John

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 Llegamos al nuevo pueblo. Era un poco más pequeño que el otro y sé que echaría de menos al viejo.
Vi mi nueva habitación es... Como la anterior. La casa era más reducida al haber solo tres personas. Todavía seguía pensando en lo que pasó. Y... perder el libro. Ia no me va a perdonar nunca. Lo bueno es que vivía mucho más cerca del campo al que solía ir. Me llevaba todo el día durmiendo en una nueva cama, en un nuevo lugar. Mis padres no me levantaron porque sabían que estaba acostumbrándome al cambio.
Al anochecer, me llamó mi madre.
—John. John. Despierta.
Abrí los ojos. Le noté preocupada.
—¿Qué pasa, mamá?
—Hay una chica en la puerta. No está bien. La hemos metido dentro. Está inconsciente y parece estar en coma —me contó. Mi madre había sido médica hace unos años antes de ser ama de casa y cuidar de mí.
Me desperecé y fui al salón. Papá tenía en sus brazos a una chica joven, de pelo corto marrón y muy blanca de piel, envuelta en una manta. Entre mis padres, le llevaron al cuarto que sobraba y la acostaron sobre una cama. Les dije que me quedaría con ella por si se despertaba.
Encendí una vela y la coloqué en la mesita de noche. Le observo. Era muy guapa y parecía estar en un profundo sueño. Mi madre nos dijo que recibió un gran golpe y tenía el cuerpo destrozado, sin haberse roto ningún hueso ni dislocado nada.
Pasaron las horas. Le conté el cuento que mi hermana me leía muchas veces. Todavía no había despertado. Mi madre llamó a la puerta y pasó.
—John, cariño, come un poco y ve a despejarte un poco. Me quedaré yo ahora con ella.
—Está bien —respondo.

Los días pasaron y Darkia y yo mantuvimos una buena amistad. Pero... Sabía lo que iba a pasar. Un día antes de mi destino, hablé con mamá.
—¿Qué ocurre? ¿Estás bien? Deberías dormir, Darkia ya está descansando.
—Verás... Tengo un mal presentimiento... Lo he estado pensando y ya sé qué debo hacer. Ia no pudo elegir su futuro, pero yo sí lo haré.
Ella sonrió, sin entender mis palabras.
—Qué dices... Eres muy joven y debes aprender y crecer. Se te pasará. Aunque ella no esté, nunca quería que estuvieses mal. Vamos, a la cama.
Le hice caso para no preocuparle. Por mucho que lo intentase, jamás pude evitar aquello. 

—¡John! ¡Levántate!
Darkia...
—... Huye... Este es mi destino...
Perdóname por no ser fuerte y dejarte sola. Ahora sé quién soy y cuál era mi misión. El mundo está en tus manos y yo te estaré viendo, junto a Ia. 



Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora