Parte 11: entrega y final. Darkia.

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Tras un tiempo de embarazo, nació Ponthel. Tenía el pelo negro, los ojos verdes como su abuela y tenía esa cicatriz de donde saldrían sus alas. Al padre del bebé no le importó aquello.
—Tú cuando eras una niña, recuerdo que no tenías alas —dijo sonriente.
Era tan pequeño y delicado...

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—Azazel, tenemos que hablar —dije cuando mi hijo cumplió el cuarto mes.
—¿Qué ocurre?
—He decidido que él no crezca aquí.
—¿Cómo? —me miró confundido.
—Ponthel no debería vivir aquí. Sé que es alejarlo de sus padres, pero ya sabes qué ocurrió con Diana. Ella volverá en cualquier momento​.
—Entiendo... ¿Dónde irá?
—Con los humanos. Allí vivirá como ellos. Le cuidarán bien. Yo he convivido con ellos.
—¿Estás segura? No le veremos... ¿Con quién estará?
—Los padres adoptivos de John.
—Pero...
—Y he decidido que la Tierra y los cielos dejen de estar comunicadas.
—¡No puedes hacer eso! Sin el consentimiento del...
—Se lo he comentado y está de acuerdo. Nos va a doler por nuestro hijo... Pero es lo mejor para él, así estará seguro durante un tiempo.
—¿No podremos verlo?
—No, podemos observarlo desde aquí.
—Darkia... Yo no quiero que nuestra familia se rompa... ¿Qué dirá mi madre cuando se entere de que hemos abandonado a su nieto? Está muy ilusionada con eso...
—Ella puede utilizar magia para teletransportarse. Pero nosotros nos quedaremos aquí, cuidando de los ángeles y demonios. Y no es abandonarle...
Vi en sus ojos mucha tristeza. Rocé mis dedos su mejilla.
—También es muy duro para mí, vivirá feliz.
—¿Crees que puedo soportar que tengamos que dejar a nuestro pequeño en la Tierra y no verlo?
—No le pasará nada. No tiene alas, nadie notará que es de otra especie.
—Espero que sepas lo haces, Darkia. Si es por su seguridad, te dejaré hacerlo.
—Gracias -le abracé.

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La Tierra, un lugar lleno de vida.
Fuimos a la casa de la pareja con la que vivimos John y yo. Fuimos el nuevo dios, Azazel, mi hijo y yo allí. Llamamos a la puerta y salió Rosie.
—¡Darkia! ¡John! ¡Cuánto tiempo!
John fue hacia Rosie y le abrazó. Azazel hablaba con el bebé, y fui hastaellos.
—¿Vamos? —le pregunté.
—Me estaba despidiendo de él.
Nos dirigimos a la mujer que hablaba con el nuevo Creador.
—Rosie, te queremos pedir un favor. Éste bebé es mi hijo, Ponthel. Sé quecontigo estará mejor que con nosotros, por desgracia hay un mal que me persiguey no poner la Tierra en peligro de nuevo —se lo entregué envuelto en una manta.
—Yo lo cuidaré —lo recibió con mucho cuidado—. John me ha dicho que no podéis quedaros aquí y que no vais a volver por una temporada...
—Es por la protección de las personas. John es el nuevo Creador, al que le llamáis dios, estará pendiente igual que nosotros en el cielo.
—Ya veo...
Antes de marcharnos, le puse un collar al pequeñín el medallón que me rescató una vez. Dentro se supone que contenía algún alma y, además, conectaba los tres mundos.
—Este collar es mágico. Si algún día estuviera en peligro, yo acudiré a su ayuda. También es un pequeño regalo de su madre. También quería darte otra cosa.
Me quité la funda con Revage y se lo di.
—Dale esta espada cuando sea capaz de sostenerla. Funciona con el nivel de venganza que sienta alguien. El día que pueda empuñarla, cuéntale toda la verdad sobre nosotros, nuestra historia —me dirigí a mi hijo y le di un beso en la frente—. Adiós, mi heredero. Espero algún día verte de nuevo. Crece y vive tu vida como mereces.
Rosie se metió con el niño y el arma en la casa y nos dimos una vuelta.
—Es triste que no los volvamos a ver —dijo John.
—Es necesario, Creador —contestó Azazel, que seguía muy dolido.
No hablé nada porque me aguantaba las ganas de llorar.
—¿Darkia? —me cogió de la mano el pequeño dios.
—Estoy bien. Es... Doloroso.
—También lo es para mí —añadió mi amado.
—John, quiero pedirte un favor.
—Dime qué deseas —dijo muy alegre.
—Para que las personas sepan que estamos observándoles, haz que por las noches aparezcan unas pequeñas luces, que serán todos los ángeles y demonios, para que sepan que existimos en alguna parte desconocida. Serán las estrellas.
—Eso es algo muy original, Darkia —comentó Azazel.
—Lo sé. Quiero que nos recuerden siempre. Nuestro hijo mirará las estrellas yse preguntará qué habrá más allá...
—Ponthel será un buen chico y poderoso —comentó John sin hacer mucho caso.
Antes de traspasar la puerta que nos comunicaba a la Tierra con el cielo, le dila piedra que me dio Marfil hace mucho tiempo para la creación de las estrellas. Al anochecer, la Luna salió y un montón de luces hermosas y brillantes inundaban el cielo oscuro.
—Es precioso. Es una buena creación —afirmó John.
Azazel me agarró la mano y me miró.
—Nosotros somos una de esos destellos que nuestro hijo mirará cuando sea mayor.
—Dos luces que jamás dejarán de brillar...
—¡Chicos! —nos llamó John desde la puerta.
—¡Ya vamos! —dijimos a la vez. Nos reímos y cruzamos la puerta que, por un tiempo, se mantuvo cerrada.

Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora