Sublatti

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Darkia nos reunió todo el consejo para hablar de un asunto importante.

"Una nueva misión" —supuse.

Fuimos a la sala del trono, donde la reina estaba sentada esperándonos. Le hicimos una reverencia y comenzó a hablar.
—Hoy os he reunido aquí porque tenía que hablaros de un asunto que tenía pensado desde hace tiempo. La Tierra no está reconstruida y hemos encontrado a los humanos supervivientes de esta destrucción. Hace un tiempo, decidí hacer un viaje al cielo, en busca de respuestas. Ellos estarán de parte de Satan, así que necesitaré gente.

"Y vas a querer ir" —pensé—. "No te voy a dejar ir".

—¿Alguna objeción? —preguntó.
—Yo, reina. No puedes venir —dije.
—Tengo que ir.
—Iré yo por ti —hablé decidida—. No puedes estar desprotegida.
—¡No me puedes dejar encerrada siempre! —se levantó del asiento molesta—. ¿O es que me estás ocultando algo, consejera?

"Yo no estoy ocultando nada. No puedo decírtelo... No puedo...".

Me callé por un momento.
—Sugiero que dejemos un tiempo para el viaje y preparar las cosas. Hay gente que ha estado en el cielo o saben cómo ir.
—Excelente —asintió Darkia—. Ya os podéis retirar.
Todos los demonios salieron y me quedé en la puerta mirándola. Estaba sentada y su cabeza estaba apoyada en su mano. Parecía cansada y aburrida. Entendí que ser reina era aburrido y duro, pero es lo que había.
—Márchate —me ordenó—. No quiero cabrearme más. ¿Acaso no somos familia? Deberías apoyarme...
—Pero... Lo que usted diga —terminé la discusión.

"Si tú supieras porque no quiero que te hagan daño, lo entenderías. No quiero perder más nada de lo que perdí...".

Salí por la puerta y la dejé sola. Decidí estar un rato fuera y visitar a las víctimas que Satanás había asesinado por placer. Cogimos todos los cuerpos que había en el castillo y los enterramos. Uno de ellos era un ángel, que, al reconocer su rostro, se me escaparon algunas lágrimas.

"Yandak... Tú no merecías esto. ¿Lo hiciste para proteger a los tuyos? Perdóname, por todo. Si yo no hubiera seguido con su plan tú no estarías así...".

Abracé su cadáver y lo enterré. Desde que Satan murió, todo ha cambiado. La Tierra destruida, un nuevo reino... ¿Y el cielo? ¿Qué ha sido de él?
Volví y por los pasillos vi a Darkia entrar en su habitación, y yo también fui a la mía. Era más pequeña que la suya, y con menos decoración.
Me senté en el suelo y miré la ventana, que reflejaba mi aspecto. Mi piel rojiza, el pelo largo negro, mis ojos chillones y mis largos cuernos oscuros mostraban lo que era, una demonio. Seguía vestida con aquel vestido negro rajado por abajo y ajustado.
En alguna parte, brillaba un objeto con poca intensidad debajo de mi cama. Lo recogí, mirándolo con curiosidad.

"¿Por qué tenía él esto? ¿De quién podría ser? Es extraño, recuerdo que le pertenecía a... No logro acordarme. Como me comentó Darkia, hay un ser cambiando los recuerdos. ¿Y si Satan y yo le hemos conocido? Bueno, es igual, pronto saldrá la verdad a la luz...".

Guardé el medallón y me acosté, sin dejar de observar el estrellado cielo.

"Yandak, espero que él esté bien... Os extraño tanto...".

Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora