala y vi una urna con algo brillante dentro. Revage. ¿Cómo me había olvidado?
Corrí hasta ella y la agarré. Tenerla de nuevo en mis manos era un reencuentro. Me recordaba tanto a las batallas que había ganado...

"Qué alegría volver a verte...".

Volví a la puerta y grité:
—¡O me abrís la puerta, o la abriré yo a espadazos!
—Con una espada no podrás, señora —dijo el vigilante desde fuera.
—¡Me da igual! —exclamé.
Intenté despertar a Revage para que ardiera de nuevo, pero por mucho que lo hacía no podía.
—¿Por qué? ¿Qué ocurre?
Enfurecida, tiré a Revage al suelo y me senté de nuevo junto a la puerta. Me llevé un rato pegando y chillando.
De repente, una luz apareció detrás de mí.
—El ángel caído... Justo como dicen las escrituras.
Volví la cabeza y vi al desconocido iluminado.
—¿Quién eres? —pregunté al extraño.
Era alto y tenía una edad considerable. Su pelo era rubio y sus ojos eran marrones. Su armadura y sus blancas alas eran brillantes como el Sol.
—Mi nombre no importa, Darkia. No sé por qué Sublatti te ha hecho esto...
—¿Le conoces?
—Te he dicho que eso da igual. Ve al cielo y encuentra a mi hijo. Salvad al Creador y descubre tu verdad.
—¿El Creador está en peligro? No entiendo nada...
—No es tiempo de preguntas. Corre y haz que la leyenda se cumpla, ángel. Tu misión todavía no ha terminado. ¿Tienes el medallón? Parece que no... Está con ella —extendió una mano dirigida a la puerta y la abrió—. Ve.
Cogí a Revage e hice el equipaje. Cuando terminé, salí corriendo por todo el castillo y, al salir al exterior.
No sabía por dónde iban, por eso iba a ciegas. El ser que me ayudó reapareció.
—Por aquí no es. Es por el lado opuesto.
Di la vuelta y seguí sus indicaciones.
—Muy bien —dijo desde atrás—. Sigue recto y los encontrarás. Van muy lento, te beneficiará —se situó a mi lado.
—Muchas gracias —dije.
—No hace falta que lo agradezcas, sólo soy un espíritu enviado. Debes hablar con Sublatti, no entiendo por qué lo esconde...
Y poco a poco, éste desapareció. Ya sabía lo que tenía que hacer.

Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora