John

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Escuché ruidos. Me desperté, y, sigilosamente, observé lo que pasaba. Fui al salón y vi a Ia preparándose para irse. El libro que le entregó hace una semana a ese hombre lo tenía en sus manos. Salió de casa.
—¿Ia? —le llamé cuando se marchó.
Oí unos pasos de los otros cuartos y le seguí antes de que mis padres me viesen.
El Sol todavía no había salido. Ia anda muy rápido y con prisa. Yo caminaba detrás de ella, pero un poco más despacio. ¿Iba a ver a ese hombre otra vez?
Sabía que se dirigía en dirección al bosque, y por el mismo sitio que la otra vez. Ella llegó a su destino y me escondí donde me oculté la otra vez.
Ella esperó durante un rato. De repente, se oyeron pasos muy grandes y ruidosos, viniendo de las espaldas de mi hermana. Ella se giró y se encontró a una criatura gigante y roja. Era... Horrible.
Ia pegó un pequeño grito de asombro. No es el mismo que la otra vez. Tenía miedo. Su aspecto era más grande de lo que imaginaba. Yo lo conocía, estaba en el cuento...
—¿Satanás? —dijo Ia—. ¿Qué haces aquí?
—La humana que posee el libro —su voz me asustó más.
—¿Dónde está el Creador? ¿Qué le has hecho? —grita enfurecida—. Ella lo contó... —susurra esto último.
—¿Ese miserable? Está profundamente dormido y encerrado. No va a venir.
—Él me llamó urgentemente por eso...
—Dámelo.
—No voy a entregártelo, y menos a ti.
—Vamos, yo cuidaré de él.
—¿Para qué lo quieres? No es tuyo ni te interesa.
—¡DAMELO! —gritó.
—¡Nunca!
—Haremos un trato. Dentro de unos minutos, una brecha se producirá y ángeles y demonios entrarán en la Tierra. Acabaré con ellos y, después, arrasarán a los humanos.
—¿Vas a matarnos? —preguntó asustada—. Sabes que por mucho que hagas, no ganarás.
No entiendí nada. Quise ir y llevarme a mi hermana de ese monstruo.
—A todos. Si me lo entregas, te perdonaré la vida.
—No dejaré que mates a los míos. ¡No dejaré que mates a mi familia!
—¡Vamos humana, dámelo, o muere con ellos!
—¡Prefiero morir y estar con los míos, que traicionarlos y que tú ganes, miserable! —contesta abrazando el libro.
—Pues muere con ellos, niñata.
Cogió una espada que ardía y se lo clavó en el pecho. No pude creer lo que vi. Sangre. Caída. Tenía que ir, salvarla. Demasiado tarde. Fui a ella y le abracé, manchándome del líquido rojo.
—John. Protégelo. El libro... —dice débilmente.
Lo agarré arrcándolo de sus brazos. No pude evitar llorar, sabía que no estaba bien. Su pecho sangraba mucho y también se le escapó por la boca. Me miró y tomó mi mano.
—Hermanita... No me dejes... Por favor...
—John... Sé fuerte... Coge el libro y vete. No te preocupes por mí. Te esperaré en el paraíso. Este es mi destino... Siempre hay que hacer un sacrificio para mantener la paz. Debes hacerlo, deja de ser ese niño que crees ser... Te quier... —tosió.
—¡No te vayas, Ia! ¡Te quiero! ¡No me abandones! No, por favor... Quédate a mi lado, cuéntame ese cuento... —no paraba de llorar y gritar—. Esto es una pesadilla.
—John, escúchame. Vete...
El asesino de Ia me amenazó.
—Vamos...
Antes de herirme, una energía me envolvió y me apartó de allí. Desaparece y la sonrisa de mi hermanita desaparece.

"Cuando un ángel cae, uno caído renacerá".

Era su voz. Ella me protegió, me salvó.
—Era su destino...
Una mano tiró de mi brazo, siendo mi madre. Ellos habían visto a Ia irse y vi sus lágrimas caer como las mías.
—¡John, vámonos! —mi papá me cogió entre sus brazos y me llevaba a cuestas.
—¿A dónde vamos, papá? Ia está...
—Nos iremos a otro pueblo. Está cerca del campo.
Asentí y nos marchamos de aquel terrible momento. Nos montamos en un carro con caballos, quedándome dormido. Al levantarme, había perdido aquello que ella me dejó. Nunca olvidaré a mi hermana. Le quiero y siempre le querré. Algún día diré y haré lo que hizo Ia.
—Este es mi destino... Darkia...

Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora