Parte 6: verdad y reencuentro. Darkia.

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Esto era imposible... ¿Por qué? Asqueroso ángel... ¿Cómo se atrevía? 

"Los ángeles y los demonios jamás estarán juntos".

Y aquí estaba, en una celda con Sublatti. Ella prefirió estar callada e hice lo mismo. Las cárceles del cielo eran peores que el de los demonios. Era horrible. Me senté en el mugriento suelo y me pues a reflexionar. Acaricié la suciedad.

"¿Qué he hecho mal? Me pasé de grosera, pero él se lo buscó. La he fastidiado. Y ya no sé empezar..." —unas lágrimas empezaron a salir de mis ojos.

¿Lloraba? ¿Qué estaba pasando? Un momento...


"—¡Déjame ir! —Era un recuerdo. Alguien me agarraba y forcé para que me liberase.
  —¡No, espera!".

Ese momento... Yo me sentí herida por alguien, pero, esa voz... Era tan conocida para mí, me trajo hasta dónde estoy. Vencí a bestias terribles y no a un simple comandante... Qué triste. Me levanté y di vueltas por la celda. Con las manos me quité las lágrimas de la cara. Miré a la pequeña ventana que había. La celda de altura era muy pequeña. Fui hasta ella y la cogí por los barrotes. Fuera, era todo blanco, como era el cielo. Una diminuta brisa acariciaba mi cara. Era agradable y me hacía sentir mejor. De repente, mis ojos vieron un campo. Allí, había dos niños. Los dos reían y estaban muy felices.

"Oh, John... Hace tiempo que no veía esa sonrisa, por desgracia... No importa, debo hacerlo, he de cumplir mi misión, nadie me detendrá"—me dije.

Sublatti me miró confusa mientras fui a la puerta de la celda. La agarré con una fuerza poco común, derribándola al momento. La aureola, estaba despertando su poder. Sentí en mi interior una energía que elevó mis ánimos. Sequé mis lágrimas y mantuve mi compostura.
Primero, tenía que recuperar mi espada. Me la quitaron antes de meterme en prisión. ¿Y los grilletes? Se rompieron también. Me encontraba ángeles que se me quería enfrentar, les daba un golpe en el cuello y caían. Todos iban desarmados, excepto uno que estaba cercano a la sala del comandante. Ése tenía mi espada. Se puso en guardia y, rápidamente, le di un golpe en el cuello. Recogí mi arma burlándome del guardia y volví a la sala en la que estuve anteriormente.
Ahí estaba. Sentado.
—¡Vaya! ¿Cómo has llegado?
—Eso no te importa, me has subestimado.
—Estás enfadada, ¿verdad?
—Qué te den, voy a machacarte por hacerme esto...  —repuse.
—Mmmm... No debías de haberme intentado atacar desarmado, qué poca paciencia...
—Y tú no deberías tratar así a tu invitada.
—¿Tú, invitada? ¡Te colaste aquí sin llamar!
—No había nadie, ¿por qué no entrar? Además, yo ahora gobierno infierno y Tierra... 
—Bah, eso no me importa —interrumpió, mosqueándome más  
—Serás... ¡Enfréntate a mí entonces! Si eres lo suficientemente valiente... 
—Si esa es tu elección, por mí vale —apartó su mirada para evitar verme.
Cogió una espada y se acercó. Me puse en guardia y atacamos a la vez. Volando al principio, las espadas chocaban como locas. No lograba hacer rasguño ni él a mí.
—Eres buena, lo admito —me dijo.
—Tú también, supongo —contesté.
Los dos estábamos muy empatados. Se alejó, parando el combate para sorprenderme. 
—¿Te esperabas que fuera una cualquiera? ¡Pues te equivocabas! —su espada empezó a arder un fuego blanco. 
—Imposible... —musité.
—Ésta es Light, la espada de la luz. Veo que tienes a Revage...
—Sí... —contesté con desprecio.
Intenté despertar a Revage una vez más, pero fue inútil.
—Veo que no puedes despertarla, qué problema... Ya sabes cómo acabará esto... —volvió a atacarme.
Lo esquivé e intenté enfrentarme con él aunque mi espada no pudiera despertar.
Al rato, se me resbaló la espada de las manos y me lancé al suelo para recogerla. La sostuve protegiéndome. Pero me volvió a pasar lo mismo. Volví a perder mi arma, y esta vez, no pude ir hasta ella. Era demasiada fuerza para mí... 
Con la espada, me apuntó a la cara. Sentía desde muy cerca su calor. 
—He ganado.
La acercó más. Ésta me iluminó el rostro y me miró asustado. ¿Qué le pasaba?
—No-no puede ser... —dejó caer la espada y se tapó la cara sin saber qué ocurría.
Él... Me resultó familiar, yo le conocía. Combatí contra él, ocurriendo ésto de nuevo. La tensión se transformó en alusión. Mi corazón se paró por segundos. Unas gotas salieron de mis ojos lentamente, sin que mi rival las viese. 

"—¿Azazel? No puede ser...". 

Él... Fue quién me llamó, él me hizo recordar. 

Dirty Angel©(#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora